Los hombres en el evento tintineaban las copas entre sí, era una gran celebración de la compañía COMVIT se había adjudicado una más de las pequeñas empresas de la ciudad, formando un gran emporio.
Todo esto hecho por Edgar Ornelas, un joven abogado que al morir su suegro se quedó a cargo de la compañía, antes era una pequeña empresa dedicada a comidas congeladas, que solo se distribuía en centros comerciales, ahora con él a cargo la industria aumentó, muchos restaurantes y hoteles de alta categoría manejaban ya los diferentes productos.
Un anciano habló. “Felicidades Edgar, un hombre como tú no es común, tus ideas y emprendimiento han llevado a la cima la empresa COMVIT, Fausto debe estar orgulloso”.
Edgar un hombre alto, guapo y de ojos color miel le sonrió. “Estoy halagado, solo trato de llevar lo que mi suegro construyó a un mejor nivel”. Giro para ver a la mujer que venía a su lado preguntándole amorosamente. “¿Verdad cariño?”.
Delia miró a su esposo y sonriendo asintió, regalándole a todos una mirada tranquila, después le dijo al hombre mayor. “Mi padre luchó mucho por esta empresa y la gente que trabaja aquí también merece algo de crédito”.
El hombre sonrió recordando al fundador y como era su estilo de trabajo en la empresa. “Está en toda la razón, Señora Ornelas”.
Miro a Edgar elogiando. “Tienes una carrera bien construida, una empresa que está llegando a la cima y una hermosa e inteligente esposa… ¿Qué podría faltarte?”.
Edgar sonrió y con esperanza en su voz dijo mirando a su esposa. “Un hijo”.
Ella perdió por un momento su sonrisa, respiró profundo, se tranquilizó y asintió a los presentes disculpándose. “Iré al tocador”.
Delia se fue directamente al baño, se lavó la cara y se miraba en el espejo en silencio, le dolía la mandíbula de sonreír tan fingidamente.
Se limpió las manos y salió para seguir con la gran farsa…
Caminando hacia la mesa de postres se encontró con Paula, la secretaria de su esposo. Ella sonreía de manera petulante. “Señora Ornelas…” Esto lo dijo con un tono despectivo.
Delia miró a la chica, era joven, bonita y llevaba un vestido de noche demasiado revelador para su gusto.
“Paula ¿Estás disfrutando de la fiesta?”. Delia en ningún momento perdió la cordura y fue amable con la mujer.
Paula hizo un puchero. “Estoy aburrida… Edgar está ocupado y apenas me ha dirigido la palabra”.
Delia sonrió y levantó su rostro en alto. “Lo siento por ti, eso es lo que te ganas con meterte con un hombre casado”.
Paula la miró por un momento en silencio y después sonrió advirtiéndole. “No por mucho tiempo”.
A Delia no le importaban sus palabras, siempre tenía veneno que arrojar. “Si me disculpas, mi esposo me está esperando”. Al decir Esposo lo dijo en el mismo tono que Paula la llamó señora Ornelas.
La música era cálida, Delia tomaba su copa de vino, Edgar se acercó besando su hombro. “Bailemos”.
Delia quería negarse, pero observo alrededor, ellos eran la pareja del año, todos estaban atentos a sus movimientos, ella llevaba un vestido de gala negro satinado pegado a su cuerpo, con abertura en el muslo, Edgar por su parte llevaba un smoking negro con su cabello peinado hacia atrás.
Mientras bailaban Edgar la miraba, ella era unos centímetros más baja. Edgar le dijo. “te ves hermosa esta noche”.
Delia lo miro. “¿Solo esta noche?”.
Edgar se carcajeó. “Todo el tiempo”.
Delia asintió y miró hacia la izquierda ignorando al hombre, Paula estaba de pie mirándolos bailar, parecía que su rostro se deformaba completamente, estaba furiosa.
La fiesta se terminó, Edgar llevó a Delia al auto donde el chofer los esperaba. Todo el camino, estuvieron en silencio, Edgar la miraba de vez en cuando, suspiro cansado, Delia había cambiado mucho después de ese día…
El día que todo lo cambio…
Llegaron a la mansión, Delia entró dejando su bolso y subió las escaleras, Edgar solo la miraba alejarse.
Delia entró a su habitación y empezó a desvestirse, aventando cada tacón algún lado de la habitación, odiaba usar tan altos pero la fiesta lo ameritaba.
Edgar entró quitándose la corbata, al ver los tacones los recogió y los acomodó en el armario, se acercó a su esposa rozando sus hombros. “¿Estás cansada?”.
Ella le daba la espalda, se quitaba las joyas cerca de la mesa de noche, su rostro estaba iracundo, al girar ella le sonrió amablemente. “Un poco”.
Edgar empezó a besar su mejilla. “Muy cansada para…” El beso su cuello despacio. Delia sabía lo que él quería, mientras él viajaba por su pecho ella perdía la sonrisa mirando a la nada.
Dejó que Edgar la tomará, la desvistió llevándola a la cama. Besos sus labios, su barbilla, su cuello, bajando de a poco, ella solo miraba el techo en silencio sin ningún sentimiento en su rostro, era limpio y frio, ella gimió, Edgar era bueno en el sexo y sabia como hacerla sentir un gran orgasmo, Delia solo cerro sus ojos hasta llegar al máximo…
Edgar la observó llegar, feliz por satisfacerla, la levantó y giró en la cama se adentró más en ella, besando sus espalda y cuello por detrás, ella solo siguió sus movimientos, él terminó minutos después, la cargo y se acostó a un lado respirando agitadamente. “Fue increíble”.
Delia solo se cubrió con la sábana y le dio la espalda. Edgar se limpió y la abrazo por detrás besando su hombro. “Delia…”
Ella no se giró solo hizo un sonido. “HHmm”. Ya estaba algo adormilada y no tenía intención de seguir hablando con el hombre, su trabajo de hoy fue agotador y la cena muy cansada, tener que soportar a todos esos hombres que antes adoraban a su padre, que ahora idolatraban a su esposo la hacía sentir mucho asco.
Edgar volvió a besar su hombro varias veces tratando de suavizar lo que diría. “Tengo que hacer un viaje, serán siete días”.
Delia abrió los ojos escuchándolo en silencio sin moverse. Pensando para sus adentros. – Otro viaje-
Edgar la giró para ver su rostro, acomodó su cabello para ver su expresión. “Paula irá conmigo… solo es por negocios, es mi asistente, tiene que acompañarme”. Él quería dejar claro por qué viajaba con la mujer. “Ramón también irá con nosotros”. Delia no hizo ningún gesto y solo le dijo de forma muy tranquila. “Está bien”. Edgar no estaba muy convencido, besó sus labios rápidamente. “¿Segura?”. Delia le sonrió fingidamente. “Si, estaré bien”. Edgar la dejó volver a su lugar y la siguió abrazando por detrás, le susurro algo más sin que lo mirara, no quería hacerla enojar… “Cuando regrese del viaje iremos a ver un especialista”. Delia frunció el ceño girándose para interrogarlo. “¿Especialista? ¿Para qué?”. Edgar acarició su mejilla. “Tenemos años juntos y no has podido quedar embarazada… debe haber algún problema”. Delia ya molesta le dijo. “Estoy bien, a mí no me pasa nada”. Edgar trató de convencerla. “Solo quiero que nos examinen, a ambos, para ver si hay algún problema, des
El hombre negó. “Por lo que se y lo que el abogado de su padre y el señor Ornelas nos entregó, el único albacea de todo es su esposo, si usted quiere pelear algo debe traer los documentos necesario y…” Ella notó el nerviosismo del hombre. “¿Qué pasa?”. El hombre le explicó. “El señor Ornelas, su esposo ya es muy poderoso en la ciudad, la gente y otras empresas tienen miedo de lo que pueda hacer en su contra si la ayudamos”. Ella abrió mucho los ojos, nadie estaba dispuesto a ayudarla por miedo. ----------------------- Ella volvió en sí y abrió la puerta al escuchar el timbre, recriminando a la mujer que entraba. “¿Por qué tardaste tanto?”. Gaby era una mujer rubia de ojos verdes, era hermosa y simpática, entró junto a los dos hombres. “Cálmate, tenemos tiempo, Martita está ayudando a un anciano en el arroyo, creo que hasta le está coqueteando”. Delia negó rodando los ojos, su amiga tenía muchas formar y artimañas para salirse con la suya. Gabriel hermano gemelo de Gaby se ac
Delia entendió. Gabriel terminó de escanear todos los documentos, Los gemelos salieron de la oficina, Delia se quedó un momento mirando alrededor, todo seguía como su padre lo tenía, no había entrado a la habitación desde su muerte, Edgar lo tenía siempre con llave, salió del despacho no sin antes revisar que todo haya quedado como estaba para que Edgar no se enterara que estuvieron ahí. Gaby abrazó a su amiga calmándola. “Solo 7 días amiga y serás libre”. Delia sonrió feliz y repitió incrédula. “Solo 7 días”. Acompañó a los hermanos a la salida. Gaby abrazó a su amiga en la puerta de la casa y le dijo. “Se fuerte, te ayudaremos hasta el final”. Delia sonrió confiada ahora tenía una oportunidad, no la desperdiciaría. Gabriel tomó su manó besándola. “Sabes… desde niño te vi crecer junto a mi hermana, con el tiempo me di cuenta que me gustabas, no era solo amor de hermanos, era algo más, decidí irme a estudiar y prepararme para poder estar al nivel de tu familia, pero mi sorpresa c
La gente gritó y estaban asombrados por el accidente, el hombre del auto salió mirando desde su puerta a mi esposa en el suelo incrédulo. Yo me quedé estático, no podía moverme, mi corazón agitado retumbaba en todo mi pecho, solo estaba a metros de ella y no pude detenerla… No pude salvarla… Llegué hasta ella caminando muy despacio, un hombre la atendía y pedía una ambulancia a gritos, había sangre… en su cabeza su ropa estaba rasgada y lo peor, había sangre en su entrepierna. Yo me acerqué, apretaba fuerte la caja con mis manos, el hombre me miró preguntando. “¿La conoce?”. Yo asentí. “Es mi esposa”. El hombre gritó. “¡Llame a una ambulancia rápido!”. Él se alejó de mi esposa pidiéndole a la gente alejarse y dar espacio, yo me incliné tocando su rostro, ella estaba inconsciente, su bello rostro tenía raspaduras menores. Los paramédicos me alejaron y la atendieron, yo di mi nombre y subimos a la ambulancia, observé por la ventana por unos momentos mirando la caja de Delia en la
La mujer observó la bolsa preguntando. “¿Va a salir señora?”. Delia confirmó sentándose en la mesa. “Si, iré a la asociación, necesito verificar algunos asuntos personalmente”. Delia se encargaba de una asociación que su padre había creado para mujeres con cáncer. Martha entendió y le expresó. “Le diré al chofer que esté listo”. Delia asintió, sabía que no podría salir de la casa sin que el chofer la llevara. Tenía que vigilarla en todo momento. Llegó a la asociación, el chofer se despidió, pero no se fue, se quedaría hasta que Delia terminará. Gaby ya la esperaba en su oficina. Delia entró cerrando y sacó la caja llena de joyas de su madre. Gaby examinó las piezas. “Son hermosas, tu padre siempre tuvo buen gusto para los regalos”. Delia miró una pieza en especial, eran un collar con zafiros, Delia al igual que su madre amaban los zafiros. Gaby guardó todo en su bolsa. “Mi hermano dijo que tenía todo listo, solo seis días Delia”. Delia asintió, claro que contaría cada día c
Edgar y Delia entraron al despacho, al cerrarla puerta Edgar se acercó a ella tratando de abrazarla, Delia se negó. “Habla te escuchó”. Edgar le dijo. “Yo, fui un tonto, Paula me beso y yo no la aleje, es mi culpa, pero nunca había pasado más nada entre nosotros, yo te amo Delia, eres la única”. Delia lo miró y le dijo. “Será mejor que nos demos un tiempo, perdí a mi bebe y no estoy lista para seguir contigo”. Edgar se acercó besándola. “Yo te ayudaré, a mí también me dolió, fue mi culpa Delia, déjame estar contigo, sanarnos juntos”. Ella amaba al hombre, pero el dolor por perder a su pequeño le carcomía el corazón y todo por su engaño. “No estoy segura de que pueda perdonarte”. Edgar le dijo acercándose a ella tomando sus mejillas. “Vuelve conmigo, solo unos meses, dame la oportunidad de reivindicarme”. Ella asintió, Edgar beso sus labios y la abrazo, pero ella se quedó estática, recordando cómo su esposo besaba a otra. Lo peor era imaginárselo en la cama con Paula. -----------
El señor Fausto le explicó a su hija tomándola de la mano. “Yo… le entregué todo… confiaba en él… era como un hijo”. Delia agacho su cabeza, ahora entendía, ellos ya no tenían nada, limpio su rostro de lágrimas y le sonrió a su padre. “Iré por mis cosas”. Ella subió quedándose en el pasillo por unos segundos recargada en la pared. El señor Fausto miró a su hija subir derrotada, después giró mirando a Edgar. “Esto… nunca te lo perdonare”. Edgar se acercó. “Yo la amo, solo quiero que este conmigo, con el tiempo ella me perdonara y volveremos a hacer la familia de siempre, ya lo verás, sé que en este momento no me entiendes, pero no olvides que eres como mi padre, el que nunca tuve y lo único que quiero es que sigamos juntos, los tres”. Fausto observó al hombre negando. Se levantó del sillón tratando de caminar a las escaleras, Edgar quería ayudarlo, pero el hombre se negó manoteando para que no lo tocara. Delia se burló y caminó hasta su habitación. ----------------------- Delia
Al día siguiente Martha se despidió. “Señora, volveré en unos días, espero que disfruten de su aniversario, se lo merecen”. Delia asintió sonriéndole. “Disfruta tu viaje”. Martha subió al coche donde el chofer la esperaba, Delia se quedó sola en la casa, subió las escaleras y sacó una pequeña maleta de deportes del armario. Delia tenía casi todo listo era poca la ropa que llevaría con ella, no quería recuerdos de nada que estuviera conectado con Edgar, entró en su armario buscando la carpeta de documentos personales, pero en vez de eso encontró una caja, la tomo sacándola y llevándola a la cama, estaba llena de polvo, ella sopló el polvo y la abrió, ahí encontró los detalles que Edgar le daba cuando eran novios, fue sin dudarlo una bonita época, ella estaba realmente enamorada…. Recuerdo de Delia… Delia bajo del auto, entrando en la empresa, su padre quería que aprendiera todo sobre la compañía, habían contratado un nuevo administrador, era hijo de un viejo amigo que murió hace t