Aún está oscuro cuando abro los ojos. Isabella está profundamente dormida y nuestros cuerpos están enredados bajo la sábana, por lo cual debo salir de la cama con mucho sigilo para no despertarla. Son poco más de las cuatro de la mañana y estoy seguro de que mi abuelo ya está despierto. Por alguna extraña razón, cada vez duerme menos en la noche y eso lo obliga a tomar algunas siestas durante el día; dice que eso es cosa de viejos.Es verdad que está viejo, pero es el hombre más lúcido que conozco. Atravieso el corredor y busco su habitación, la cual, obviamente, es la más grande de toda la casa. Bajo la puerta se alcanza a filtrar algo de luz, lo cual me confirma que efectivamente está despierto.Golpeo tres veces la puerta y hablo.—¿Puedo pasar, abuelo?Escucho que una silla se corre levemente y luego el sonido de sus pies al acercarse a la puerta para posteriormente abrirla y dejarme pasar.—Sigue, Alexander, sabía que vendrías —me sorprenden un poco sus palabras— siéntate, tenemo
No hay forma sencilla ni segura de tener esta conversación, así que solo dejaré que todo fluya. Hemos terminado el tinto, arreglado para bajar a desayunar y luego iremos al jardín a conversar. El abuelo insiste en llevar a Isabella al club en los próximos días para presumirla, y esa me parece una idea muy buena, pues estando con él y en esta casa, ella no correrá peligro y de paso el viejo será feliz.Tomo su mano y vamos hasta el jardín, sentándonos junto a una pequeña fuente rodeados de tulipanes. Esas eran las flores preferidas de la abuela, así que el abuelo se encarga de mantenerlas lo mejor posible.—Mañana debo ingresar a trabajar nuevamente, Isabella, y nuestra dinámica va a cambiar mucho. Por eso es necesario que tengamos esta plática.—Por lo menos tú tienes una rutina desde mañana. Yo ya no tengo trabajo ni puedo volver a la universidad —ese es un ataque que merezco—. No tengo problema con acompañar al abuelo al club, pero no puedo solo hacer eso todo el día o todos los día
Este hombre es increíble, ¿acaso solo piensa en sexo? Bueno, tampoco puedo darme las de santa ahora, pues eso de tener relaciones en cualquier parte de la casa y la música a alto volumen, ya lo había pensado también. Pero en verdad me cae bien ese hombre de mirada triste y cabello cano.—Entendí —no puedo más que sonreírle—. Yo también quiero eso, es solo que me da pena con él. Pero tal vez podamos encontrar una solución, una manera de atenuarle las cosas al pobre hombre.—¿Cuál pobre hombre? —responde Alexander, pareciera que él ve un hombre diferente al que veo yo.—Claro que sí, es un pobre hombre. Creó una empresa para el bienestar de su familia. Ahora todos están tan ocupados trabajando en esa empresa que a duras penas lo visitan, y para rematar, su esposa falleció. Este no era su sueño a esta edad —defiendo al hombre, pues posiblemente a mi marido no se le ha ocurrido pensar en lo que quisiera a la edad de su abuelo.—Algo se me ocurrirá para estar con mi mujer a gusto —por el m
Mis vacaciones han terminado y ya no puedo seguir eludiendo mis responsabilidades. Estoy mentalizado para que las primeras dos semanas sean brutales para mí. Por más que alguien me reemplazó en la empresa, un temporal no puede manejarlo todo, así que hay negociaciones pendientes. Los clientes "especiales" no pueden ser atendidos por cualquiera, así que, aunque traté de dejar ese tipo de temas arreglados antes de mi boda, las urgencias ocurren.Algunos "insumos" desaparecieron de una de las bodegas de la ciudad y, para eso, no existen pólizas legales que pueda llamar a cobrar o denuncias que instaurar. Las investigaciones se deben hacer internamente para detectar la falla y solucionar el problema, pero, mientras tanto, tengo un cliente peligroso pidiendo la devolución de su mercancía o su equivalente en dinero.No soy idiota, obviamente eso no vale todo lo que me está pidiendo, pero se escuda en el daño a su nombre por fallarle a sus clientes. Patrañas, eso no son más que patrañas. Le
Esta mañana abro los ojos cuando Alexander ya está arreglado y casi listo para salir a trabajar. Recibo mi beso mañanero tal y como está estipulado en nuestro convenio verbal y le encimo un abrazo tratando de convencerlo de que vuelva a ser mi almohada. Es su culpa, él me está volviendo una mujer caprichosa y no estoy haciendo nada por impedírselo. Besa mi cuello y, cuando bajo la guardia, de un rápido movimiento escapa de mis brazos para burlarse de mí a una distancia prudente de la cama.—Debo ir a trabajar y arreglar algunos asuntos que ya son grises —dice con ese brillo pícaro en su rostro— y ya vi tus negras intenciones, así que no me puedo dejar atrapar.Pongo mi mejor cara de cachorro abandonado, pero parece que es realmente importante lo que tiene que solucionar. Si no, estoy segura de que habría salido victoriosa en esta contienda. Una mueca especial en su rostro me indica que también quiere mimarme, pero aunque la mueca está presente y sus ojos brillan coquetos, sus palabras
Me acabo de sentir uno de los seres más perezosos de toda la humanidad. Antes no había puesto atención especial a que Alexander es muy bueno para madrugar; no pelea con el despertador como lo hago yo, rogándole al celular que me dé cinco minutos más de sueño.Entre lo poco que me alcanzó a contar durante el desayuno, está que salió a trotar un rato antes de bañarse, y yo ni por enterada. No debería sorprenderme, él ya me había contado algo sobre las viejas rutinas que aún conservaba y que en su momento habían sido impuestas por el abuelo.Aquel hombre ya pensionado aún se levanta temprano y maneja una agenda para mantenerse activo, así que eso no ayuda a que me sienta muy a gusto con la forma en que he llevado la vida. Antes de esto, creía que era una persona juiciosa y disciplinada por el solo hecho de trabajar y pagarme mis estudios, pero ahora me doy cuenta de que el esfuerzo que estaba haciendo era mínimo en comparación con el que ellos hacen.Ahora llega a mi mente el contenido d
La mañana fue algo extraña y agitada. Creo que a Alexander se le estaba olvidando que no podemos tener acción por estos días, pues antes de que sonara la alarma, sus manos, al igual que sus labios, se volvieron algo exploradores y debí frenarlo cuando mi conciencia despertó.—Sabes que no podemos —dije, levantando la cabeza para besar sus labios.Su cuerpo estaba totalmente sobre el mío, pero soportando el peso sobre sus codos. Me miró como si me estuviera interrogando y luego hizo un gesto de recordarlo. Dejó su cabeza en mi pecho e inicié a consentir su cabello. Me gusta enredar mis dedos en su cabello, es casi un fetiche hacer eso y siempre termino besándolo.—No puede ser, ahora debo solucionar esto —dijo acostándose a mi lado y mirando su entrepierna.—Pero, ¿cómo te pusiste así tan rápido? —reí al ver su cara de frustración.—No es mi culpa. Cuando abrí los ojos, ya estaba a más de media asta; luego te miré y ya sabes el resto —dijo, tapando su rostro con las manos.Ayer me sentí
Roberto es igual de alto que Alexander, quizás uno o dos años mayor, y con un cuerpo más ejercitado y musculoso. Supongo que esto último es lógico; debido a su trabajo, debe tener rutinas mucho más exigentes que las de mi ¿marido? Sí, marido, eso es. No es tan de catálogo como Alexander, pero no puedo negar que tiene ese aire de hombre rudo y parece destilar masculinidad por cada poro. Supongo que Cloe y mi hermana se lo estarían peleando en este momento si estuvieran a mi lado; ese es su tipo de hombre.—Así es —respondo, sosteniéndole la mirada—, lo recuerdo.No me gustaría que el abuelo escuchara esta conversación; podría impresionarlo y quizás enfermarlo, así que me vuelvo a sentar, indicándole al hombre que haga lo mismo.—No creí que quisiera tocar el tema —confieso, tratando de mantener los dedos quietos para que no delaten mi nerviosismo.—¿Por qué creyó que no lo haría? ¿Habría preferido que no lo hiciera?Sus preguntas y su lenguaje corporal me inquietan un poco. No parece n