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──────⊰·☆·⊱──────Una de las cualidades de Arthur Graham, era la perseverancia, por esa razón no había perdido la esperanza. ¡Pensar con la cabeza fría!¡Visualiza las oportunidades!¡Todo esto es una lección de vida!Se repetía una y otra vez, como si fuera un mantra. Mientras miraba el techo gris, de aquella deplorable celda en la que se encontraba. Estaba repasando cada uno de los momentos que había compartido con su mentor: Charles Anderson. El hombre a que a quien él consideró su amigo, y que en ese momento no se arrepentía de haberse acostado con su mujer. Porque quizás merecía tal traición, estaba recordando los días en que creyó que le debía mucho. —La verdad es que has resultado ser muy competente, creo que te tomaré como mi mano derecha en esta empresa —le había dicho en ese tiempo el diputado Anderson.—Yo no sé si estoy preparado para eso —Arthur fue sincero. —No hay nada de que temer, como ya sabes este año son las elecciones para el congreso, y estaré enfocado en mi c
──────⊰·☆·⊱──────A medida que se iban acercando al recinto penitenciario, Morgana sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, las manos le sudaban y trataba de controlar su respiración mediante inhalaciones lentas y profundas. La incertidumbre era la protagonista en ese momento, puesto que por lo que le había comentado Micah, Arthur muy fácilmente podría negarse a recibirla. Micah aparcó el auto, el silencio era incómodo entre ambos. Al parecer él estaba en modo profesional, parecía que nada lo perturbaba, pero la manera en que tensaba la mandíbula y apretaba fuertemente las manos sobre el volante, le decía otra cosa. Dio una respiración profunda y se giró para mirarla a los ojos. —No es muy agradable entrar a este lugar —se encogió de hombros—, más bien creo que será incómodo, ya que tuve que aprovechar que era día de visita conyugal para que puedas sentarte y conversar con él. —Comprendo —manifestó ella asintiendo con la cabeza de los nervios, no podía hablar tanto. Era la
──────⊰·☆·⊱──────Morgana y su amiga iban caminando por el largo pasillo en el momento en que Micah se acercó a ellas. —¿Te encuentras mejor? —preguntó con amabilidad.—Sí, lo estoy. —He logrado que el guardia te permita pasar a ver a Arthur.—No sabes cuanto te lo agradezco. Micah solo asintió con la cabeza, y le hizo señas a Lorena para que lo acompañara un momento. —¿No te importa? —inquirió su amiga. —¡Claro que no! —sonrió—. Además, creo que solo una persona puede entrar a verlo. —Sí, es cierto lo que dice Morgana. —De acuerdo, vamos —Lorena le puso la mano en el hombro y agregó: —Regresaré en un momento. Micah se despidió de ella con un fuerte abrazo y un beso, le dijo que podía contar con él para lo que fuese, lo que Morgana agradeció enormemente. Vio a la pareja macharse, y suspiró. Al menos para ellos las cosas iban sobre rueda. Continuó su camino, hasta que encontró al guardia resguardando la puerta. —¿Qué se le ofrece? —indagó el oficial con voz seria. —Vengo a
──────⊰·☆·⊱──────Morgana se despertó al siguiente día con la garganta seca, y un terrible dolor de cabeza. Puesto había pasado lo que restaba del día llorando. Lorena estaba tan mortificada que llamó a Micah y le dijo que se quedaría con ella, con lo que él estuvo de acuerdo. Pero cuando ya casi eran las diez de la noche, le dijo a su amiga que se fuera, que estaría bien. Lo cierto era que no había podido pegar un ojo aquella noche, estaba preocupada tanto por Arthur, como por el bebé que esperaba. En el instante en que se fue a cepillar los dientes, sintió unas terribles náuseas que lo impidieron. Aunque no se alarmó, puesto que sabía que era parte del proceso de gestación. Lo había vivido cuando su madre estaba embarazada de su hermano menor.—¡Joder! —exclamó Morgana, cuando la fatiga se sumó a su malestar y casi llegó gateando hasta su cama— ¡¿Qué diablos le diré a mis padres?!Aunque no era una adolescente, era toda una mujer independiente a la mitad de su veintena. Consideraba
──────⊰·☆·⊱──────Dos meses después…La recuperación de Arthur había sido lenta, todavía estaba delicado de salud. El ataque del cual fue víctima, se estaba averiguando. Ya que se manejaba la hipótesis de que fue un intento de homicidio. Tanto él como Micah sabían que había sido un encargo de Charles Anderson, lo difícil de eso era probarlo. Ese día era su primera audiencia, Micah buscaba que le dieran una fianza y se basaba en lo ocurrido en la cárcel. Pero la ausencia de Morgana, dolía más que las siete puñaladas que le habían dado. Sentía un vacío muy grande, no la había visto más desde aquel día que fue visitarlo al hospital. Le había preguntado a Micah sobre su paradero, y este afirmaba que no sabía. Puesto que Lorena tampoco, ella se fue sin dejar rastro, cosa que Arthur no creía. Si todo salía como Micah lo había planeado, entonces la buscaría y le pediría una explicación. Porque estaba muy seguro de que también lo amaba, se lo había dicho. Incluso esas fueron las últimas pa
──────⊰·☆·⊱──────Morgana, venía saliendo de la consulta médica. Todo estaba saliendo bien, su embarazo avanzaba, ya estaba cerca de los cuatro meses. En la consulta siguiente le dirían el sexo del bebé, aunque su instinto maternal le decía que era niño. Antes de salir de Miami, había hecho todo lo necesario para adquirir una línea telefónica que no fuera rastreada, de esa manera iba a tener noticias de vez en cuando de Jennifer. También lo usaba para hablar con Lorena, y sus padres. Quienes habían quedado un poco triste con la noticia de que se iba del país. A nadie le había dicho en donde estaría, solo para que la esposa del congresista no se enterara de su paradero. —¿Todo bien? —le preguntó Hope. Ella era quien la había contactado, y que sin lugar a dudas le había tendido la mano. Cuando aceptó el trabajo, que era por seis meses, no le mintió. Le dijo que estaba embarazada, y que estaba saliendo de una relación que no era buena para ella. Aunque Bryson MacRaes, el dueño de la d
──────⊰·☆·⊱──────Tres días después…Arthur caminaba de un lado a otro, como un león enjaulado. Había pasado la noche entera sin dormir, su juicio era día a las nueve de la mañana. Su amigo, hermano y abogado defensor, Micah no le había dado muchas esperanzas de salir victorioso. Ya que él se negaba rotundamente a usar como testigo a Jennifer. Él pensó que la conocía, y después de lo que le había dicho Charles, había quedado atónito. Siempre la vio como una mujer indefensa, pero en ese momento abrió los ojos y se dio cuenta de que eran tal para cual.Charles lo hizo su títere, necesitaba un tonto que si algo salía mal. «¡¿Qué idiota fue todos esos años?!» Estaba más que listo para salir de una vez por todas de aquella incertidumbre, de cuanto sería su condena. Lo que más le dolía de aquello era, el engaño de Morgana. Le mintió a la cara, le dijo que lo amaba, y al final lo había abandonado. —Graham… —le llamó el guardia—. Apura, estás sobre la hora. No dijo nada, solo caminó hacia
──────⊰·☆·⊱────── Charles miraba a su alrededor como si estuviera buscando una tabla de salvación, porque no tenía palabras, para contestar aquello. Además, que nadie en la sala le dio tregua. Pues se hizo una serie de murmullos. —Orden… —El juez dio tres golpes al estrado con su mazo—. No se puede ir amedrentando a la gente, y abusando de la autoridad congresista Anderson. Así que le pido amablemente que conteste las preguntas del abogado Sabag. —Muy bien, soy de los políticos que resguardan la privacidad de su hogar —Charles comenzó a decir manera pausada—. No fui al DC el día de hoy, porque mi esposa tiene problemas de salud, y en estos momentos está internada en el hospital, y como comprenderán esa situación no me permitió marcharme de la ciudad. —Pero debería estar con su esposa y no aquí —manifestó con tono tajante Micah. —Como dije, también quería estar presente cuando el juez diera la condena máxima a Graham.—¿Y qué le hizo estar tan seguro de su condena, señor Anderson?