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7 DIAS PARA DEJARTE
7 DIAS PARA DEJARTE
Por: Ara Yi
CAP 1 ¿QUE PODRIA FALTARTE?

Los hombres en el evento tintineaban las copas entre sí, era una gran celebración de la compañía COMVIT se había adjudicado una más de las pequeñas empresas de la ciudad, formando un gran emporio.

Todo esto hecho por Edgar Ornelas, un joven abogado que al morir su suegro se quedó a cargo de la compañía, antes era una pequeña empresa dedicada a comidas congeladas, que solo se distribuía en centros comerciales, ahora con él a cargo la industria aumentó, muchos restaurantes y hoteles de alta categoría manejaban ya los diferentes productos.

Un anciano habló. “Felicidades Edgar, un hombre como tú no es común, tus ideas y emprendimiento han llevado a la cima la empresa COMVIT, Fausto debe estar orgulloso”.

Edgar un hombre alto, guapo y de ojos color miel le sonrió. “Estoy halagado, solo trato de llevar lo que mi suegro construyó a un mejor nivel”. Giro para ver a la mujer que venía a su lado preguntándole amorosamente. “¿Verdad cariño?”.

Delia miró a su esposo y sonriendo asintió, regalándole a todos una mirada tranquila, después le dijo al hombre mayor. “Mi padre luchó mucho por esta empresa y la gente que trabaja aquí también merece algo de crédito”.

El hombre sonrió recordando al fundador y como era su estilo de trabajo en la empresa. “Está en toda la razón, Señora Ornelas”.

Miro a Edgar elogiando. “Tienes una carrera bien construida, una empresa que está llegando a la cima y una hermosa e inteligente esposa… ¿Qué podría faltarte?”.

Edgar sonrió y con esperanza en su voz dijo mirando a su esposa. “Un hijo”.

Ella perdió por un momento su sonrisa, respiró profundo, se tranquilizó y asintió a los presentes disculpándose. “Iré al tocador”.

Delia se fue directamente al baño, se lavó la cara y se miraba en el espejo en silencio, le dolía la mandíbula de sonreír tan fingidamente.

Se limpió las manos y salió para seguir con la gran farsa…

Caminando hacia la mesa de postres se encontró con Paula, la secretaria de su esposo. Ella sonreía de manera petulante. “Señora Ornelas…” Esto lo dijo con un tono despectivo.

Delia miró a la chica, era joven, bonita y llevaba un vestido de noche demasiado revelador para su gusto.

“Paula ¿Estás disfrutando de la fiesta?”. Delia en ningún momento perdió la cordura y fue amable con la mujer.

Paula hizo un puchero. “Estoy aburrida… Edgar está ocupado y apenas me ha dirigido la palabra”.

Delia sonrió y levantó su rostro en alto. “Lo siento por ti, eso es lo que te ganas con meterte con un hombre casado”.

Paula la miró por un momento en silencio y después sonrió advirtiéndole. “No por mucho tiempo”.

A Delia no le importaban sus palabras, siempre tenía veneno que arrojar. “Si me disculpas, mi esposo me está esperando”. Al decir Esposo lo dijo en el mismo tono que Paula la llamó señora Ornelas.

La música era cálida, Delia tomaba su copa de vino, Edgar se acercó besando su hombro. “Bailemos”.

Delia quería negarse, pero observo alrededor, ellos eran la pareja del año, todos estaban atentos a sus movimientos, ella llevaba un vestido de gala negro satinado pegado a su cuerpo, con abertura en el muslo, Edgar por su parte llevaba un smoking negro con su cabello peinado hacia atrás.

Mientras bailaban Edgar la miraba, ella era unos centímetros más baja. Edgar le dijo. “te ves hermosa esta noche”.

Delia lo miro. “¿Solo esta noche?”.

Edgar se carcajeó. “Todo el tiempo”.

Delia asintió y miró hacia la izquierda ignorando al hombre, Paula estaba de pie mirándolos bailar, parecía que su rostro se deformaba completamente, estaba furiosa.

La fiesta se terminó, Edgar llevó a Delia al auto donde el chofer los esperaba. Todo el camino, estuvieron en silencio, Edgar la miraba de vez en cuando, suspiro cansado, Delia había cambiado mucho después de ese día…

El día que todo lo cambio…

Llegaron a la mansión, Delia entró dejando su bolso y subió las escaleras, Edgar solo la miraba alejarse.

Delia entró a su habitación y empezó a desvestirse, aventando cada tacón algún lado de la habitación, odiaba usar tan altos pero la fiesta lo ameritaba.

Edgar entró quitándose la corbata, al ver los tacones los recogió y los acomodó en el armario, se acercó a su esposa rozando sus hombros. “¿Estás cansada?”.

Ella le daba la espalda, se quitaba las joyas cerca de la mesa de noche, su rostro estaba iracundo, al girar ella le sonrió amablemente. “Un poco”.

Edgar empezó a besar su mejilla. “Muy cansada para…” El beso su cuello despacio. Delia sabía lo que él quería, mientras él viajaba por su pecho ella perdía la sonrisa mirando a la nada.

Dejó que Edgar la tomará, la desvistió llevándola a la cama. Besos sus labios, su barbilla, su cuello, bajando de a poco, ella solo miraba el techo en silencio sin ningún sentimiento en su rostro, era limpio y frio, ella gimió, Edgar era bueno en el sexo y sabia como hacerla sentir un gran orgasmo, Delia solo cerro sus ojos hasta llegar al máximo…

Edgar la observó llegar, feliz por satisfacerla, la levantó y giró en la cama se adentró más en ella, besando sus espalda y cuello por detrás, ella solo siguió sus movimientos, él terminó minutos después, la cargo y se acostó a un lado respirando agitadamente. “Fue increíble”.

Delia solo se cubrió con la sábana y le dio la espalda. Edgar se limpió y la abrazo por detrás besando su hombro. “Delia…”

Ella no se giró solo hizo un sonido. “HHmm”. Ya estaba algo adormilada y no tenía intención de seguir hablando con el hombre, su trabajo de hoy fue agotador y la cena muy cansada, tener que soportar a todos esos hombres que antes adoraban a su padre, que ahora idolatraban a su esposo la hacía sentir mucho asco.

Edgar volvió a besar su hombro varias veces tratando de suavizar lo que diría. “Tengo que hacer un viaje, serán siete días”.

Delia abrió los ojos escuchándolo en silencio sin moverse. Pensando para sus adentros. – Otro viaje-

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