Había pasado una muy mala noche, la verdad, ni siquiera he podido pegar un solo ojo, lo único que he hecho en estas horas de oscuridad y silencio es llorar, hacerme un ovillo en la cama y llorar hasta no poder más.Hace apenas unos minutos que el sol había salido, talvez son las seis o siete de la mañana. Podía escuchar unos muy leves sonidos que provenían de la planta de abajo.Me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño que estaba en la habitación. Al entrar lo primero que divise fue mi reflejo en el espejo, un reflejo que no mostraba ni la mitad de la mujer que era hace algunas horas atrás, pues, simple y sencillamente la imagen que se vislumbraba en el espejo era la de una chica ojerosa, con los ojos, nariz y mejillas completamente rojas de tanto llorar, con el cabello largo hecho un gran desorden, la mirada llena de tristeza y muchas otros sinónimos de la palabra.Me lavé la cara y los dientes, salí del cubículo, sentía una enorme necesidad de ducharme pero no tenía nada
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