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──────⊰·☆·⊱────── Arthur dio un grito de posesión masculina que no supo de donde había salido. Sin embargo; continuó acariciándola sin piedad, hasta notar que las piernas a su alrededor se había vuelto gelatina. Se detuvo en seco, pero sin retirar todavía las manos de su sexo. —Voltéate —le ordenó con voz ronca por el deseo.Morgana, que estaba necesitada por más de sus caricias, no dudo ni un segundo en hacer lo que le pedía. A quedar sobre sus manos y rodillas, ronroneo como una gatita al sentir los labios suaves de Arthur en la espalda. No sintió vergüenza alguna, cuando sus jugos femeninos se deslizaron por sus muslos como riachuelos. Al contrario; sintió anticipación cuando Arthur comenzó de nuevo a acariciarla. Pero esa vez fue completamente diferente. Introdujo dos dedos dentro de su sexo, y con la mano libre azotó uno de los globos de su trasero haciéndola dar un salto. Al mismo tiempo; que emitía un gritico de sorpresa. Pensaba decir algo, acerca de aquel azote. Pero cuan
──────⊰·☆·⊱──────Al día siguiente el humor de Arthur era insoportable, cada vez que miraba de reojo a Morgana recordaba las palabras que le había dicho Jennifer. Estaba dispuesta a no financiar su proyecto si no terminaba su relación con la mujer que lo había hecho sentirse vivo de nuevo. Ella no tenía derecho a tal cosa, a manipularlo de aquella forma tan ruin. Jennifer sabía que aquel proyecto, era su reivindicación en el mercado de la construcción y bienes raíces. Así como un sueño que había deseado realizar desde hacía mucho tiempo. Le dio con el puño un golpe secó, a la mesa en donde se encontraba en ese momento. Luego de decir una maldición entre dientes.—¿Te sucede algo? —quiso saber Morgana, mientras tomaba un café en un local cerca de la oficina en donde estaban desayunando. Puesto que se habían despertado muy temprano, después de una ducha en pareja, y hacer el amor de nuevo. Arthur la había acompañado hasta su apartamento para cambiarse de ropa y llevarla a trabajar. —
──────⊰·☆·⊱──────Aunque su día de trabajo estaba muy ajetreado, y como siempre ni siquiera tuvo tiempo de almorzar. Decidió hacer una pausa de treinta minutos, para comerse una barra de chocolate y enviarle un par de mensajes de texto a Arthur, quien le había respondido con emoticones. Pensó que se debía a que le había comentado que también tenía mucho trabajo pendiente. En ese momento se encontraba con la vista fija en su escritorio, y una gran taza de café. Le estaba dando los toques finales a los bocetos de la campaña publicitaria relámpago que le habían solicitado. Frunció el ceño recordando la reunión en la mañana, y por la acción repentina del señor Raymond Harper, el antiguo dueño de la agencia. Morgana sabía que la empresa no estaba pasando por sus mejores momentos, pero todo el equipo se había esforzado en conseguir contratos a largo plazo. Algo que estaba segura de que mantendría la nómina por cinco años más. El señor Harper había anunciado al personal, que había vendido
──────⊰·☆·⊱──────Arthur se encontraba mirando la ciudad por el ventanal de su oficina, mientras tenía en una mano el quinto cigarro del día —y no eran las diez de la mañana— en la otra una taza caliente de café. Era su último día de la semana laboral, y se sentía fatal. Habían pasado tres semanas que no sabía absolutamente nada de Morgana, tuvo que alejarse de ella para protegerla. Los primeros días fueron los peores, los mensajes de que tenían que hablar, luego que estaba preocupada por él, y en el último deseaba que estuviera bien. Jennifer se había salido con la suya, le había enviado un mensaje anexando el documento de propiedad en donde le decía que era la dueña de la empresa en donde trabajaba Morgana. Ese fue un golpe bajo, que lo hizo abrir los ojos de una vez por todas. «¿De verdad estuve enamorado alguna vez de esa mujer?»«¿Cómo fui tan estúpido de caer en su telaraña?»«Realmente, tiene que buscar ayuda profesional, porque ya esto es obsesión».Se cuestionó, mientras pas
──────⊰·☆·⊱──────Morgana estaba en su sofá, comiendo una taza de cereal. Mientras revisaba en su teléfono celular las redes sociales. De pronto, sintió un mal sabor al leer en un post completamente amarillista:“Arthur Graham, ¿culpable o inocente?” El joven empresario que ha sido nombrado como uno de los solteros más codiciados de Miami durante los últimos años. Está relacionado en un caso de lavado de dinero y malversación de fondos.¿Tú qué opinas? Debajo de aquel artículo, que publicaba su foto de como lo trasladaban a la cárcel, hizo que su corazón doliera por él. Aunque la duda también creció en ella, luego sacudió la cabeza para sacar fuera esos pensamientos. Sabía que Arthur era un mujeriego, y que se había aprovechado de su buen físico para lograr tener éxito en ciertas cosas. No lo estaba justificando, pero acaso no lo hacían algunas mujeres. Conocía a unas cuantas que lo habían hecho. De manera inmediata marcó el número telefónico de Lorena, del cual ella no sabía nada d
──────⊰·☆·⊱──────Una de las cualidades de Arthur Graham, era la perseverancia, por esa razón no había perdido la esperanza. ¡Pensar con la cabeza fría!¡Visualiza las oportunidades!¡Todo esto es una lección de vida!Se repetía una y otra vez, como si fuera un mantra. Mientras miraba el techo gris, de aquella deplorable celda en la que se encontraba. Estaba repasando cada uno de los momentos que había compartido con su mentor: Charles Anderson. El hombre a que a quien él consideró su amigo, y que en ese momento no se arrepentía de haberse acostado con su mujer. Porque quizás merecía tal traición, estaba recordando los días en que creyó que le debía mucho. —La verdad es que has resultado ser muy competente, creo que te tomaré como mi mano derecha en esta empresa —le había dicho en ese tiempo el diputado Anderson.—Yo no sé si estoy preparado para eso —Arthur fue sincero. —No hay nada de que temer, como ya sabes este año son las elecciones para el congreso, y estaré enfocado en mi c
──────⊰·☆·⊱──────A medida que se iban acercando al recinto penitenciario, Morgana sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, las manos le sudaban y trataba de controlar su respiración mediante inhalaciones lentas y profundas. La incertidumbre era la protagonista en ese momento, puesto que por lo que le había comentado Micah, Arthur muy fácilmente podría negarse a recibirla. Micah aparcó el auto, el silencio era incómodo entre ambos. Al parecer él estaba en modo profesional, parecía que nada lo perturbaba, pero la manera en que tensaba la mandíbula y apretaba fuertemente las manos sobre el volante, le decía otra cosa. Dio una respiración profunda y se giró para mirarla a los ojos. —No es muy agradable entrar a este lugar —se encogió de hombros—, más bien creo que será incómodo, ya que tuve que aprovechar que era día de visita conyugal para que puedas sentarte y conversar con él. —Comprendo —manifestó ella asintiendo con la cabeza de los nervios, no podía hablar tanto. Era la
──────⊰·☆·⊱──────Morgana y su amiga iban caminando por el largo pasillo en el momento en que Micah se acercó a ellas. —¿Te encuentras mejor? —preguntó con amabilidad.—Sí, lo estoy. —He logrado que el guardia te permita pasar a ver a Arthur.—No sabes cuanto te lo agradezco. Micah solo asintió con la cabeza, y le hizo señas a Lorena para que lo acompañara un momento. —¿No te importa? —inquirió su amiga. —¡Claro que no! —sonrió—. Además, creo que solo una persona puede entrar a verlo. —Sí, es cierto lo que dice Morgana. —De acuerdo, vamos —Lorena le puso la mano en el hombro y agregó: —Regresaré en un momento. Micah se despidió de ella con un fuerte abrazo y un beso, le dijo que podía contar con él para lo que fuese, lo que Morgana agradeció enormemente. Vio a la pareja macharse, y suspiró. Al menos para ellos las cosas iban sobre rueda. Continuó su camino, hasta que encontró al guardia resguardando la puerta. —¿Qué se le ofrece? —indagó el oficial con voz seria. —Vengo a