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REGALO DE CUMPLEAÑOS

El lunes por la mañana, todo en la casa la habían felicitado por su cumpleaños. Después de una matutina celebración se fue al trabajo, donde también fue recibida con un pastel, era pasado el mediodía cuando Julia; su secretaria entró en su oficina, produciendo que ella levantara la mirada de un testamento que estaba analizando.

-Dime, Julia.

-Lamento haber entrado sin anunciarme, pero el interlocutor parece estar dañado, no da tono.

-Llama al técnico- dijo ansiosa por regresar a su trabajo.

-Seguro. . . no hubiera querido interrumpirte pero, afuera esta un señor que insiste en verte.

-¿Qué quiere?

-Verte – dio encogiéndose de hombros

-¿Para qué? – preguntó comenzando a sentir enojo, por el tiempo perdido.

-Ni idea Sarah. No lo sé.

-¿Tiene cita? – preguntó casi gruñendo.

-No - aseguró inquieta ante el cambio de humor de su jefa.

-¿Cuál es su nombre? – frunció el ceño.

-No lo dijo. De hecho no ha dicho casi nada, solo insiste en verte.

-¡Santo Dios!, ya tengo muchísimo trabajo para hoy, Julia. No sé. Dile que haga una cita.

-Ya lo intenté pero no dio resultado, insiste en que necesita verte y que no se irá hasta hablar contigo.

-Está bien – Sarah se puso en pie golpeando fuertemente el escritorio, producto de su impaciencia – dile que le atenderé. Pero será solo por esta vez, para la próxima tendrá que hacer una cita, recuerda que normalmente tengo mucho trabajo.

-De acuerdo Sarah, deberías darte un descanso mujer, al menos hoy, es tu cumpleaños – Sarah solo sonrió.

**********************

Se encontraba de espaldas, cuando sintió que alguien entraba a su oficina, respiró profundamente para tranquilizarse, luego se volvió, parpadeó varias veces para aclarar su vista, ¡sus ojos la estaban engañando! ¡No puede ser!, ¡¿Qué es esto Dios mío?!, ¡ no puede ser él!

-Hola, Sarah. . . ¡Feliz cumpleaños! – su voz era más ronca, más sexy y seductora, pero sí. . . ¡sí era él!

-¡Thomas!- logró alcanzar a decir en medio de tartamudeos.

-Si cariño, soy yo – aseguró y se acercó rápidamente a ella, la tomó entre sus brazos y antes de que ella supiera lo que sucedía, sus labios se encontraron en un beso que reflejaba tanta pasión y deseo como en el pasado. Sarah reunió todo el valor que tenía en ese momento, se apartó con brusquedad y lo miró con ojos muy abiertos, mientras que lágrimas brotaban apresuradamente de sus ojos.

-N. . . no vuelvas. . . no vuelvas a hacer eso. 

-¿Por qué?

-¡Porque no! – gimió con desconsuelo.

Luego de que ella se sentara, Thomas se acercó y miró una placa que daba reconocimiento a Sarah Villareal, se volvió a mirarla, estaba más atractiva que nunca, su cabello dorado caía un poco por debajo de sus hombros, estaba igual de esbelta en su cintura, a pesar de que su cuerpo estaba más exuberante. Esos hermosos ojos verdes, su generosa boca. Era realmente hermosa. 

-Me costó mucho trabajo encontrarte – empezó él, para romper el largo silencio que se había instalado entre ellos- Estás muy pálida, ¿Quieres algo?

-No. . . no quiero nada – dijo con voz temblorosa

-¿Por qué todo dice, Sarah Villareal?

-Porque, ése es mi nombre- dijo suavemente.

-Ambos sabemos que eso no es cierto Sarah, eres Sarah Ávila – dijo frunciendo el ceño.

-Lamento que te hayas perdido tantos años de mi vida, pero ahora - levantó la mano, para que pudiera ver el anillo de bodas – ahora, soy Sarah Villareal.

-¿Te casaste? – parecía muy sorprendido. 

-Por supuesto, que pensabas que haría?, ¿ qué me sentaría lo que me quedara de vida a esperarte?. . . ¡tú me abandonaste! – le acusó con lágrimas resbalando de sus ojos- jamás volviste, ¿ pretendías que te esperará?, estaba destruida, solo tenía diecinueve años, ¡ los estaba cumpliendo!, yo me entregué a ti sin reservas, y tú. . . tú me dejaste, cuando más te necesitaba. 

-No esperaba encontrarte casada Sarah, sé que me fui sin dar explicaciones, pero. . . 

-Yo tampoco esperaba que te casaras – dijo defendiéndose, estaba muy dolida, sentía que el dolor y la frustración la consumían, quería gritar, llorar, golpearlo. . . ¡ quería morirse!

-¿Qué? – preguntó frunciendo el ceño

-¿Me vas a negar que te casaste?

- Por supuesto que no, Sarah. 

-Serías demasiado cínico si lo hicieras, dos años después de que te fuiste, leí un reportaje en la prensa internacional, donde te reconocían como el dueños de la empresa petrolera más importante de al menos cuatro países. 

-Yo. . . 

-Un año después, vi otro reportaje donde estaba anunciando " la boda del año", si mal no recuerdo- Sarah cerró los ojos buscando en su memoria- Melanie. . . Melanie Tylor, convertida en la señora de Zuloaga, la esposa del multimillonario más importante del momento, era eso lo que decía el reportaje, ¿cierto?

-Si – sus palabras fueron un susurro- la verdad, es que tienes muy buena memoria. . . déjame explicarte- ella se puso en píe, rodeo el escritorio, se sentó sobre el mismo, cruzó su brazos a la altura de su pecho, echó la cabeza hacia atrás, y lo encaró.

-A ver, señor Thomas Zuloaga – suspiró Sarah - ¿qué tiene que explicarme?, soy toda oídos – el dejo de sarcasmo en su voz, parecía indicar que nada de lo que dijera iba a cambiar las cosas, Thom tomó aire, intentando hacer un esfuerzo y se dispuso a relatar.

-Estabas cumpliendo diecinueve años. . .

-Y ahora vuelves cuando cumplo veintisiete – dijo irónica

-Deja que te explique Sarah, estabas de cumpleaños y recibí una llamada, en la cual me informaban que mi padre estaba a punto de morir, bien sabes que mi madre murió siendo yo un adolescente, no podía soportar la idea de perder también a mi padre – su tono era muy triste- luego del viaje, por alguna razón no pude comunicarme contigo, el teléfono de tu casa sonaba desconectado.

-Nos mudamos, me encontraba en una situación difícil, estaba. . .

-Luego – la interrumpió - mi padre fue mejorando, cuando estuvo bien volví y no te encontré, te busqué como loco y me fue imposible dar contigo – mi padre tuvo una recaída y esta vez sinceramente lo creí en su lecho de muerte. . . dijo que no quería dejarme solo. . .yo le dije que no lo estaba, que solo debía encontrarte – el corazón de Sarah se oprimió de dolor- mi padre me rogó que me casara con Madeline – los ojos de ella se abrieron desmesuradamente sin ocultar su sorpresa.

-¿Tú?. . . ¿Un hombre cómo tú?. . .¿te casaste para darle gusto a tu padre?

-No tuve más opción, me obligué a no negarle su última voluntad, quise darle el placer de verme casado antes de morir, aunque yo fuese realmente infeliz con esa decisión. Después de ocho meses de matrimonio, mi padre murió. Madeline siempre estuvo interesada en mí, y quiso preservar el matrimonio, pero yo me negué, no le amaba, mi padre ya no estaba, no había nada que me atara a ella, por eso me divorcié, volví y te busqué Sarah, te busqué por todos lados - explicó con desesperación- pero fue inútil no te conseguí, es hasta ahora que doy contigo. 

-Yo. . .yo siempre pensé que. . . que me habías abandonado.

-¿Cómo podría abandonarte, pequeña? – se acercó y la estrechó entre sus brazos - ella quiso sollozar, besarlo, decirle que siempre había estado en sus pensamientos, que a pesar de esos ocho años de distancia, aún lo amaba, pero su amor ya era imposible, reunió todo su valor y se alejó.

-Yo. . . yo lo lamento, Thomas - le mostró ambas manos en señal de impotencia – pero esto ya no tiene solución. 

-Sarah. . .

-No Thom – se giró para no verle la cara, quería evitar ver sus ojos – yo . . . – suspiró – yo estoy casada.

-Eso tiene solución – aseguró. 

-No – gritó- no me puedo separar, mi esposo es un buen hombre, es más que eso, un hombre maravilloso, me ama, tenemos ocho años casados y. . . 

-¿Ocho años? – gimió- eso quiere decir que te casaste a penas me fui.

-Tuve una muy buena razón, créeme. . .además pensé que me habías abandonado. 

-Pero no lo hice – él le dio la espalda y golpeó levemente la pared.

-¿Qué sucede Sarah, hay algo más que yo debería saber?

-Tengo una hija – dijo sin aliento- Thom se volvió brusco, con los ojos muy abiertos, le era difícil creer lo que sus oídos estaban escuchando. 

-¿Qué? – dijo con voz amarga.

-Lo que escuchas, y. . . antes de ser mujer e irme contigo, soy madre y escojo quedarme con mi hija.

-Dime la verdad, Sarah. . . ¿Amas a tu esposo?

-Sí, lo quiero.

-No, no te pregunte si lo querías, uno quiere muchas cosas, quiere a los amigos, una prenda, un viaje. Te pregunté específicamente si lo amas, dime si lo amas – exigió saber.

-No puedo decir que lo amo, porque no es cierto, pero lo quiero muchísimo, es un excelente padre, un esposo maravilloso, no me puedo quejar, he tenido suerte de encontrarlo cuando tú me faltaste.

-Ya basta de reproches, Sarah – dentro de él crecía una furia y unos celos que lo consumían- se me hace difícil – apretó ambos puños a los lados – imaginarte en una cama haciendo el amor con otro hombre. 

-Para mí también fue muy difícil – sollozó – muy duro imaginar que otra mujer estaría en tus brazos, siendo tuya, me destrozaba imaginar que le estabas haciendo el amor a otra mujer que no era yo, me dolía que esa mujer ocupara mi lugar en tu cama. . . y en tu vida. Estoy casada desde hace ocho años, ¿qué pretendías?¿ qué se supone según tú, que debería haberle inventado a mi esposo cada vez que nos íbamos a la cama?, ¡ qué me dolia la cabeza?, ¿ que estaba indispuesta?

-Sarah. . .

En ese preciso momento sonó su teléfono móvil, Thomas dejó escapar una leve maldición Sarah se secó las lágrimas y se apresuró a tomar la llamada.

-¿Bueno?

-Señora Villareal, soy Carlos. . .el chofer.

Si Carlos. . .¡Sucede algo con la niña?

-Está enferma, señora.

-¿Qué le sucede? – preguntó temblando de miedo.

-Ha tenido mucha fiebre, estamos cerca de su despacho y ella insiste en verle.

-Tráela de inmediato, por favor – suplicó

-¿Qué sucede, Sarah?

-Mi hija está enferma e insiste en verme, le he pedido a Carlos que la traiga- dijo jugando nerviosa con su manos e implorando a Dios que nada malo le sucediera a su pequeña.

- Todo estará bien – aseguró.

-Eso espero – rogó ella angustiada.

-Me gustaría conocerla. 

-No, Thomas – tragó el nudo que se hizo en su garganta- será mejor que te marches. . . hablaremos en otro momento.

-No Sarah, me quedaré, deseo conocer a tu hija, quizás me enamore profundamente al ver a una mini Sarah, sería increíble que se pareciera muchísimo a ti.

-Se parece a su padre – él hizo una mueca decepcionado.

- Igual es tu hija, me encantará conocerla!

-¿Quién le diré que eres? – preguntó nerviosa.

-Un amigo. . .un viejo amigo. 

Era un hombre de un físico impresionante, era imponente y endiabladamente sexy, hermoso ojos azules que parecieron intensificarse con el pasar de los años, un cuerpo musculoso y estrechas caderas, facciones hermosas pero fuertes. Era todo lo que prometía ser cuando solo tenía veintiún años.

-No creo. . .

-No insistas Sarah, aquí me quedaré sentado, esperando conocer a esa pequeña.

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