Delia entendió. Gabriel terminó de escanear todos los documentos, Los gemelos salieron de la oficina, Delia se quedó un momento mirando alrededor, todo seguía como su padre lo tenía, no había entrado a la habitación desde su muerte, Edgar lo tenía siempre con llave, salió del despacho no sin antes revisar que todo haya quedado como estaba para que Edgar no se enterara que estuvieron ahí.
Gaby abrazó a su amiga calmándola. “Solo 7 días amiga y serás libre”.
Delia sonrió feliz y repitió incrédula. “Solo 7 días”.
Acompañó a los hermanos a la salida. Gaby abrazó a su amiga en la puerta de la casa y le dijo. “Se fuerte, te ayudaremos hasta el final”.
Delia sonrió confiada ahora tenía una oportunidad, no la desperdiciaría.
Gabriel tomó su manó besándola. “Sabes… desde niño te vi crecer junto a mi hermana, con el tiempo me di cuenta que me gustabas, no era solo amor de hermanos, era algo más, decidí irme a estudiar y prepararme para poder estar al nivel de tu familia, pero mi sorpresa cuando volví fue encontrarte con alguien más, te veías realmente enamorada así que lo deje… Lamento mucho todo esto Delia, espero que puedas encontrar paz y felicidad en este nuevo cambio”.
Ella sonrió y lo abrazó. “Gracias Gabriel”. Le reconfortaba saber sobre el pasado, ella en algún momento sintió algo por él pero cuando conoció a Edgar se dio cuenta que solo era admiración.
Se despidió de ambos, mirándolos subir a su auto y marcharse. Ella subió a su habitación a darse un baño ya era tarde y Martha no tardaba en llegar.
Después de un baño largo escuchó la puerta. “Pasa”.
Ella sabía que era la ama de llaves.
La mujer entró sonriente. “Señora llegue hace un momento, le traje algunas fresas de temporada, están muy dulces”. Delia sonrió y tomó el plato, ella tenía su cabello envuelto en una toalla y usaba bata. “Gracias Martha, ve a dormir, debes estar cansada”.
La mujer asintió y salió dando las buenas noches. Delia terminó de secar su cabello y estaba a punto de acostarse cuando su teléfono sonó. Ella leyó el identificador, era Edgar su esposo.
Ella observó el teléfono en silencio por algunos momentos y sin muchas ganas contesto. “Hola”.
“Delia, amor”. Era esa voz que alguna vez la llenaba de alegría al escucharla.
“Si”.
Edgar tomaba una copa de vino en su habitación, llevaba bata y al parecer terminada de darse un baño “Quería que supieras que llegue con bien, ¿Cómo estuvo tu día?”.
Ella se recostó en su cama. “Fue tranquilo, como todos los demás…”
Hubo un silencio después de eso, Edgar respiró hondo. “Está bien, descansa, te llamaré mañana en la noche”.
Ella colgó sin hablarle más, Edgar se quedó mirando el teléfono por un largo tiempo recordando aquel trágico día en que todo cambió…
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Recuerdo de Edgar…
“Sabes que me deseas tanto como yo a ti, lo que pasó entre nosotros no fue un error, me amas”. Ella empezó a acercarse más quedando muy cerca, puso sus manos en mi cuello, trate de alejarla, pero ella habló. “Intentémoslo, no me importa ser tu amante, lo que deseo es estar contigo, tu esposa nunca sabrá lo que pasa entre nosotros”.
Ella besó mis labios, por un momento me sentí perdido, tratando de recordar la noche que estuve con Paula, pero no recordaba nada de lo que ella me dijo, solo desperté ese día con ella en mi cama desnudos.
Paula seguía besándome, estos labios no sabían a la miel de mi querida Delia, su rostro apareció en mi mente y cuando intenté alejar a Paula la puerta se abrió.
Delia estaba de pie mirándonos, sus ojos que siempre estaban llenos de alegría ahora tenían gran decepción.
“Delia”. Solo alcance a pronunciar, mientras ella negaba con su cabeza, sus lágrimas empezaron a salir y fue cuando me di cuenta que fui un estúpido, camine hacia ella alejando a Paula.
Delia dio un paso atrás y se giró para salir del lugar. “¡Delia!”. Grité con todas mis fuerzas.
Delia llegó hasta el elevador que se abrió rápidamente, corrí a alcanzar la puerta, pero no tuve éxito, presioné el botón rápidamente con la idea de que el elevador volviera, se abriera, pero fue inútil.
“Edgar…” Paula me llamó, gire a verla. “Esto estuvo mal Paula, no volverá a repetirse, entendiste”.
Ella con los ojos llorosos asintió, me sentía un maldito patán, después de segundos de esperar el elevador decidí irme por las escaleras de emergencia, corrí bajando lo más rápido que pude, fue eterno el camino, al llegar, busqué a Delia en la entrada, me acerque al guardia preguntando. “¿Mi esposa?”.
El guardia me miró de una forma despreciativa. “Ella… salió caminando por la calle”.
Iba a salir del edificio, pero él me llamó. “Señor…”
Gire para verlo. “Su esposa tiró esto”. El me entregó una cajita arrugada, al abrirla encontré unos zapatitos de bebe blancos, observó la tarjeta con la letra de mi esposa que decía. “Serás papá”.
Yo no podía creerlo, mi pecho se agitó de felicidad, pero reaccione rápidamente y mire al hombre, que me estaba juzgando en silencio, lo sé, debió haber visto a Delia salir llorando y tirar la caja.
Salí en la dirección que él me dijo. La busqué entre la multitud, recordé que usaba un vestido blanco con flores, su cabello castaño colgaba en su espalda, gire viendo las calles y semáforos, mire en dirección al parque y la vi…
Corrí cruzando la calle sin fijarme, un auto casi me atropella, yo solo logré brincar en el capote.
Corrí, seguí corriendo para alcanzarla, ella caminaba hacia la siguiente avenida, me adentre en la calle del parque por donde ella iba y observe que llegó a la esquina donde otra gente esperaba que el semáforo cambiara a verde, pero ella no…
Siguió su camino como si no escuchara nada, como si ella estuviera en otro mundo, los transeúntes la observaron y le gritaron, pero Delia nunca se detuvo, siguió caminando, un auto la golpeó fuerte y la lanzó varios metros.
La gente gritó y estaban asombrados por el accidente, el hombre del auto salió mirando desde su puerta a mi esposa en el suelo incrédulo. Yo me quedé estático, no podía moverme, mi corazón agitado retumbaba en todo mi pecho, solo estaba a metros de ella y no pude detenerla… No pude salvarla… Llegué hasta ella caminando muy despacio, un hombre la atendía y pedía una ambulancia a gritos, había sangre… en su cabeza su ropa estaba rasgada y lo peor, había sangre en su entrepierna. Yo me acerqué, apretaba fuerte la caja con mis manos, el hombre me miró preguntando. “¿La conoce?”. Yo asentí. “Es mi esposa”. El hombre gritó. “¡Llame a una ambulancia rápido!”. Él se alejó de mi esposa pidiéndole a la gente alejarse y dar espacio, yo me incliné tocando su rostro, ella estaba inconsciente, su bello rostro tenía raspaduras menores. Los paramédicos me alejaron y la atendieron, yo di mi nombre y subimos a la ambulancia, observé por la ventana por unos momentos mirando la caja de Delia en la
La mujer observó la bolsa preguntando. “¿Va a salir señora?”. Delia confirmó sentándose en la mesa. “Si, iré a la asociación, necesito verificar algunos asuntos personalmente”. Delia se encargaba de una asociación que su padre había creado para mujeres con cáncer. Martha entendió y le expresó. “Le diré al chofer que esté listo”. Delia asintió, sabía que no podría salir de la casa sin que el chofer la llevara. Tenía que vigilarla en todo momento. Llegó a la asociación, el chofer se despidió, pero no se fue, se quedaría hasta que Delia terminará. Gaby ya la esperaba en su oficina. Delia entró cerrando y sacó la caja llena de joyas de su madre. Gaby examinó las piezas. “Son hermosas, tu padre siempre tuvo buen gusto para los regalos”. Delia miró una pieza en especial, eran un collar con zafiros, Delia al igual que su madre amaban los zafiros. Gaby guardó todo en su bolsa. “Mi hermano dijo que tenía todo listo, solo seis días Delia”. Delia asintió, claro que contaría cada día c
Edgar y Delia entraron al despacho, al cerrarla puerta Edgar se acercó a ella tratando de abrazarla, Delia se negó. “Habla te escuchó”. Edgar le dijo. “Yo, fui un tonto, Paula me beso y yo no la aleje, es mi culpa, pero nunca había pasado más nada entre nosotros, yo te amo Delia, eres la única”. Delia lo miró y le dijo. “Será mejor que nos demos un tiempo, perdí a mi bebe y no estoy lista para seguir contigo”. Edgar se acercó besándola. “Yo te ayudaré, a mí también me dolió, fue mi culpa Delia, déjame estar contigo, sanarnos juntos”. Ella amaba al hombre, pero el dolor por perder a su pequeño le carcomía el corazón y todo por su engaño. “No estoy segura de que pueda perdonarte”. Edgar le dijo acercándose a ella tomando sus mejillas. “Vuelve conmigo, solo unos meses, dame la oportunidad de reivindicarme”. Ella asintió, Edgar beso sus labios y la abrazo, pero ella se quedó estática, recordando cómo su esposo besaba a otra. Lo peor era imaginárselo en la cama con Paula. -----------
El señor Fausto le explicó a su hija tomándola de la mano. “Yo… le entregué todo… confiaba en él… era como un hijo”. Delia agacho su cabeza, ahora entendía, ellos ya no tenían nada, limpio su rostro de lágrimas y le sonrió a su padre. “Iré por mis cosas”. Ella subió quedándose en el pasillo por unos segundos recargada en la pared. El señor Fausto miró a su hija subir derrotada, después giró mirando a Edgar. “Esto… nunca te lo perdonare”. Edgar se acercó. “Yo la amo, solo quiero que este conmigo, con el tiempo ella me perdonara y volveremos a hacer la familia de siempre, ya lo verás, sé que en este momento no me entiendes, pero no olvides que eres como mi padre, el que nunca tuve y lo único que quiero es que sigamos juntos, los tres”. Fausto observó al hombre negando. Se levantó del sillón tratando de caminar a las escaleras, Edgar quería ayudarlo, pero el hombre se negó manoteando para que no lo tocara. Delia se burló y caminó hasta su habitación. ----------------------- Delia
Al día siguiente Martha se despidió. “Señora, volveré en unos días, espero que disfruten de su aniversario, se lo merecen”. Delia asintió sonriéndole. “Disfruta tu viaje”. Martha subió al coche donde el chofer la esperaba, Delia se quedó sola en la casa, subió las escaleras y sacó una pequeña maleta de deportes del armario. Delia tenía casi todo listo era poca la ropa que llevaría con ella, no quería recuerdos de nada que estuviera conectado con Edgar, entró en su armario buscando la carpeta de documentos personales, pero en vez de eso encontró una caja, la tomo sacándola y llevándola a la cama, estaba llena de polvo, ella sopló el polvo y la abrió, ahí encontró los detalles que Edgar le daba cuando eran novios, fue sin dudarlo una bonita época, ella estaba realmente enamorada…. Recuerdo de Delia… Delia bajo del auto, entrando en la empresa, su padre quería que aprendiera todo sobre la compañía, habían contratado un nuevo administrador, era hijo de un viejo amigo que murió hace t
Meses después… Delia revisaba algunos pendientes, se hallaba cansada y no había podido dormir bien los últimos días, su padre estaba delicado de salud. Edgar entró con un café en sus manos. Se acercó a su esposa, llegando por detrás y besó su cuello acercando la taza. “Tómalo te hará bien”. Delia suspiró al oler el café, lo tomó en pocos sorbos. Edgar se sentó frente a ella y pensativo le dijo. “No crees que será mejor que me encargue de la empresa”. Delia dejó su taza en el escritorio. “¿Irme de la empresa?”. Edgar se recargó en el escritorio frente a ella cruzando sus brazos. “Si, estás trabajando duro aquí, también en la asociación y la enfermedad de tu padre, es mucho peso para ti”. Ella suspiró recargándose en la silla, cerró sus ojos por un momento, Edgar se levantó acercándose y sentándose en el escritorio muy cerca de ella, frente a frente, acarició su mejilla. “Esto es mucho para ti… déjame ayudarte aquí…” Ella abrió los ojos y miró al hombre, lo amaba con locura y la
Gaby entró a la casa, Delia salió de la habitación de sus papás y llegó a las escaleras pidiéndole a su amiga. “Sube”. Gaby subió las escaleras hasta la habitación de Delia, ella se movía por todos lados terminando de empacar algunas fotos de sus padres, Gaby al ver la habitación se asombró. Delia tomó la bolsa de deportes revisando por última vez su teléfono, Gaby caminaba por la habitación anonadada. “Espero que esto, haga que te deje en paz”. Delia ignoró a su amiga y siguió en lo suyo. Gaby giro mirando a su amiga cerrar la bolsa. Delia caminó a la cama y la observó por un momento para después dejar su teléfono desbloqueado, levantó la vista y se colocó la bolsa. “Listo, hay que irnos”. Gaby asintió y salieron juntas, charlaban mientras llegaban al auto de Gaby, que estratégicamente estaba estacionado cerca del vigilante, el hombre se asomó y miró a las dos mujeres, llevaban ropa deportiva y cada una su maleta de deportes, el volvió a la caseta y abrió el portón. Delia y Gab
Delia entró al baño, ahí encontró a una chica jugando con su celular, llevaba igual y su parecido a Delia era sorprendente. “Hola”. Delia se acercó. La chica guardó su teléfono y la miró. Delia le dijo. “Hagamos esto rápido”. La chica y Delia conversaron un poco, Delia se colocó una peluca rubia rápidamente, la chica se peinó el cabello como Delia, ya estaba teñido igual, sus facciones eran tan parecidas que podrías confundirlas fácilmente. Al final Delia le entregó un fajo de dinero diciendo. “Lo único que tienes que hacer, es salir en 5 minutos después de que me vaya y deambular por todo el lugar tratando que no te vean el rostro”. La chica entendió y se quedó ahí viendo a Delia mirarse por última vez en el espejo, ella respiro profundo y salió. Camino hasta la entrada, se encontró de frente con uno de los guardias, pero la ignoró al ver su cabello. Delia salió del lugar, Gaby la miraba de reojo. “Suerte”. Susurró y siguió tomando su bebida. Después de cinco minutos la chica