Paula lo miró desconfiada. “¿Por qué dices eso? Antes no me querías ni verme ¿Porque ahora?”. Miro a Delia. “¡A si! Es porque la voy a matar”. Edgar trago. “No, Delia no me quiere, me di cuenta de eso y ya me cansé de perseguirla…” Delia lloraba mirando a Edgar que poco a poco se acercaba a ellas. Edgar llegó hasta un metro. “Delia ya no significa más para mi…” Paula examinó su mirada y sus palabras. “¿Seguro?”. Edgar asintió cuando llegó su pecho hasta la pistola, él miraba fijamente a Paula. Paula apuntó a Delia. “!Díselo! ¡Díselo a ella!”. Delia sintió como su cabello era arrancado. “¡Ah!”. Edgar se quedó quieto mirando a Delia como sufría. “Delia… Yo ya no te quiero…” Paula sonrió al escuchar a Edgar, dejó caer a Delia al suelo y la miró diciendo. “¿Oíste? Ya no te quiere” Le apuntó a Delia para matarla, Edgar le habló despacio para detenerla. “Paula”. La mujer giró, pero seguía apuntando. Edgar trató de persuadirla. “Si la matas, no podremos estar juntos, la policía te
Delia preguntó. “¿No sabes nada de ella?”. Hablaban de Constanza, Delia sabía que él sentía algo por la chica. Gabriel se entristeció. “No. Desde que su madre fue dada de alta, se mudaron y nadie sabe nada… Ramón me está ayudando a investigar dónde está”. Delia lo consoló. “Verás que pronto la encontrarás”. ………………… Pasó un mes más… Delia cuidaba de Edgar una tarde, la enfermera le había enseñado cómo hacerlo, Delia solo pedía ayuda al moverlo, pero casi todo lo hacía ella. Delia le daba un baño de esponja, recorría su piel, sus brazos y su cara mientras conversaba con él. “El bebe crece sano, es una niña, será hermosa, compraremos muchos vestidos lindos para ella…necesito que despiertes… te necesito aquí Edgar…” Algunos días después… En la habitación, se escuchaba la radio, Delia siempre podía música para Edgar, el empezó a mover los ojos, los abrió lentamente observando el techo blanco, giró un poco, no tenía mucha fuerza y observó alrededor, cerca estaba un ventanal donde hab
Constanza se negó. “No, aquí vivimos tranquilos y puedo mantener a mis hermanos bien, en aquella ciudad era muy complicado vivir”. Gabriel quería convencerla. “Ven a vivir conmigo”. Constanza lo miro a los ojos. Gabriel repitió. “Ven a mi casa, vive conmigo, me haré responsable, buscaremos una escuela para Daniel y tu hermana”. Las lágrimas de Constanza corrían por sus mejillas. Deseaba tanto hacerlo, pero… ¿Cuál sería su relación? “Si lo que quiere es hacerse cargo del bebe está bien, hablemos, pero no creo que sea buena idea que nosotros vivamos en su casa… Seriamos una carga para usted”. Gabriel se acercó limpiando sus lágrimas. “Tonta…” Él sonrió. “No son una carga… no lo eres… Constanza”. Ella levantó la vista mirándolo. Gabriel le sonreía. “Te quiero Constanza”. Ella se quedó muda. Gabriel beso despacio sus labios y le susurro cerca de ellos. “Quiero que estes conmigo… casémonos”. Desde la ventana sus hermanos los espiaban, sonreían felices. Gabriel siguió hablando mie
Los hombres en el evento tintineaban las copas entre sí, era una gran celebración de la compañía COMVIT se había adjudicado una más de las pequeñas empresas de la ciudad, formando un gran emporio. Todo esto hecho por Edgar Ornelas, un joven abogado que al morir su suegro se quedó a cargo de la compañía, antes era una pequeña empresa dedicada a comidas congeladas, que solo se distribuía en centros comerciales, ahora con él a cargo la industria aumentó, muchos restaurantes y hoteles de alta categoría manejaban ya los diferentes productos. Un anciano habló. “Felicidades Edgar, un hombre como tú no es común, tus ideas y emprendimiento han llevado a la cima la empresa COMVIT, Fausto debe estar orgulloso”. Edgar un hombre alto, guapo y de ojos color miel le sonrió. “Estoy halagado, solo trato de llevar lo que mi suegro construyó a un mejor nivel”. Giro para ver a la mujer que venía a su lado preguntándole amorosamente. “¿Verdad cariño?”. Delia miró a su esposo y sonriendo asintió, regal
Edgar la giró para ver su rostro, acomodó su cabello para ver su expresión. “Paula irá conmigo… solo es por negocios, es mi asistente, tiene que acompañarme”. Él quería dejar claro por qué viajaba con la mujer. “Ramón también irá con nosotros”. Delia no hizo ningún gesto y solo le dijo de forma muy tranquila. “Está bien”. Edgar no estaba muy convencido, besó sus labios rápidamente. “¿Segura?”. Delia le sonrió fingidamente. “Si, estaré bien”. Edgar la dejó volver a su lugar y la siguió abrazando por detrás, le susurro algo más sin que lo mirara, no quería hacerla enojar… “Cuando regrese del viaje iremos a ver un especialista”. Delia frunció el ceño girándose para interrogarlo. “¿Especialista? ¿Para qué?”. Edgar acarició su mejilla. “Tenemos años juntos y no has podido quedar embarazada… debe haber algún problema”. Delia ya molesta le dijo. “Estoy bien, a mí no me pasa nada”. Edgar trató de convencerla. “Solo quiero que nos examinen, a ambos, para ver si hay algún problema, des
El hombre negó. “Por lo que se y lo que el abogado de su padre y el señor Ornelas nos entregó, el único albacea de todo es su esposo, si usted quiere pelear algo debe traer los documentos necesario y…” Ella notó el nerviosismo del hombre. “¿Qué pasa?”. El hombre le explicó. “El señor Ornelas, su esposo ya es muy poderoso en la ciudad, la gente y otras empresas tienen miedo de lo que pueda hacer en su contra si la ayudamos”. Ella abrió mucho los ojos, nadie estaba dispuesto a ayudarla por miedo. ----------------------- Ella volvió en sí y abrió la puerta al escuchar el timbre, recriminando a la mujer que entraba. “¿Por qué tardaste tanto?”. Gaby era una mujer rubia de ojos verdes, era hermosa y simpática, entró junto a los dos hombres. “Cálmate, tenemos tiempo, Martita está ayudando a un anciano en el arroyo, creo que hasta le está coqueteando”. Delia negó rodando los ojos, su amiga tenía muchas formar y artimañas para salirse con la suya. Gabriel hermano gemelo de Gaby se ac
Delia entendió. Gabriel terminó de escanear todos los documentos, Los gemelos salieron de la oficina, Delia se quedó un momento mirando alrededor, todo seguía como su padre lo tenía, no había entrado a la habitación desde su muerte, Edgar lo tenía siempre con llave, salió del despacho no sin antes revisar que todo haya quedado como estaba para que Edgar no se enterara que estuvieron ahí. Gaby abrazó a su amiga calmándola. “Solo 7 días amiga y serás libre”. Delia sonrió feliz y repitió incrédula. “Solo 7 días”. Acompañó a los hermanos a la salida. Gaby abrazó a su amiga en la puerta de la casa y le dijo. “Se fuerte, te ayudaremos hasta el final”. Delia sonrió confiada ahora tenía una oportunidad, no la desperdiciaría. Gabriel tomó su manó besándola. “Sabes… desde niño te vi crecer junto a mi hermana, con el tiempo me di cuenta que me gustabas, no era solo amor de hermanos, era algo más, decidí irme a estudiar y prepararme para poder estar al nivel de tu familia, pero mi sorpresa c
La gente gritó y estaban asombrados por el accidente, el hombre del auto salió mirando desde su puerta a mi esposa en el suelo incrédulo. Yo me quedé estático, no podía moverme, mi corazón agitado retumbaba en todo mi pecho, solo estaba a metros de ella y no pude detenerla… No pude salvarla… Llegué hasta ella caminando muy despacio, un hombre la atendía y pedía una ambulancia a gritos, había sangre… en su cabeza su ropa estaba rasgada y lo peor, había sangre en su entrepierna. Yo me acerqué, apretaba fuerte la caja con mis manos, el hombre me miró preguntando. “¿La conoce?”. Yo asentí. “Es mi esposa”. El hombre gritó. “¡Llame a una ambulancia rápido!”. Él se alejó de mi esposa pidiéndole a la gente alejarse y dar espacio, yo me incliné tocando su rostro, ella estaba inconsciente, su bello rostro tenía raspaduras menores. Los paramédicos me alejaron y la atendieron, yo di mi nombre y subimos a la ambulancia, observé por la ventana por unos momentos mirando la caja de Delia en la