Solo por curiosidad... ¿Que les parecería hacer de Sebastián y Sophie una pareja? ¿O será que mejor lo emparejamos con Cloe?
Rato después, llama Sophie para confirmarme que ya está en casa. No vi nada raro en sus miradas, pero decido picarle la lengua un poco, por aquello de hacerla pensar en otra cosa que no sea el trabajo.—¿Qué te pareció Sebastián? Es guapo, ¿verdad? —Sé que está sonriendo al otro lado de la pantalla.—Parece ser buen hombre, muy centrado, y eso es algo contradictorio con su apariencia. —Ahora es mi turno de sonreír, pues evidentemente sí lo detalló.—Tiene buen trasero, debe hacer mucho ejercicio —digo para saber qué tan minucioso fue el detalle, pero mi hermana solo se ríe y se despide.No me siguió el juego, pero ahora sé que ya no se cohibe de mirar a otro hombre. Ya terminó su periodo de duelo por su relación anterior, y eso es bueno. Trataré de hacer que me acompañe al club; buscaré la forma de que asistamos las tres o quizás le diga a Alexander que hagamos una salida nocturna y la obliguemos a ir.₊°︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚—Sé que estás ocupado, pero me alegra que pudieras sacar tiempo —digo
Entramos con la moto directamente a un garaje techado, y Alexander no permite que me retire el casco hasta que un chico llega y cierra la puerta desde afuera.—Ahora sí —se acerca y él mismo me ayuda a retirarlo—. Veamos el lugar.Toma mi mano y subimos unas pequeñas escalinatas que dan a un cuarto de tamaño decente con varias peculiaridades. Obviamente, las comodidades básicas como un buen colchón, una TV de tamaño decente y aire acondicionado están presentes. Aun así, mi vista se queda pegada en aquel gran espejo que está en el techo.—Es lo más cliché que pude encontrar —dice Alexander, abrazándome por la espalda—. Cosas como grandes tinas y jacuzzis las encontramos en un buen hotel, pero ese gran espejo, no.Nunca imaginé estar en una habitación así; tengo curiosidad por cómo nos veremos teniendo sexo. Supongo que debe ser excitante ver cómo nos consentimos. Me encanta el cuerpo de Alexander, es toda una obra de arte a mis ojos, pero creo que se verá raro ver el mío completo en acc
Miro el mensaje con pánico e inmediatamente llamo a Alexander. El teléfono suena insistentemente, pero no contesta, así que ahora llamo a Roberto y pasa exactamente lo mismo. Llevo como diez minutos pegada a este aparato y todo se torna una realidad en mi mente. No me atrevo a decirle nada al abuelo, no quiero alterarlo, así que le pido a mis escoltas que me lleven urgente hasta la empresa, pero en el camino me acuerdo de Sebastián.Me regaño mentalmente al recordar que nunca pedí su número, así que llamo a Cloe, quien contesta al segundo repique.—Dime, amiga, no tengo... —la interrumpo con brusquedad.—Cloe, por favor, ve rápido a la oficina de Alexander y corrobora que esté ahí y que esté bien —digo casi llorando.Escucho que algo cae al fondo y luego una puerta cerrándose. Puede que no pasaran más de dos minutos, pero me parecieron eternos y casi temí que la llamada se cortara a la salida del ascensor, que según escuché debió tomar. Escucho a Cloe preguntarle a una chica si Alexand
Las horas pasan y se acumulan, sumando ya dos días. Todos dicen que el organismo de Alexander está respondiendo bien, que es solo cuestión de tiempo para que despierte, pues es un hombre joven y fuerte. Sin embargo, la angustia me supera en ocasiones y tengo episodios de llanto que no puedo evitar.Tal y como recomendó Sebastián, he estado entrando y saliendo de la clínica de manera discreta para que todos crean que estamos de viaje, pero sigo sin comprender por completo el motivo. El abuelo está muy decaído y fue Sebastián quien se encargó de darle la noticia y lidiar con otro montón de temas que no comprendo.Agradezco al cielo que Cloe y Sophia han estado muy pendientes de mí, de otra manera me habría sentido muy sola y realmente me habría desmoronado.¿Por qué no le conté a Alexander de los mensajes? ¿Por qué tuve que esperar a verlo así para por fin reunir el valor y decirle que lo amo? No lo sé y me recrimino por esas dos cosas cada vez que puedo.Cuando hablo con Sebastián, me s
Me duele el cuello y siento la espalda resentida por la mala posición en la que dormí. No me había dado cuenta de que estaba tan cansada, solo sé que al abrir los ojos el malestar no podría importarme menos, pues la mirada miel de Alexander estaba en mí.—Hola, amor —logra decir con evidente dificultad.La manta, de la cual no tengo idea de dónde salió, cae al piso. Me levanto, con la mirada llorosa, y junto nuestras frentes. Algo más iba a decir, pero pongo mis dedos sobre sus labios y muevo la cabeza en señal de negativa para pedirle silencio. No quiero pensar en nada, no quiero escuchar nada, solo quiero disfrutar del momento, de este momento exacto en que puedo tener la certeza de que está bien. No soy capaz de evitarlo y mis lágrimas finalmente escapan de mis ojos. Toda la angustia que estaba contenida en mi pecho escapa por mi boca de manera intermitente, dando espacio a que el alivio se anide ahí.Acaricio su rostro, mientras una de sus manos llega hasta el mío y seca con sus de
Tengo mucha sed, los labios resecos y un dolor en el pecho. Trato de abrir los ojos, pero los párpados me pesan y, poco a poco, empiezo a adquirir conciencia de otras cosas. Un incómodo sonido electrónico de fondo, el olor a medicamento y lejía, y de pronto recuerdo lo que pasó: fui herido. Fuimos citados para negociar un traslado grande, por eso debía ir yo a una parte específica y reunirme con Yoshua Ben Gion, pero en el camino fuimos emboscados.Todo sucedió tan rápido que incluso yo no estoy seguro de todo lo que pasó. Creo que fue cuestión de los dos minutos más largos en toda mi existencia. El vehículo blindado frenó en seco cuando un coche cambió repentinamente de carril y se vino de frente hacia nosotros. Fue como ver una de esas películas de acción en las cuales, en el último segundo, el experto piloto hace derrapar el vehículo terminando de lado para poder sacar las armas por las ventanas o abrir la puerta.La vía estaba vacía, afortunadamente, pero eso mismo fue lo que permi
Estúpida dieta, estúpidas recomendaciones de mi cuñada. Ya estoy en casa y, contrario a lo que creí, mi alimentación nada que mejora de sabor. Mi cuñada instruyó muy bien a Isabella sobre qué es lo que debo comer y cada cuánto, así que, después de que Isabella descubrió al abuelo camuflando un pudín, no he podido consumir nada que sepa bien. Tengo la leve sospecha de que mi cuñada se está desquitando conmigo por haberle quitado a Isabella.—No digas tonterías —me reprende Isabella tras ese último comentario y poniendo en mi boca una cucharada de un caldo con pollo bajo en sal—. Ella solo es muy estricta, ya te darás cuenta de que todo lo hace por tu bien, desde pequeña ha sido así.La miro no muy convencido, pero me obligo a tragar lo que pone en mi boca, solo porque quien me alimenta es ella.—Gracias por cuidarme —digo conmovido por su dedicación en todos estos días—. Cuando podamos, prometo compensarte.—Claro que te cuido, eres mi marido y si no lo hago yo, ya vi que sobran las man
Estamos recostados en la cama, mirándonos el uno al otro y teniendo la conversación que debimos haber tenido hace rato. Ahora conozco su versión de las cosas y quiero pensar que también un poco de los tintes con los cuales está pintada su alma. El hombre a mi lado no solo tiene lastimado el cuerpo, sino que está reconociendo ante mí su inmadurez, pero a mis ojos está demostrando ahora todo lo contrario.Estos días tuve tiempo más que suficiente para pensar. Ya no puedo seguir tapando el sol con un dedo; algo turbio pasa aquí y, aunque no estaba segura exactamente en qué consistía, sabía que tenía que ver con algo ilícito. Eso gritaba mi mente al unir los puntos: la forma en que terminé casada, que Roberto ejecute ese tipo de órdenes sin siquiera pestañear, los comentarios algo fuertes que he logrado escuchar por parte del abuelo y del mismo Alexander, pero finalmente, la forma en que se dio la amenaza y el atentado que sufrió Alexander.Mi hermana Sophie afirma que el atentado fue ext