Isabella acaba de entregarse a mí y ahora no hay forma en que la pueda dejar ir. No es solo el hecho de las condiciones impuestas por el abuelo, ni que me guste físicamente, sino que no hay forma en que pueda dejar ir el tipo de dulzura que me muestra. Estoy agotado, pero ella lo está mucho más; eso es algo que salta a la vista y me agrada.Es como haber desempacado y jugado con un nuevo juguete. Terminaste de jugar, pero sigues ansioso por volver a hacerlo. Espero que el esfuerzo que he hecho por controlarme realmente valiera la pena. Necesito ser un maldito príncipe este mes para poder mostrar una relación sólida al abuelo, así que estoy usando todo cliché tonto que llega a mi mente, cortesía de las innumerables películas de comedia romántica que he tenido que ver en la vida (obviamente no por mi elección).Observo nuestros cuerpos y definitivamente necesitamos un baño. Me habría gustado dejarla descansar un poco, pero no basta con limpiar de su vientre mi semilla; ha sido inevitabl
No estoy segura de cuántos dormimos, pero al abrir los ojos, me siento extraña al encontrarme desnuda en la cama y, obviamente, algo cohibida al darme cuenta de que Alexander también lo está. Su brazo descansa sobre mi cadera, así que trato de salir de la cama lo más suavemente posible para dirigirme al baño. Sin embargo, no soy lo suficientemente sutil, pues su brazo ajusta el agarre y me pega a su cuerpo.—No soy un osito de peluche, ¿lo sabías? —digo en broma al hombre que, según veo, no quiere salir de esa cama y tampoco dejarme salir.—Claro que lo sé —responde, manteniendo los ojos cerrados—. Sería enfermo hacer lo que hicimos anoche y esta mañana a un osito.Río por la ocurrencia.—Debo ir al baño, de verdad me urge —digo nuevamente, tratando de levantar su brazo sin mucho éxito hasta que su celular empieza a sonar.—Te salvó la campana, pero luego vuelves a la cama, tengo sueño —dice por fin, liberándome y abriendo los ojos para buscar su celular en la mesa de noche.Salgo corr
Tras un poco de esfuerzo logro mejorar nuevamente el ánimo de Isabella. Vamos en busca de las cosas que me dice que le hacen falta, aunque yo solo estoy interesado en el traje de baño. Es increíble la gran variedad de modelos que encuentras aquí y me es muy difícil poder decirle cuál le queda mejor. Al final, se decide por un traje de dos piezas que consta de un panty negro y una parte superior en tonos azules con copas en triángulo y una especie de manga.No se me habría ocurrido siquiera mirar la prenda, pero ella la tomó con mucha seguridad cuando la vio. Es de dos piezas, pero increíblemente se ve sobria y resalta de manera hermosa sus curvas. Se pone un short sobre su traje de baño y vamos directo a la playa. Lo primero que hacemos es alquilar un toldo con sillas y disfrutar un rato de la vista.—Te aplico bloqueador solar en la espalda y luego tú me lo aplicas a mí —dice Isabella tras aplicar una generosa cantidad del producto en sus manos e iniciar con la tarea.—Mi turno —digo
No es real, Isabella, no es real. Solo has decidido pasar ratos espectaculares con este hombre y tratar de sacar la mayor ventaja de esta situación. Todo en él es un espejismo; en realidad, es un mal hombre. Me repito mentalmente esas palabras una y otra vez mientras caminamos hasta el hotel. La recepcionista, al igual que varias auxiliares, trata de disimular delante de mí, pero es evidente que se les cae la baba por él cada vez que pasa.¿Cómo culparlas? La primera vez que lo vi, pensé que mi imaginación lo había sacado de alguna revista de moda. Soy consciente de que mi "marido" es increíblemente atractivo. No puedo creer que esté aquí con él. Lo miro y no entiendo por qué un hombre como él hizo lo que hizo. Tengo mucha curiosidad por saber qué pasó con la mujer cuya ropa usé el primer día. Aún no me atrevo a tocar ese tema, pero sé que eventualmente me enteraré.—Deberíamos comer algo antes de subir a la habitación —digo, cansada por todas las actividades del día y la cantidad de
Esa mujer no tiene ni idea de los estragos que está causando en mí. Al inicio, cuando mencionó las cremas hidratantes, me pareció algo divertido y una excusa más que válida para propiciar el sexo. Sin embargo, otro pensamiento siguió a ese y me movió el mundo.¿Cuánto tiempo ha pasado desde que una mujer no me cuidaba o se preocupaba por mí? ¿Quién fue la última? ¿Mi madre? No es mi primera vez con una mujer en una playa, pero sí es la primera que piensa no solo en su bienestar. Fue inevitable pensar en eso mientras sus dedos recorrían mi rostro y esparcían suavemente aquella crema en mi piel.Mi plan siempre fue enamorarla y tenerla así a mi lado, que me ayudara a criar a mi hijo y que esa criatura sí pudiera crecer con el amor de una madre. Ahora me encuentro aquí preguntándome si será posible que estas nuevas sensaciones y los pensamientos extraños y algo cursis que he estado teniendo quieran decir que podré enamorarme de ella.Sus dedos rozan mis labios y luego la siento inclinars
—Buen día, esposa mía.Sus palabras, acompañadas de aquella bella sonrisa, son todo lo que necesito para espantar el sueño. Está recostado a mi lado y sus bellos ojos miel me observan de manera ¿tierna? No estoy segura del porqué, pero eso acelera mi corazón. Tanto tiempo juntos debe estarme afectando más de lo que imaginé, pues quiero besarlo y no tengo intención alguna de reprimirme.Sería ilógico reprimir mis ganas de un beso después de todo lo que hicimos anoche.—Buen día, esposo mío —contesto besando suavemente sus labios—. Espero que sea un buen café; soy muy exigente con eso —digo sonriendo de manera sincera.Él se levanta y va hasta la mesa, de donde regresa con una taza de café humeante. Mientras tanto, yo ya estoy terminando de ponerme la pijama con la que tenía planeado dormir anoche.—Gracias —recibo la taza y vamos hasta el balcón.No decido qué me gusta más, si el anochecer o el amanecer. En solo veinte minutos, el cielo realizó una transformación total, comenzando a ac
—No te pongas así, si fuiste tú quien dijo que podríamos hacer lo que yo quisiera —dice Alexander ante el puchero que hago por haber abandonado la isla.—Lo sé, pero no creí que fuera literal empacar y correr para el aeropuerto —digo, algo apenada de haber dejado ese lugar.—Prometo que te gustará este nuevo lugar —dice Alexander mientras desempaca sus cosas, no tan bien, en un armario—. Esta también es una isla y tiene su propio encanto.—Así no se hace —digo, quitando la camisa de sus manos y colgándola en ganchos para que no se arrugue—. Yo misma te las doblé para que no se arrugaran en el viaje, como para que ahora las dejes en el armario de cualquier forma.Termino de desempacar todo y, al mirarlo, tiene en sus ojos una mirada cuyo significado no logro descifrar.—¿En qué estás pensando? —pregunto curiosa, pero solo me regala una media sonrisa antes de darme una respuesta que solo me genera más interrogantes.—Nada, solo disfruto este tipo de cosas —me abraza antes de seguir habl
Me siento satisfecho, casi podría decir que pleno. Muchas han sido las razones. En parte, es mi ego de macho alborotado por tener a mi lado y sexualmente satisfecha a una mujer hermosa como Isabella. Pero no es solo eso. Por primera vez en mi vida, siento que tengo un complemento. Ni yo mismo me entiendo o puedo definir completamente lo que significa para mí este complemento. Solo sé que me siento cuidado de alguna forma por esta mujer. Es más baja que yo y menos fuerte físicamente, pero me hace sentir extrañamente bien con aquellos detalles que tiene hacia mí, quizás de manera inconsciente.Hace algún tiempo, la palabra "hermosa" para describir a una mujer significaba para mí solo la parte física. Ahora entiendo lo errado de ese pensamiento. Isabella me encanta físicamente, eso es verdad, pero no es eso lo que estoy valorando de ella en este momento. No es su físico lo que está haciendo estragos en mi cabeza y, aunque me parezca casi increíble admitirlo en este momento... en mi corazó