Me acabo de sentir uno de los seres más perezosos de toda la humanidad. Antes no había puesto atención especial a que Alexander es muy bueno para madrugar; no pelea con el despertador como lo hago yo, rogándole al celular que me dé cinco minutos más de sueño.Entre lo poco que me alcanzó a contar durante el desayuno, está que salió a trotar un rato antes de bañarse, y yo ni por enterada. No debería sorprenderme, él ya me había contado algo sobre las viejas rutinas que aún conservaba y que en su momento habían sido impuestas por el abuelo.Aquel hombre ya pensionado aún se levanta temprano y maneja una agenda para mantenerse activo, así que eso no ayuda a que me sienta muy a gusto con la forma en que he llevado la vida. Antes de esto, creía que era una persona juiciosa y disciplinada por el solo hecho de trabajar y pagarme mis estudios, pero ahora me doy cuenta de que el esfuerzo que estaba haciendo era mínimo en comparación con el que ellos hacen.Ahora llega a mi mente el contenido d
La mañana fue algo extraña y agitada. Creo que a Alexander se le estaba olvidando que no podemos tener acción por estos días, pues antes de que sonara la alarma, sus manos, al igual que sus labios, se volvieron algo exploradores y debí frenarlo cuando mi conciencia despertó.—Sabes que no podemos —dije, levantando la cabeza para besar sus labios.Su cuerpo estaba totalmente sobre el mío, pero soportando el peso sobre sus codos. Me miró como si me estuviera interrogando y luego hizo un gesto de recordarlo. Dejó su cabeza en mi pecho e inicié a consentir su cabello. Me gusta enredar mis dedos en su cabello, es casi un fetiche hacer eso y siempre termino besándolo.—No puede ser, ahora debo solucionar esto —dijo acostándose a mi lado y mirando su entrepierna.—Pero, ¿cómo te pusiste así tan rápido? —reí al ver su cara de frustración.—No es mi culpa. Cuando abrí los ojos, ya estaba a más de media asta; luego te miré y ya sabes el resto —dijo, tapando su rostro con las manos.Ayer me sentí
Roberto es igual de alto que Alexander, quizás uno o dos años mayor, y con un cuerpo más ejercitado y musculoso. Supongo que esto último es lógico; debido a su trabajo, debe tener rutinas mucho más exigentes que las de mi ¿marido? Sí, marido, eso es. No es tan de catálogo como Alexander, pero no puedo negar que tiene ese aire de hombre rudo y parece destilar masculinidad por cada poro. Supongo que Cloe y mi hermana se lo estarían peleando en este momento si estuvieran a mi lado; ese es su tipo de hombre.—Así es —respondo, sosteniéndole la mirada—, lo recuerdo.No me gustaría que el abuelo escuchara esta conversación; podría impresionarlo y quizás enfermarlo, así que me vuelvo a sentar, indicándole al hombre que haga lo mismo.—No creí que quisiera tocar el tema —confieso, tratando de mantener los dedos quietos para que no delaten mi nerviosismo.—¿Por qué creyó que no lo haría? ¿Habría preferido que no lo hiciera?Sus preguntas y su lenguaje corporal me inquietan un poco. No parece n
No fue posible continuar la conversación con Roberto y, si soy sincera, no estoy segura de querer hacerlo. Siento que eso me llevará a un punto muerto y solo intranquilizará mi mente. Aun así, creo que de alguna forma rara le agrado a ese hombre. ¿Le gusto? Si le agradé desde el inicio, ¿por qué participó en esta locura?No importa, no debería interesarme lo que haga o piense ese hombre. Acabo de constatar que él hace literalmente lo que esta familia le pide. Obviamente es diferente localizar a alguien y darle la información a un pobre anciano sobre su nieto que secuestrar y dopar a alguien. Ahora tengo una mejor idea de su trabajo. Muerdo con nerviosismo mis uñas mientras razono esto. Me es imposible no pensar en que no tengo recuerdos de lo que sucedió en esas horas, así que pudieron haberme hecho un montón de cosas indecentes y vergonzosas.Sé que continuaba siendo virgen al momento de entregarme a Alexander, pero puede que hayan ocurrido otras cosas. Puede que incluso ese hombre m
—¿Nos estamos volviendo unidos? —Esa es la respuesta de Sebastián cuando por fin contesta su celular—. Eres tan insistente como una novia celosa.—Necesito que hablemos antes de llegar a la casa, no quiero que Isabella pueda escuchar temas tan delicados. —Un silencio se hace al otro lado de la línea y sé que está pensando si aceptar o simplemente joderme la vida.Sebastián es así, un poco lento. Estoy seguro de que su demora es sopesando si algún día debe pedirme el mismo favor, y obviamente la respuesta es sí, a menos que no tenga en sus planes formar familia o la pareja que elija conozca y acepte abiertamente esta doble vida.—Bien, en el bar de Jimmy —dice por fin y cuelga.Mi relación con Sebastián no siempre fue así. Cuando éramos chicos, él era quien me defendía de las burlas de los compañeros por no tener a mis padres, incluso recuerdo un par de golpizas a Joe Merino y Teo Radcliffe en fechas como el día del padre. Luego, no necesité que me defendiera y crecimos.Sebastián estud
Creí que ver a Alexander esta noche me sería difícil debido al golpe de realidad que me propinó Roberto al reconocerlo, pero no. La verdad es que me encuentro disfrutando de este momento con su familia y riendo de las anécdotas que me comparten.—En nuestra defensa, no sabíamos que demoraría tanto en desaparecer esa cosa —dice Alexander en voz alta, llegando hasta mí y tomándome por la cintura para besar mi cuello.—Creo recordar que esa fue la época en que más golpeé chicos en el instituto —dice con orgullo un hombre a su lado, quien deduzco es Sebastián—. Te citaron tantas veces en la dirección ese año, fue mi récord.Todos reímos, menos el padre de Sebastián.—Sí, tu madre me culpó de todo ahora que lo recuerdo —dice el señor Ronald, haciendo cara de que había olvidado esa parte de la historia—. Me mandó a la habitación de huéspedes hasta que solucioné ese problema.—Isabella, este es mi nieto Sebastián y tu misión será ayudarle a conseguir una novia bonita como la muchacha que te v
No sentí nada raro en la forma en que Sebastián miró a Isabella, ni en el tipo de interacción que tuvieron, pero ese anillo gigante en la mano derecha de Sebastián sigue causándome malestar. Así que, mientras Isabella descansa, tomo mi celular y le escribo a Christian para que tenga listas las imágenes mejoradas que pudo sacar del video, de modo que pueda revisarlas mañana. Ese es uno de los temas que quiero resolver a primera hora.No entiendo en qué momento se torció mi amistad con Sebastián. Simplemente, un día dejó de ser el chico alegre y despreocupado para convertirse en alguien casi amargado y taciturno. Si Sebastián está detrás de lo que pasó con Catalina y Juliana, dejará de importarme que sea mi primo y tendré que tomar medidas para cobrarle públicamente la afrenta.Vuelvo a dejar el celular de lado y observo a Isabella dormir. Nunca me había apegado tanto a una mujer, así que este momento casi mágico que estamos viviendo me llena de temor a la vez que lo disfruto. Este no e
Por los viejos tiempos, esperaba que Sebastián no fuera el dueño del anillo, pero es poco probable que alguien más que conozca cargue esa monstruosidad en sus dedos. Hace tres días di la orden de investigar a Sebastián; quiero saber todo lo que se pueda de él, hasta la marca de su desodorante si es posible. Sin embargo, todo es más difícil de lo que creí que sería.—Se sabe cuidar muy bien —dice Roberto con rostro serio—. Sus medidas de seguridad son perfectas; entrar a su oficina fue muy difícil y su casa es casi un búnker. Ahí fue imposible.—¿Encontraste algo importante o no? —pregunto impaciente.—He decidido imprimirlo. Aún no puedo garantizar que él no elimine o supervise la información de los correos o discos duros.Me pasa una carpeta con varios de los itinerarios de Sebastián y resalta algunas fechas en restaurantes finos.—Llamaron mi atención por no ser los lugares habituales de tu primo, así que decidí investigar con quién cenaba y, sorpresa.Arroja varias fotos de Sebasti