No sentí nada raro en la forma en que Sebastián miró a Isabella, ni en el tipo de interacción que tuvieron, pero ese anillo gigante en la mano derecha de Sebastián sigue causándome malestar. Así que, mientras Isabella descansa, tomo mi celular y le escribo a Christian para que tenga listas las imágenes mejoradas que pudo sacar del video, de modo que pueda revisarlas mañana. Ese es uno de los temas que quiero resolver a primera hora.No entiendo en qué momento se torció mi amistad con Sebastián. Simplemente, un día dejó de ser el chico alegre y despreocupado para convertirse en alguien casi amargado y taciturno. Si Sebastián está detrás de lo que pasó con Catalina y Juliana, dejará de importarme que sea mi primo y tendré que tomar medidas para cobrarle públicamente la afrenta.Vuelvo a dejar el celular de lado y observo a Isabella dormir. Nunca me había apegado tanto a una mujer, así que este momento casi mágico que estamos viviendo me llena de temor a la vez que lo disfruto. Este no e
Por los viejos tiempos, esperaba que Sebastián no fuera el dueño del anillo, pero es poco probable que alguien más que conozca cargue esa monstruosidad en sus dedos. Hace tres días di la orden de investigar a Sebastián; quiero saber todo lo que se pueda de él, hasta la marca de su desodorante si es posible. Sin embargo, todo es más difícil de lo que creí que sería.—Se sabe cuidar muy bien —dice Roberto con rostro serio—. Sus medidas de seguridad son perfectas; entrar a su oficina fue muy difícil y su casa es casi un búnker. Ahí fue imposible.—¿Encontraste algo importante o no? —pregunto impaciente.—He decidido imprimirlo. Aún no puedo garantizar que él no elimine o supervise la información de los correos o discos duros.Me pasa una carpeta con varios de los itinerarios de Sebastián y resalta algunas fechas en restaurantes finos.—Llamaron mi atención por no ser los lugares habituales de tu primo, así que decidí investigar con quién cenaba y, sorpresa.Arroja varias fotos de Sebasti
El grito de alegría que pega Cloe apenas le doy la noticia de que Alexander le da trabajo hace que aleje rápidamente el celular de mi oído de manera momentánea.—Amiga, tienes que recompensar a tu marido. Cuando pueda, te acompañaré a alguna tienda de Victoria's Secret para que elijas algo hermoso para descrestarlo y te pienso poner un moño gigante —río ante la ocurrencia, pero conociéndola como la conozco, probablemente no es una broma.—Ya le di tu nombre completo, solo debes ir a la dirección que te voy a enviar y dar tu nombre en la oficina de recursos humanos. Yo iniciaré después, sabes que quiero solucionar las cosas con Sophia y usaré la excusa de la búsqueda de apartamento.Con solo ese comentario drené parte de la alegría que estaba flotando en el ambiente y la cambié por nostalgia. Cloe sabe lo importante que es Sophie para mí, así que me comprende.—Ojalá pudiera acompañarte también, pero tengo mucho que hacer ahora en la universidad y más ahora que debo entregar el cargo. N
Rato después, llama Sophie para confirmarme que ya está en casa. No vi nada raro en sus miradas, pero decido picarle la lengua un poco, por aquello de hacerla pensar en otra cosa que no sea el trabajo.—¿Qué te pareció Sebastián? Es guapo, ¿verdad? —Sé que está sonriendo al otro lado de la pantalla.—Parece ser buen hombre, muy centrado, y eso es algo contradictorio con su apariencia. —Ahora es mi turno de sonreír, pues evidentemente sí lo detalló.—Tiene buen trasero, debe hacer mucho ejercicio —digo para saber qué tan minucioso fue el detalle, pero mi hermana solo se ríe y se despide.No me siguió el juego, pero ahora sé que ya no se cohibe de mirar a otro hombre. Ya terminó su periodo de duelo por su relación anterior, y eso es bueno. Trataré de hacer que me acompañe al club; buscaré la forma de que asistamos las tres o quizás le diga a Alexander que hagamos una salida nocturna y la obliguemos a ir.₊°︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚—Sé que estás ocupado, pero me alegra que pudieras sacar tiempo —digo
Entramos con la moto directamente a un garaje techado, y Alexander no permite que me retire el casco hasta que un chico llega y cierra la puerta desde afuera.—Ahora sí —se acerca y él mismo me ayuda a retirarlo—. Veamos el lugar.Toma mi mano y subimos unas pequeñas escalinatas que dan a un cuarto de tamaño decente con varias peculiaridades. Obviamente, las comodidades básicas como un buen colchón, una TV de tamaño decente y aire acondicionado están presentes. Aun así, mi vista se queda pegada en aquel gran espejo que está en el techo.—Es lo más cliché que pude encontrar —dice Alexander, abrazándome por la espalda—. Cosas como grandes tinas y jacuzzis las encontramos en un buen hotel, pero ese gran espejo, no.Nunca imaginé estar en una habitación así; tengo curiosidad por cómo nos veremos teniendo sexo. Supongo que debe ser excitante ver cómo nos consentimos. Me encanta el cuerpo de Alexander, es toda una obra de arte a mis ojos, pero creo que se verá raro ver el mío completo en acc
Miro el mensaje con pánico e inmediatamente llamo a Alexander. El teléfono suena insistentemente, pero no contesta, así que ahora llamo a Roberto y pasa exactamente lo mismo. Llevo como diez minutos pegada a este aparato y todo se torna una realidad en mi mente. No me atrevo a decirle nada al abuelo, no quiero alterarlo, así que le pido a mis escoltas que me lleven urgente hasta la empresa, pero en el camino me acuerdo de Sebastián.Me regaño mentalmente al recordar que nunca pedí su número, así que llamo a Cloe, quien contesta al segundo repique.—Dime, amiga, no tengo... —la interrumpo con brusquedad.—Cloe, por favor, ve rápido a la oficina de Alexander y corrobora que esté ahí y que esté bien —digo casi llorando.Escucho que algo cae al fondo y luego una puerta cerrándose. Puede que no pasaran más de dos minutos, pero me parecieron eternos y casi temí que la llamada se cortara a la salida del ascensor, que según escuché debió tomar. Escucho a Cloe preguntarle a una chica si Alexand
Las horas pasan y se acumulan, sumando ya dos días. Todos dicen que el organismo de Alexander está respondiendo bien, que es solo cuestión de tiempo para que despierte, pues es un hombre joven y fuerte. Sin embargo, la angustia me supera en ocasiones y tengo episodios de llanto que no puedo evitar.Tal y como recomendó Sebastián, he estado entrando y saliendo de la clínica de manera discreta para que todos crean que estamos de viaje, pero sigo sin comprender por completo el motivo. El abuelo está muy decaído y fue Sebastián quien se encargó de darle la noticia y lidiar con otro montón de temas que no comprendo.Agradezco al cielo que Cloe y Sophia han estado muy pendientes de mí, de otra manera me habría sentido muy sola y realmente me habría desmoronado.¿Por qué no le conté a Alexander de los mensajes? ¿Por qué tuve que esperar a verlo así para por fin reunir el valor y decirle que lo amo? No lo sé y me recrimino por esas dos cosas cada vez que puedo.Cuando hablo con Sebastián, me s
Me duele el cuello y siento la espalda resentida por la mala posición en la que dormí. No me había dado cuenta de que estaba tan cansada, solo sé que al abrir los ojos el malestar no podría importarme menos, pues la mirada miel de Alexander estaba en mí.—Hola, amor —logra decir con evidente dificultad.La manta, de la cual no tengo idea de dónde salió, cae al piso. Me levanto, con la mirada llorosa, y junto nuestras frentes. Algo más iba a decir, pero pongo mis dedos sobre sus labios y muevo la cabeza en señal de negativa para pedirle silencio. No quiero pensar en nada, no quiero escuchar nada, solo quiero disfrutar del momento, de este momento exacto en que puedo tener la certeza de que está bien. No soy capaz de evitarlo y mis lágrimas finalmente escapan de mis ojos. Toda la angustia que estaba contenida en mi pecho escapa por mi boca de manera intermitente, dando espacio a que el alivio se anide ahí.Acaricio su rostro, mientras una de sus manos llega hasta el mío y seca con sus de