Músico callejero

Había dormido toda la tarde y al despertar fui por un té de manzanilla porque mi cabeza me estaba empezando a doler.

Mamá Elisa estuvo cuidando de las matas al atardecer. Al salir y verla, me dio alegría poder tenerla ahí.

Tenía una especial intención de que ella estuviera tranquila porque ya era muy difícil luchar contra la enfermedad que tenía como para que le de otra cosa en la que pensar y mortificarse, como lo era, bueno, la mitad de mis problemas en ese momento.

La vi con una sonrisa a pesar de que su aspecto haya decaído y no me acostumbrase a verla sin cabello.

Antes de iniciar con las tareas que tenía pendiente, me dediqué unas horas a conversar con ella.

Hasta ahora solo había asistido a dos sesiones de quimio terapia, y le faltaba alguna que otra. Se ha mantenido muy positiva y ha evitado las decaídas por pensamientos negativos.

Le pr

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