—Buen día, esposa mía.Sus palabras, acompañadas de aquella bella sonrisa, son todo lo que necesito para espantar el sueño. Está recostado a mi lado y sus bellos ojos miel me observan de manera ¿tierna? No estoy segura del porqué, pero eso acelera mi corazón. Tanto tiempo juntos debe estarme afectando más de lo que imaginé, pues quiero besarlo y no tengo intención alguna de reprimirme.Sería ilógico reprimir mis ganas de un beso después de todo lo que hicimos anoche.—Buen día, esposo mío —contesto besando suavemente sus labios—. Espero que sea un buen café; soy muy exigente con eso —digo sonriendo de manera sincera.Él se levanta y va hasta la mesa, de donde regresa con una taza de café humeante. Mientras tanto, yo ya estoy terminando de ponerme la pijama con la que tenía planeado dormir anoche.—Gracias —recibo la taza y vamos hasta el balcón.No decido qué me gusta más, si el anochecer o el amanecer. En solo veinte minutos, el cielo realizó una transformación total, comenzando a ac
—No te pongas así, si fuiste tú quien dijo que podríamos hacer lo que yo quisiera —dice Alexander ante el puchero que hago por haber abandonado la isla.—Lo sé, pero no creí que fuera literal empacar y correr para el aeropuerto —digo, algo apenada de haber dejado ese lugar.—Prometo que te gustará este nuevo lugar —dice Alexander mientras desempaca sus cosas, no tan bien, en un armario—. Esta también es una isla y tiene su propio encanto.—Así no se hace —digo, quitando la camisa de sus manos y colgándola en ganchos para que no se arrugue—. Yo misma te las doblé para que no se arrugaran en el viaje, como para que ahora las dejes en el armario de cualquier forma.Termino de desempacar todo y, al mirarlo, tiene en sus ojos una mirada cuyo significado no logro descifrar.—¿En qué estás pensando? —pregunto curiosa, pero solo me regala una media sonrisa antes de darme una respuesta que solo me genera más interrogantes.—Nada, solo disfruto este tipo de cosas —me abraza antes de seguir habl
Me siento satisfecho, casi podría decir que pleno. Muchas han sido las razones. En parte, es mi ego de macho alborotado por tener a mi lado y sexualmente satisfecha a una mujer hermosa como Isabella. Pero no es solo eso. Por primera vez en mi vida, siento que tengo un complemento. Ni yo mismo me entiendo o puedo definir completamente lo que significa para mí este complemento. Solo sé que me siento cuidado de alguna forma por esta mujer. Es más baja que yo y menos fuerte físicamente, pero me hace sentir extrañamente bien con aquellos detalles que tiene hacia mí, quizás de manera inconsciente.Hace algún tiempo, la palabra "hermosa" para describir a una mujer significaba para mí solo la parte física. Ahora entiendo lo errado de ese pensamiento. Isabella me encanta físicamente, eso es verdad, pero no es eso lo que estoy valorando de ella en este momento. No es su físico lo que está haciendo estragos en mi cabeza y, aunque me parezca casi increíble admitirlo en este momento... en mi corazó
Algo no está bien, no se siente bien. No estoy hablando del amigo de Alexander que prácticamente me comió con la mirada, es otra cosa. Con esos hombres cerca, la mirada de Alexander cambió y su voz se volvió mucho más dura. Entiendo que existe un tema extraño entre hombres, una especie de rivalidad para mostrarse más fuertes o poderosos que el otro, pero sentí que es algo más.Vamos camino al hotel y, por primera vez desde que estamos juntos, nos subimos a un vehículo de seguridad con sus escoltas. Supe de ellos por primera vez en nuestra primera salida de compras, pero fuera de eso, habían sido casi invisibles para mí hasta este momento. Quiero preguntar el motivo de este cambio, pero no quiero sacarlo con ellos presentes. Alexander corre un vidrio y la parte de atrás del vehículo queda incomunicada visualmente con el conductor y el copiloto, pero no estoy segura del sonido, así que me pienso morder la lengua hasta que lleguemos a la habitación del hotel.Mis zapatos salieron volando
Hoy sentí temor real por primera vez. Digamos que crecí sabiendo la posibilidad de un secuestro o simplemente ser asesinado por algún idiota con ganas de poder o venganza, pero nunca tuve que preocuparme realmente por proteger a alguien más. Mi abuelo sabe defenderse, mis tíos y primos también, pero Isabella es otra historia, y lo que pasó ni siquiera debí considerarlo un peligro real, solo una situación a la cual debía darle manejo.¿El abuelo y papá pasaron por lo mismo cuando encontraron a mi madre y a mi abuela? Creo que ahora entiendo por qué el abuelo dijo que una relación y un hijo me ayudarían a ser más aplomado, a pensar mejor las cosas antes de actuar. Si quiero el bienestar de Isabella y de nuestros futuros hijos, necesito ser más cuidadoso, más listo. Hoy ni Richard ni Liam llegaron a ese lugar buscándonos, solo fue un evento que yo debí haber imaginado.—El mundo es complicado, en especial el mío, Isabella, pero te prometo que te cuidaré, seré mucho más cuidadoso de ahora
Vamos camino a "casa", o al menos así se supone que debo llamar al penthouse al cual vamos a regresar. La última vez que pisé este lugar, las cosas entre Alexander y yo me parecían algo terroríficas; en cambio, ahora creo tener sentimientos por este hombre. No hago sino preguntarme si puedo llamar a esto una relación de verdad o si soy presa del famosísimo síndrome de Estocolmo.No creo que sea loco pensar en eso. Al fin de cuentas, no es muy normal pensar que estoy desarrollando sentimientos reales por un hombre solo porque me encante su físico, me haga gozar en la cama y pueda pagar los gustos que se me antojen, ¿verdad? Por momentos olvido que me casé estando drogada (motivo principal por el cual no lo recuerdo), que no accedí a nada de esto y que me casé sin conocerlo. Y eso me hace preguntarme: si no me gustara físicamente, no estuviera satisfecha entre sus brazos y no pudiera darme los gustos que me da, ¿me sentiría igual?No conozco esa respuesta y eso me frustra, aunque no pie
Isabella está muy ansiosa por conocer a mi abuelo, es evidente y se ve muy tierna así. El abuelo vive en Staten Island y, una vez que el vehículo atraviesa la reja que demarca el inicio de la propiedad, puedo ver también en el rostro de Isabella que ella quisiera vivir en un lugar así.Observo la casa y el amplio jardín que la rodea, y aunque debo reconocer que es bonito, para mí en este momento no es algo especial, pues es el lugar en el cual viví por muchos años. Bajamos del vehículo y la señora Emma ya nos está esperando en la puerta con una gran sonrisa y otras dos empleadas.—Señor, señora, es un gusto verlos, felicidades por su matrimonio —dice la mujer con una sonrisa sincera en el rostro.—Gracias, señora Emma —abrazo alegremente a la mujer que prácticamente ayudó a criarme—. Le presento a mi esposa, Isabella.Isabella nos observa y saluda tímidamente a la mujer, quien no duda en presentarse antes de que yo lo haga.—Es un gusto conocerla por fin, señora Isabella. Soy Emma, am
Todo inicia siempre con la suavidad de un beso, con esos labios que, sin saber cómo lo hace, logran correr cada día un poco más mis límites sexuales y me hacen amoldar a los deseos del hombre que me tiene entre sus brazos. Mi marido. Ya he aceptado que es mío, me pertenece, así como yo le pertenezco. No es un buen hombre, claro que no, no puede serlo y, aun así, no me imagino haciendo esto con alguien más.Estoy acorralada contra una pared con mis manos prisioneras sobre mi cabeza. Me tiene indefensa con las caricias que sus labios y su otra mano libre me regalan. Puedo sentir la excitación de su miembro frotándose sobre mi cuerpo y, poco después, estoy incómodamente mojada.—Nos escucharán —susurro preocupada.—¿Y? No pienso contenerme por ellos. Prefiero escucharte, sentirte —mi bata cae al suelo y quedo igualmente desnuda frente a él.Su mano aprieta uno de mis senos y lo siento tratando de acomodarse a mi entrada, pero de pronto cambia de opinión.—Gira, separa las piernas para mí