Ben hizo su boca una línea, la chica sabía algo.La ayudó a sentarse en el sillón, Gabriel y Edgar estaban desesperados, Samara lloraba mientras les explicaba. “Ella es mi hermana, me dijo muchas mentiras…” Levantó la vista. “Creo que ella sabe dónde está la señorita Mari”.La policía empezó a tomar notas. Samara describió todo lo que pasó en el departamento y con su hermana a lo largo de estos meses, Edgar caminaba por la habitación y Gabriel miraba a la chica con enojo.Al terminar los policías hablaron con Gabriel y Edgar, Ben se quedó cerca de Samara, la policía se acercó “No debe salir de la ciudad, usted está bajo investigación”. Samara asintió con miedo.Los policías se retiraron quedando solo los cuatro en la habitación, Gabriel caminaba de un lado a otro mientras Edgar hablaba con Ramon.Ben le preguntó a Samara. “Alguna idea de dónde la tiene”.Samara lo pensó por unos momentos. “No. Pero ella ha gastado todo mi dinero y el de mi tarjeta de crédito”.Ben entendió, miro a Edg
Paula hizo una mueca. “Siempre pensando en ella…”. Ella se sentó en la silla frente a Delia quien la miraba. Paula siguió. Siempre Delia, Delia, Delia. ¿Qué hay de mí? ¿Alguna vez viste por mí? Te amaba Edgar, estaba enamorada y ¿Qué hiciste? Solo me diste migajas”.Edgar se calmó tenía miedo de que la mujer intentara algo con Delia.Paula se burló golpeando los pies de Delia. “Siempre ella…” Volvió a golpear sus pies y dijo. “Siempre tú Delia”.Delia abrió mucho los ojos. La forma en que la miraba era aterradora. “Edgar intentó persuadir. “Paula, hablemos, estoy aquí para escucharte”.Paula le dijo. “Es muy tarde”. Y colgó el teléfono y lo tiró lejos, se levantó y Delia se quedó quieta mirándola.Paula la levantó y la abofeteó. “Todo es por tu culpa. Yo debía estar en tu lugar, yo debí estar con mi padre y debí casarme con Edgar, era mi vida”.Delia se cubrió como pudo la mejilla, corría sangre por su boca. Paula la tiró al piso y siguió reclamando. “Edgar nunca me tomó en cuenta, yo
Regresó con su hermano en silencio, cargo a la pequeña que ya dormía la llevó a su habitación y de la puerta él dijo a Gabriel. “Giovanna está dormida, nos tenemos que retirar…” Gabriel no contestó. Constanza salió con su hermano y vio por última vez la casa, llegó a la casa vecina y habló con la nana de Ray. “Hola.” La mujer mayor le sonrió. “Hola Constanza ¿Se van?”. Constanza asintió. “¿Recuerda lo que dijo el señor Ben sobre cuidar a Giovanna?”. La mujer asintió. Constanza le explicó. “Yo no podré cuidar más a la bebe, mi mama sigue en el hospital y necesito cuidarla”. La mujer, mayor asintió. “No te preocupes mañana iré yo”. Constanza le regaló una pequeña sonrisa triste y ambos pidieron un taxi, Daniel miraba a su hermana triste. “¿Por qué no volverás?”. Constanza se limpió las lágrimas. “Tenemos que cuidar de mamá ¿No recuerdas?”. Daniel asintió y se sentó en su lugar. Al día siguiente Gabriel despertó con jaqueca, se levantó directo a la cuna, la pequeña seguía durm
Paula salió de la casa limpiándose la sangre de la cara con la misma camisa, llevaba una pistola en las manos. “¡Estúpida, vas a pagar por esto!”. Camino al sendero observando el suelo, había algunas marcas de huellas. Edgar y Ramon iban juntos en la búsqueda, encontraron la vieja casa, Edgar miró tácitamente a Ramón quienes se acercaron sigilosamente, al llegar al auto, la puerta estaba abierta, Ramon encontró el teléfono en el asiento y se lo mostró a Edgar. Al verlo Edgar sintió opresión en su pecho al ver el gran agujero de bala. “Es de Delia”. Ramon tocó su hombro sacándolo del trance. “Sigamos”. Edgar asintió y siguieron a la casa, la puerta estaba abierta, Ramon revisaba todo mientras Edgar estaba de pie en el muro donde estaban las cadenas y algunos rastros de sangre… Gabriel buscaba entre los árboles, había por ahí cerca el lago, iba a acompañado de uno de los hombres de Edgar. “Señor, busquemos en el ara de los matorrales”. Gabriel asintió y giró encontrándose con una
Paula lo miró desconfiada. “¿Por qué dices eso? Antes no me querías ni verme ¿Porque ahora?”. Miro a Delia. “¡A si! Es porque la voy a matar”. Edgar trago. “No, Delia no me quiere, me di cuenta de eso y ya me cansé de perseguirla…” Delia lloraba mirando a Edgar que poco a poco se acercaba a ellas. Edgar llegó hasta un metro. “Delia ya no significa más para mi…” Paula examinó su mirada y sus palabras. “¿Seguro?”. Edgar asintió cuando llegó su pecho hasta la pistola, él miraba fijamente a Paula. Paula apuntó a Delia. “!Díselo! ¡Díselo a ella!”. Delia sintió como su cabello era arrancado. “¡Ah!”. Edgar se quedó quieto mirando a Delia como sufría. “Delia… Yo ya no te quiero…” Paula sonrió al escuchar a Edgar, dejó caer a Delia al suelo y la miró diciendo. “¿Oíste? Ya no te quiere” Le apuntó a Delia para matarla, Edgar le habló despacio para detenerla. “Paula”. La mujer giró, pero seguía apuntando. Edgar trató de persuadirla. “Si la matas, no podremos estar juntos, la policía te
Delia preguntó. “¿No sabes nada de ella?”. Hablaban de Constanza, Delia sabía que él sentía algo por la chica. Gabriel se entristeció. “No. Desde que su madre fue dada de alta, se mudaron y nadie sabe nada… Ramón me está ayudando a investigar dónde está”. Delia lo consoló. “Verás que pronto la encontrarás”. ………………… Pasó un mes más… Delia cuidaba de Edgar una tarde, la enfermera le había enseñado cómo hacerlo, Delia solo pedía ayuda al moverlo, pero casi todo lo hacía ella. Delia le daba un baño de esponja, recorría su piel, sus brazos y su cara mientras conversaba con él. “El bebe crece sano, es una niña, será hermosa, compraremos muchos vestidos lindos para ella…necesito que despiertes… te necesito aquí Edgar…” Algunos días después… En la habitación, se escuchaba la radio, Delia siempre podía música para Edgar, el empezó a mover los ojos, los abrió lentamente observando el techo blanco, giró un poco, no tenía mucha fuerza y observó alrededor, cerca estaba un ventanal donde hab
Constanza se negó. “No, aquí vivimos tranquilos y puedo mantener a mis hermanos bien, en aquella ciudad era muy complicado vivir”. Gabriel quería convencerla. “Ven a vivir conmigo”. Constanza lo miro a los ojos. Gabriel repitió. “Ven a mi casa, vive conmigo, me haré responsable, buscaremos una escuela para Daniel y tu hermana”. Las lágrimas de Constanza corrían por sus mejillas. Deseaba tanto hacerlo, pero… ¿Cuál sería su relación? “Si lo que quiere es hacerse cargo del bebe está bien, hablemos, pero no creo que sea buena idea que nosotros vivamos en su casa… Seriamos una carga para usted”. Gabriel se acercó limpiando sus lágrimas. “Tonta…” Él sonrió. “No son una carga… no lo eres… Constanza”. Ella levantó la vista mirándolo. Gabriel le sonreía. “Te quiero Constanza”. Ella se quedó muda. Gabriel beso despacio sus labios y le susurro cerca de ellos. “Quiero que estes conmigo… casémonos”. Desde la ventana sus hermanos los espiaban, sonreían felices. Gabriel siguió hablando mie
Los hombres en el evento tintineaban las copas entre sí, era una gran celebración de la compañía COMVIT se había adjudicado una más de las pequeñas empresas de la ciudad, formando un gran emporio. Todo esto hecho por Edgar Ornelas, un joven abogado que al morir su suegro se quedó a cargo de la compañía, antes era una pequeña empresa dedicada a comidas congeladas, que solo se distribuía en centros comerciales, ahora con él a cargo la industria aumentó, muchos restaurantes y hoteles de alta categoría manejaban ya los diferentes productos. Un anciano habló. “Felicidades Edgar, un hombre como tú no es común, tus ideas y emprendimiento han llevado a la cima la empresa COMVIT, Fausto debe estar orgulloso”. Edgar un hombre alto, guapo y de ojos color miel le sonrió. “Estoy halagado, solo trato de llevar lo que mi suegro construyó a un mejor nivel”. Giro para ver a la mujer que venía a su lado preguntándole amorosamente. “¿Verdad cariño?”. Delia miró a su esposo y sonriendo asintió, regal