La gente gritó y estaban asombrados por el accidente, el hombre del auto salió mirando desde su puerta a mi esposa en el suelo incrédulo.
Yo me quedé estático, no podía moverme, mi corazón agitado retumbaba en todo mi pecho, solo estaba a metros de ella y no pude detenerla… No pude salvarla…
Llegué hasta ella caminando muy despacio, un hombre la atendía y pedía una ambulancia a gritos, había sangre… en su cabeza su ropa estaba rasgada y lo peor, había sangre en su entrepierna.
Yo me acerqué, apretaba fuerte la caja con mis manos, el hombre me miró preguntando. “¿La conoce?”.
Yo asentí. “Es mi esposa”.
El hombre gritó. “¡Llame a una ambulancia rápido!”.
Él se alejó de mi esposa pidiéndole a la gente alejarse y dar espacio, yo me incliné tocando su rostro, ella estaba inconsciente, su bello rostro tenía raspaduras menores.
Los paramédicos me alejaron y la atendieron, yo di mi nombre y subimos a la ambulancia, observé por la ventana por unos momentos mirando la caja de Delia en la calle tirada, la nota había volado con el viento y los zapatos estaban regados en el suelo, camino al hospital los paramédicos la canalizaban y revisaban sus heridas.
Yo solo susurré mirando a Delia fijamente. “Está embarazada”.
Ellos me miraron de una forma que nunca voy a olvidar. Sus rostros mostraban angustia y decepción.
Al llegar al hospital la trasladaron a urgencias dejándome en el pasillo con una asistente a la que le di todos los datos necesarios, me acerque a una silla sentándome, no sé cuánto tiempo estuve ahí hasta que tocaron mi hombro.
Levante mi rostro y observé a mi suegro con una mirada de preocupación. “¿Dónde está mi hija?”.
Yo me levanté explicando lo que pasó en la calle, pero omitiendo lo de la oficina.
El hombre se sentó pensativo. “¿Por qué ella hizo esto?”.
Yo negué y mis lágrimas salieron, el hombre me miró asombrado.
Yo solo pude pronunciar. “Perdón… Ella me vio… con Paula…”
Fausto, el que siempre admire y quería como un padre para mí, me mostró su decepción. “¿Cómo pudiste hacerle eso a Delia? Ella te ama”.
Yo negaba, todavía no comprendía lo que pasaba, como un error había cambiado todo tan drásticamente.
El doctor salió. “Familiares de Delia Carvajal”.
El señor Fausto giro diciendo. “Soy su padre ¿Cómo está?”.
El doctor nos explicó. “Ella estará bien, solo tiene una pierna rota, algunos golpes leves, pero él bebe… no se pudo salvar”.
Yo me quedé en shock escuchando las últimas palabras del doctor.
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Edgar volvió en sí, se acercó a la mesa y tomó un trago rápidamente el líquido quemaba su garganta, pero el dolor en su pecho era más duro, perdió a su hijo y a su esposa ese día, nunca volvieron hacer la pareja que tanto se amaba y era feliz, Delia había perdido todo brillo y alegría en sus ojos.
Decidió recostarse y descansar, la siguiente mañana sería muy pesada. Más tarde, Paula entró en la habitación, sigilosa caminó hasta la cama, llevaba solo una bata blanca que se quitó, se metió entre las sábanas y se acercó despacio a Edgar, tomando varias fotografías, él dormía sin sentir a la mujer, solo llevaba su pantalón de pijama y estaba desnudo del torso, sonrió al ver las diferentes fotos de Edgar y ella juntos en la cama y se vistió saliendo de la misma forma en que entró.
En la puerta se encontró de frente con Ramón, era el otro asistente de Edgar, la miró de forma despreciativa.
Paula sonrió victoriosa. “Edgar está muy cansado, deberías hablar con él mañana”.
Ella se alejó y entró en su recamara y envió las fotos a Delia con una gran sonrisa siniestra, ella tenía que lograr que se divorciaran, quería a Edgar para ella junto con todo el dinero que el viejo Fausto, no entendía porque después de lo que pasó Delia volvió con él, aunque perdió a su bebe y mandando todas las fotos y evidencias, Delia seguía de pie siendo la esposa perfecta y se negaba a dejarlo.
Pero tarde o temprano los lograría separar y ella sería la futura y única señora Ornelas. Dejaría de ser una insignificante secretaria y sería poderosa como siempre debió ser…
Delia despertó al día siguiente con pocos ánimos, siempre que Edgar se iba de viaje era lo mismo, por las mañanas siempre tenía mensajes de Paula mostrando el gran amor que tenían la pareja, ella tomó su teléfono y observó las imágenes de ese día.
Paula desnuda en la cama de Edgar, él dormía, había una frase que decía. Agradeciendo a mi amor con una gran noche de pasión por su hermoso regalo, Delia observó como Paula tocaba una gargantilla muy fina en su cuello, pero ahora verlas no le traían dolor como antes, era solo decepción, fastidio, era un sentimiento que ya no dolía.
Recordó la foto que envió el día anterior donde estaban juntos en una joyería, ella solo dejó el teléfono en la mesa como si nada hubiera pasado.
Delia se levantó y se duchó, se puso un vestido rosa pálido y salió de la habitación con su bolso, Martha el ama de llaves ya la esperaba al final de las escaleras. “Señora, el desayuno está listo”.
Delia miro a la mujer mientras bajaba, Martha era la nana de Edgar desde pequeño, él la amaba como una madre y ella quería verlo feliz a costa de todo y de todos, en algún momento Delia pensó que podría ser una mujer en la que podría confiar, pero estaba muy equivocada.
Martha haría lo que fuera por Edgar, vigilaba y acechaba a Delia en todo momento, era la informante de cada cosa que Delia hacía, con quien hablaba, quien la visitaba, no tenía nada de privacidad en la casa.
Hasta el chofer la ayudaba a vigilar con quien, y a donde salía, en esa casa no había nadie quien ayudará a Delia, estaba sola desde que su padre murió y la única que podía ayudarla ahora era Gaby.
La mujer observó la bolsa preguntando. “¿Va a salir señora?”. Delia confirmó sentándose en la mesa. “Si, iré a la asociación, necesito verificar algunos asuntos personalmente”. Delia se encargaba de una asociación que su padre había creado para mujeres con cáncer. Martha entendió y le expresó. “Le diré al chofer que esté listo”. Delia asintió, sabía que no podría salir de la casa sin que el chofer la llevara. Tenía que vigilarla en todo momento. Llegó a la asociación, el chofer se despidió, pero no se fue, se quedaría hasta que Delia terminará. Gaby ya la esperaba en su oficina. Delia entró cerrando y sacó la caja llena de joyas de su madre. Gaby examinó las piezas. “Son hermosas, tu padre siempre tuvo buen gusto para los regalos”. Delia miró una pieza en especial, eran un collar con zafiros, Delia al igual que su madre amaban los zafiros. Gaby guardó todo en su bolsa. “Mi hermano dijo que tenía todo listo, solo seis días Delia”. Delia asintió, claro que contaría cada día c
Edgar y Delia entraron al despacho, al cerrarla puerta Edgar se acercó a ella tratando de abrazarla, Delia se negó. “Habla te escuchó”. Edgar le dijo. “Yo, fui un tonto, Paula me beso y yo no la aleje, es mi culpa, pero nunca había pasado más nada entre nosotros, yo te amo Delia, eres la única”. Delia lo miró y le dijo. “Será mejor que nos demos un tiempo, perdí a mi bebe y no estoy lista para seguir contigo”. Edgar se acercó besándola. “Yo te ayudaré, a mí también me dolió, fue mi culpa Delia, déjame estar contigo, sanarnos juntos”. Ella amaba al hombre, pero el dolor por perder a su pequeño le carcomía el corazón y todo por su engaño. “No estoy segura de que pueda perdonarte”. Edgar le dijo acercándose a ella tomando sus mejillas. “Vuelve conmigo, solo unos meses, dame la oportunidad de reivindicarme”. Ella asintió, Edgar beso sus labios y la abrazo, pero ella se quedó estática, recordando cómo su esposo besaba a otra. Lo peor era imaginárselo en la cama con Paula. -----------
El señor Fausto le explicó a su hija tomándola de la mano. “Yo… le entregué todo… confiaba en él… era como un hijo”. Delia agacho su cabeza, ahora entendía, ellos ya no tenían nada, limpio su rostro de lágrimas y le sonrió a su padre. “Iré por mis cosas”. Ella subió quedándose en el pasillo por unos segundos recargada en la pared. El señor Fausto miró a su hija subir derrotada, después giró mirando a Edgar. “Esto… nunca te lo perdonare”. Edgar se acercó. “Yo la amo, solo quiero que este conmigo, con el tiempo ella me perdonara y volveremos a hacer la familia de siempre, ya lo verás, sé que en este momento no me entiendes, pero no olvides que eres como mi padre, el que nunca tuve y lo único que quiero es que sigamos juntos, los tres”. Fausto observó al hombre negando. Se levantó del sillón tratando de caminar a las escaleras, Edgar quería ayudarlo, pero el hombre se negó manoteando para que no lo tocara. Delia se burló y caminó hasta su habitación. ----------------------- Delia
Al día siguiente Martha se despidió. “Señora, volveré en unos días, espero que disfruten de su aniversario, se lo merecen”. Delia asintió sonriéndole. “Disfruta tu viaje”. Martha subió al coche donde el chofer la esperaba, Delia se quedó sola en la casa, subió las escaleras y sacó una pequeña maleta de deportes del armario. Delia tenía casi todo listo era poca la ropa que llevaría con ella, no quería recuerdos de nada que estuviera conectado con Edgar, entró en su armario buscando la carpeta de documentos personales, pero en vez de eso encontró una caja, la tomo sacándola y llevándola a la cama, estaba llena de polvo, ella sopló el polvo y la abrió, ahí encontró los detalles que Edgar le daba cuando eran novios, fue sin dudarlo una bonita época, ella estaba realmente enamorada…. Recuerdo de Delia… Delia bajo del auto, entrando en la empresa, su padre quería que aprendiera todo sobre la compañía, habían contratado un nuevo administrador, era hijo de un viejo amigo que murió hace t
Meses después… Delia revisaba algunos pendientes, se hallaba cansada y no había podido dormir bien los últimos días, su padre estaba delicado de salud. Edgar entró con un café en sus manos. Se acercó a su esposa, llegando por detrás y besó su cuello acercando la taza. “Tómalo te hará bien”. Delia suspiró al oler el café, lo tomó en pocos sorbos. Edgar se sentó frente a ella y pensativo le dijo. “No crees que será mejor que me encargue de la empresa”. Delia dejó su taza en el escritorio. “¿Irme de la empresa?”. Edgar se recargó en el escritorio frente a ella cruzando sus brazos. “Si, estás trabajando duro aquí, también en la asociación y la enfermedad de tu padre, es mucho peso para ti”. Ella suspiró recargándose en la silla, cerró sus ojos por un momento, Edgar se levantó acercándose y sentándose en el escritorio muy cerca de ella, frente a frente, acarició su mejilla. “Esto es mucho para ti… déjame ayudarte aquí…” Ella abrió los ojos y miró al hombre, lo amaba con locura y la
Gaby entró a la casa, Delia salió de la habitación de sus papás y llegó a las escaleras pidiéndole a su amiga. “Sube”. Gaby subió las escaleras hasta la habitación de Delia, ella se movía por todos lados terminando de empacar algunas fotos de sus padres, Gaby al ver la habitación se asombró. Delia tomó la bolsa de deportes revisando por última vez su teléfono, Gaby caminaba por la habitación anonadada. “Espero que esto, haga que te deje en paz”. Delia ignoró a su amiga y siguió en lo suyo. Gaby giro mirando a su amiga cerrar la bolsa. Delia caminó a la cama y la observó por un momento para después dejar su teléfono desbloqueado, levantó la vista y se colocó la bolsa. “Listo, hay que irnos”. Gaby asintió y salieron juntas, charlaban mientras llegaban al auto de Gaby, que estratégicamente estaba estacionado cerca del vigilante, el hombre se asomó y miró a las dos mujeres, llevaban ropa deportiva y cada una su maleta de deportes, el volvió a la caseta y abrió el portón. Delia y Gab
Delia entró al baño, ahí encontró a una chica jugando con su celular, llevaba igual y su parecido a Delia era sorprendente. “Hola”. Delia se acercó. La chica guardó su teléfono y la miró. Delia le dijo. “Hagamos esto rápido”. La chica y Delia conversaron un poco, Delia se colocó una peluca rubia rápidamente, la chica se peinó el cabello como Delia, ya estaba teñido igual, sus facciones eran tan parecidas que podrías confundirlas fácilmente. Al final Delia le entregó un fajo de dinero diciendo. “Lo único que tienes que hacer, es salir en 5 minutos después de que me vaya y deambular por todo el lugar tratando que no te vean el rostro”. La chica entendió y se quedó ahí viendo a Delia mirarse por última vez en el espejo, ella respiro profundo y salió. Camino hasta la entrada, se encontró de frente con uno de los guardias, pero la ignoró al ver su cabello. Delia salió del lugar, Gaby la miraba de reojo. “Suerte”. Susurró y siguió tomando su bebida. Después de cinco minutos la chica
Ella negaba con la cabeza asustada. “Yo… te amo Edgar… Sé que es mi hermana, pero no tengo la culpa de enamorarme de ti, haría cualquier cosa porque te quedaras conmigo… Delia no te ama y nunca lo hará como yo lo hago”. Edgar se río levantándose. “Sabes… dudé muchas veces sobre su relación de hermanas, pero confié en ti… fue lo peor que pude hacer”. Paula le contó la historia de que eran hermanas, al principio no lo creía, pero ella le mostró pruebas de ADN y fotografías donde su suegro y la madre de Paula estaban juntos, Delia amaba a sus padres y adoraba el gran amor que se tenían, no permitiría que se desilusionara, así que optó por pedirle a Paula que lo ocultara de Delia, él se encargaría de ayudarla y apoyarla en secreto. Ramon entró, observó a Paula en el suelo y a su jefe de pie cerca. “Señor…” Edgar levantó la vista mirándolo, estaba molesto por que lo interrumpió. Ramon se acercó y le entregó la tableta. Edgar observó la noticia… Era sobre él y Paula, todas las foto