Cantándole a la luna

Apenas estuvimos en el horario de visitas, llegamos a donde tenían a mamá Elisa recluida.

Tenía una vía intravenosa conectada al dorso de su mano. En ese momento ella estaba durmiendo y el médico a cargo nos contó que sus defensas bajaron peligrosamente por unos motivos que no llegué a entender.

Estuvimos ahí tres horas acompañándola.

La noche anterior no había dormido bien, así que aproveché el mueble para poder dormir un tanto más. Todos en la sala estábamos preocupados por el estado de salud de mamá Elisa.

El tiempo pasaba lento y en ocasiones, veíamos como mamá Elisa abría brevemente los ojos, pero los volvía a cerrar. Procuré agarrar sus delicadas manos frías para que ella sintiera que estábamos ahí con ella.

Cuando llegaba la hora del ensayo, no quería ir. Sin embargo, F

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