Creo que todos veíamos venir esto, ¿verdad?
Las horas pasan y se acumulan, sumando ya dos días. Todos dicen que el organismo de Alexander está respondiendo bien, que es solo cuestión de tiempo para que despierte, pues es un hombre joven y fuerte. Sin embargo, la angustia me supera en ocasiones y tengo episodios de llanto que no puedo evitar.Tal y como recomendó Sebastián, he estado entrando y saliendo de la clínica de manera discreta para que todos crean que estamos de viaje, pero sigo sin comprender por completo el motivo. El abuelo está muy decaído y fue Sebastián quien se encargó de darle la noticia y lidiar con otro montón de temas que no comprendo.Agradezco al cielo que Cloe y Sophia han estado muy pendientes de mí, de otra manera me habría sentido muy sola y realmente me habría desmoronado.¿Por qué no le conté a Alexander de los mensajes? ¿Por qué tuve que esperar a verlo así para por fin reunir el valor y decirle que lo amo? No lo sé y me recrimino por esas dos cosas cada vez que puedo.Cuando hablo con Sebastián, me s
Me duele el cuello y siento la espalda resentida por la mala posición en la que dormí. No me había dado cuenta de que estaba tan cansada, solo sé que al abrir los ojos el malestar no podría importarme menos, pues la mirada miel de Alexander estaba en mí.—Hola, amor —logra decir con evidente dificultad.La manta, de la cual no tengo idea de dónde salió, cae al piso. Me levanto, con la mirada llorosa, y junto nuestras frentes. Algo más iba a decir, pero pongo mis dedos sobre sus labios y muevo la cabeza en señal de negativa para pedirle silencio. No quiero pensar en nada, no quiero escuchar nada, solo quiero disfrutar del momento, de este momento exacto en que puedo tener la certeza de que está bien. No soy capaz de evitarlo y mis lágrimas finalmente escapan de mis ojos. Toda la angustia que estaba contenida en mi pecho escapa por mi boca de manera intermitente, dando espacio a que el alivio se anide ahí.Acaricio su rostro, mientras una de sus manos llega hasta el mío y seca con sus de
Tengo mucha sed, los labios resecos y un dolor en el pecho. Trato de abrir los ojos, pero los párpados me pesan y, poco a poco, empiezo a adquirir conciencia de otras cosas. Un incómodo sonido electrónico de fondo, el olor a medicamento y lejía, y de pronto recuerdo lo que pasó: fui herido. Fuimos citados para negociar un traslado grande, por eso debía ir yo a una parte específica y reunirme con Yoshua Ben Gion, pero en el camino fuimos emboscados.Todo sucedió tan rápido que incluso yo no estoy seguro de todo lo que pasó. Creo que fue cuestión de los dos minutos más largos en toda mi existencia. El vehículo blindado frenó en seco cuando un coche cambió repentinamente de carril y se vino de frente hacia nosotros. Fue como ver una de esas películas de acción en las cuales, en el último segundo, el experto piloto hace derrapar el vehículo terminando de lado para poder sacar las armas por las ventanas o abrir la puerta.La vía estaba vacía, afortunadamente, pero eso mismo fue lo que permi
Estúpida dieta, estúpidas recomendaciones de mi cuñada. Ya estoy en casa y, contrario a lo que creí, mi alimentación nada que mejora de sabor. Mi cuñada instruyó muy bien a Isabella sobre qué es lo que debo comer y cada cuánto, así que, después de que Isabella descubrió al abuelo camuflando un pudín, no he podido consumir nada que sepa bien. Tengo la leve sospecha de que mi cuñada se está desquitando conmigo por haberle quitado a Isabella.—No digas tonterías —me reprende Isabella tras ese último comentario y poniendo en mi boca una cucharada de un caldo con pollo bajo en sal—. Ella solo es muy estricta, ya te darás cuenta de que todo lo hace por tu bien, desde pequeña ha sido así.La miro no muy convencido, pero me obligo a tragar lo que pone en mi boca, solo porque quien me alimenta es ella.—Gracias por cuidarme —digo conmovido por su dedicación en todos estos días—. Cuando podamos, prometo compensarte.—Claro que te cuido, eres mi marido y si no lo hago yo, ya vi que sobran las man
Estamos recostados en la cama, mirándonos el uno al otro y teniendo la conversación que debimos haber tenido hace rato. Ahora conozco su versión de las cosas y quiero pensar que también un poco de los tintes con los cuales está pintada su alma. El hombre a mi lado no solo tiene lastimado el cuerpo, sino que está reconociendo ante mí su inmadurez, pero a mis ojos está demostrando ahora todo lo contrario.Estos días tuve tiempo más que suficiente para pensar. Ya no puedo seguir tapando el sol con un dedo; algo turbio pasa aquí y, aunque no estaba segura exactamente en qué consistía, sabía que tenía que ver con algo ilícito. Eso gritaba mi mente al unir los puntos: la forma en que terminé casada, que Roberto ejecute ese tipo de órdenes sin siquiera pestañear, los comentarios algo fuertes que he logrado escuchar por parte del abuelo y del mismo Alexander, pero finalmente, la forma en que se dio la amenaza y el atentado que sufrió Alexander.Mi hermana Sophie afirma que el atentado fue ext
—Necesito ausentarme y hacer trabajo de campo, no puedo quedarme más tiempo tras el maldito escritorio —dice Sebastián enojado.—Lo que estás proponiendo es una masacre, Sebastián. No podemos simplemente llegar y abrir fuego.Estoy en una discusión acalorada con Sebastián mientras el abuelo y mi tío solo observan sentados a un lado. Afortunadamente, Isabella no está, pues hoy es su entrevista en la universidad, así que estará fuera durante varias horas. Le prometí que no le ocultaría nada y no lo haré, pero una cosa es no ocultarle cosas y otra muy diferente es que esté presente en las discusiones. Prefiero presentarle los datos filtrados, saltándome todo el drama.—Ya los canarios cantaron. No hay probabilidad de error, Yoshua y los Wilson son quienes infiltraron las ratas y planearon esto —me dice como si lo que está diciendo fuera lo más obvio por hacer. Luego mira al abuelo y a su padre—. Ustedes me aseguraron que podría solucionar esto y que tenía toda la libertad para moverme y,
La música que escucha Sebastián es espantosa y me es difícil contenerme para no quitarla. No es ni español ni inglés; creo que es japonés o coreano, no estoy seguro.—No puedo creer que a un grandulón como tú le sigan gustando esas cosas —me fulmina con la mirada.—Ya estás advertido, es mi auto, mi música —río al imaginar que todavía mira anime—. Además, no te imaginas lo didáctico que es. La cantidad de ideas que me genera ver eso es increíble —ahí se me borra la sonrisa.Ahora que lo recuerdo, la mayoría de los animes que miraba Sebastián en la adolescencia tenían muchas escenas de sangre y tortura, así que puede que eso influyera en su predisposición a realizar los ajustes de cuentas de la familia. Ese pensamiento me hizo saltar a otro tema que debo abordar: los ajustes de cuentas de la familia.Solo he pedido ayuda a Sebastián una vez para eso, pero sé que el abuelo le asignaba muchas tareas fuera de las normales de su negocio, lo que hacía que compartieran tiempo extra incluso a
—¿Por qué sabes los horarios de trabajo de mi cuñada? —pregunto de manera suspicaz.Normalmente no me interesaría saber con qué mujeres se involucra Sebastián, pero Sophia es una excepción, pues es mi cuñada. Cuando Sebastián la haga sufrir, eso sería un drama para mí. Ya imagino a Isabella preocupada por su hermana y todo el drama familiar interno innecesario que preferiría evitar.Me mira de manera fugaz y vuelve a centrar su vista en el camino.—Responde —insisto, ganando una sonrisa algo burlona de su parte antes de hablar.—Ya había investigado eso, pues contigo o sin ti igual pensaba ir a hablar con ella y pedirle concepto —su respuesta logra calmarme, hasta que sigue hablando—, pero ten presente que podría estarte mintiendo y tener otras razones para saberlo y hablarle sobre la lesión de Roberto. Solo me daba la excusa perfecta para buscarla.Volteo a verlo y el imbécil está tan serio que no tengo forma de saber cómo tomar eso. Sebastián es así, casi siempre está serio y en apa