Ir en el mismo vehículo con Evans y con Kaleb era algo estresante, ya que se notaba que había un choque de imponencias y de egocentristas que hacía que el ambiente estuviera a punto de estallar a todo momento.
Por otra parte, el tal Phillip era un chico muy agradable, algo risueño.
Ninguno en esa limusina tenía conocimiento de mi luto, pero era mejor así. En ese momento no necesitaba la compasión de nadie.
Fueron cuarenta minutos de camino hasta que llegamos a lo que parecía ser una mansión frente al mar. Un hermoso edificio construido en color blanco con muchos detalles en madera robusta.
Nos bajamos y los demás participantes estaban como niños pequeños presenciando regalo de cumpleaños. El lugar era asombroso.
Y para mayor sorpresa, la persona que nos iba a hacer el tour por la casa era Luna Vidali, quien llevaba el cabello recogido en una cola de caballo y
A la mañana siguiente fueron arribando los invitados quienes eran maestros de música. Por lo que pude observar, los participantes no teníamos idea de quienes eran ellos, pero algo estaba claro, ellos nos ayudarían a montar nuestras canciones y nos instruirían en aprendernos la coreografía para la presentación. Aquellos sujetos arribaron de un barco que amarraron al muelle. Un hermoso navío de ciento veinte pies que destacaba en ostentosidades. En la popa y a los costados tenía una inscripción en cursiva: Vidali. Luna nos dejó hablando con ellos en el salón de ensayos, en donde cada quien tenía horas designadas para practicar con los maestros, además de las horas libres que estuviera disponible el salón. El lugar de ensayos era un lugar amplio con muchos instrumentos y paredes de corcho para insonorizarlas. Ahí podríamos montar un concierto y las personas en el caney de afuera no estarían al tanto del ruido que había en la sala. Un suj
Dijeron que fue un altercado menor a pesar de que el pesado de Evans me quería recriminar por lo sucedido. La verdad era que él no me daba ni una pizca de miedo después de ver que muy cobardemente recurrió a hacerse la victima para hacerme quedar mal.La noche esperada por Luna había llegado, no tardaría en querer escaparse y estuve en mi habitación pensando al respecto. Ese día no recibí una nota en el espejo como lo venía haciendo desde que llegue, donde me decía dónde ibamos a vernos, y la mañana siguiente me iría de la residencia directamente al teatro Maximiliano por lo que tenía que despedirme de ella.Fui a la mansión de los Vidali para ver si Luna no había cometido ninguna locura.En el camino que cruzaba uno de los jardines más grandes de la residencia encontré un movimiento inusual detrás de uno de los arbustos.
Ver cómo un hombre se jacta de su poder tal como lo hace Bruno Vidali me hierve la sangre. Que hubiera comentado lo de mi padre, lo hacía una persona muy ruin.Era el tercer participante en pasar al escenario. Presentó Kaleb primero y sorprendió con su canto. Era perfecto y sin desafinar, pero a mi parecer carecía de brillo y sentimiento.Al fondo del escenario, en la penumbra, estaban los músicos que eran dirigidos por el maestro de orquesta. Decenas de personas repartidas en instrumentos de aire, cuerda y percusión. Una pareja de bailarines comenzó a bailar pasionalmente con movimientos al son de la música. Recorrían el escenario a la inversa de Kaleb, quien siempre tenía un foco de luz sobre sí en medio de la penumbra, al igual que los bailarines.Después estuvo Evans, siendo la primera vez que tenía la oportunidad de verlo en vivo.Era impresionante el de
No llamaron nuevamente a los finalistas. Solo Evans y yo.Dimos la vuelta por detrás del escenario para encontrarnos con la zona de preparación donde muchas personas se dedicaban a asegurarse de que luciéramos bien. Cuando estuve en compañía de una chica morena que estaba atenta a mi vestuario, se dio cuenta de la increíble mancha en mi camisa, por lo que pidió el cambio por el intercomunicador.En esta oportunidad, el entretiempo para la última presentación era más prolongada, dando oportunidad a los espectadores de ir a por botanas o descargar en el baño. Mientras tanto, yo con un caramelo en la boca procuraba aliviar mis tensiones.Seguía con un cierto temblor en las manos, cosa que no aportaba a mi tranquilidad por temor a no poder manipular la guitarra como debía hacerlo. Por suerte Evans iba a pasar primero.El chico rubio, esta vez vestido con una chaqueta de
La sangre me subió a la cabeza calentando mis mejillas. No acababa de entender quién era la persona que estaba manejando el sedán rojo en el que me monté.Un sujeto con barba canosa, una gorra tipo driver escocesa y su cigarrillo en mano era quién dirigía el vehículo. Tenía cicatrices y moretones en distintas partes de la cara, y pasado unos minutos me di cuenta que bebía whiskey.De fondo, aún se escuchaba la emisora que estaba en sintonía cuando entré, aunque ahora hablaban de mi participación y la de Evans aludiendo a quién pudo haber ganado.- ¿A qué vienes con eso de hijo? -pregunté para salir de dudas.- No creo que seas Beethoveen, hijo -respondió con cierta ironía-. ¿Crees que me olvidé de ti?- ¡Maldito idiota! -impulsivamente me abalancé contra él ahorcándolo por el c
Los matones que hacía tanto tiempo irrumpieron en mi casa de la ciudad estaban ahí. Ellos eran los responsables del incendio y me di cuenta que tuvieron más interés en vigilarme que en buscar a mi padre. Posiblemente ya le habrían avisado a Bruno acerca de mi paradero. Se acercaron a mí, por lo que tuve que alejarme de Frey y tía Eliana, y evadir a los Cidarte. - Mi padre me había secuestrado -me adelanté a decir-. Conozco su paradero. No dijeron una palabra. Solo se detuvieron en su sitio e intercambiaron miradas. Uno de ellos se retiró con una llamada en curso mientras el otro sujeto se quedó cerca de mí. Pasaron unos segundos y finalmente me dijeron: - ¿A dónde se fue Finnigan Nochett? - Carretera interestatal, en esa dirección -señalé con la mano. -Mañana en la residencia Vidali. Deberás hablar con la prensa. Te tendremos vigilado y a tu familia. Evitemos accidentes. Ambos sujetos desaparecieron entre la gente.
Las preguntas fueron poco obvias, pero no tanto como las intenciones que tenía Bruno Vidali con respecto a mi carrera.-¿Cómo te sientes al haber sido seleccionado ganador del festival de música de Green Valley? -dijo el entrevistador.Con tantas vueltas, había dado por sentado que había ganado Evans.-Pues, bien, supongo.Tras unas preguntas más, me enteré de algo aterrador.-La fundación Vidali apoyó la causa de tu familia en su accidente, por lo que les brindaron una residencia provicional hasta que se arreglen las cosas, ¿qué opinas al respecto?Bruno tenía el control total de mi vida.Concluida la entrevista, me topé con el magnate, quien fumaba pipa.-Posiblemente me veas como el malo, muchacho, pero la verdad es que estoy cuidando un producto.- Me da igual lo que hagas con tal de que no te p
Elian estaba picando algunas cosas para preparar su almuerzo, como siempre, deseaba que mamá Elisa trajera algo que hubiera comprado en el camino. En ese momento música a todo volumen rebotaba en las paredes de aquel apartamento, donde las palabras 'estrecho' y 'desordenado' la describen perfectamente. Eran las tres de la tarde y alguien tocaba a la puerta, pero la música no dejaba escuchar aquellos golpes atronadores, que de un momento a otro se fueron convirtiendo en patadas y manotazos. El suelo tembló brevemente y Elian al voltear vio la puerta en el suelo. Habían dos sujetos entrando en el pequeño departamento. Aquellos hombres intrusos, de pantalones de mezclilla azul y chaquetas de cuero; uno tenía una calva prominente y una cicatriz en la mejilla, el otro, bajo en estatura, tenía densa melena y abundante barba.