03

Habían pasado cinco días. Hoy era la cita de Camerón y Melissa. -una chica muy dulce de la Universidad- Camerón y yo teníamos el día libre en la cafeteria, él lo pasaria con Meli y yo estaría toda la tarde viendo peliculas en mi departamento.

-Cam, sal rápido, se te hará tarde, para recojer a melissa-dije ya aburrida de estar sentada en el sofa de la sala de estar de su departamento mientras él se vestia en su habitación.

-¡Ya!- exclamó saliendo de la habitación- ¿que tal me veo?- preguntó curioso con un poco de nervios.

Camerón estaba vestido con unos Jean negros ajustados, una camiseta blanca y una chaqueta negra, sus zapatos También eran negros, se veía más guapo de lo normal.

-¡Estas precioso!- él rió - definitivamente la vas a enamorar Cam- le dije con una sonrisa.

-Eso espero pequeña, eso espero- susurró con nerviosismo-vamos te dejaré en tu edifició.

-No, dejame en el supermercado que esta a cerca, tengo que comprar algo de dulces para entretenerme el restó de la tarde.

Él rió al mismo tiempo que asentía, y ambos salimos de su departamento. Tal como le dije me dejó en el pequeño automercado y se fue.

Salí del lugar con dos bolsas repletas de dulces y emprendí camino hacía mi hogar.

Una vez allí, dejé las compras en la mesa de la cocina y me fui a dar un baño, salí de la ducha, me coloque la ropa interior y luego unos shorts relativamente cortos de color negro y una camiseta de mangas largas del mismo color que llegaba un poco más arriba de mi onbligo y en medio tenía el logo de la marca puma.

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, saqué varios chocolates y un litro de helado de fresa, luego llevé todo a la sala de estar, encendí el televisor y pusé la primera pelicula que pareció.

Ya habían pasado varios minutos y la pelicula era un poco aburrida pero áun asi seguía viendola, mi celular vibró en la mesita de centro, lo tomé, era un mensaje de un número desconocido.

Ven abajo, soy Cam, mi celular se ha descargado.

-Desconocido.

Se me hizo extraño que Cam, me estuviera pidiendo que bajará, cuando apenas había salido hace unos minutos y en este momento debería estar en el cine con Melissa. Pero áun así presa de la curiosidad, decidí bajar al recibidor del edifició.

Me subí al ascensor, con mi movil en la mano y presione el boton para bajar al primer piso. Cuando el ascensor se detuvo y sus puertas se abrierón sólo pude ver soledad, en el lugar no había absolutamente nadie, ni siquiera el guardia que siempre estaba en la puerta. A fuera del edifició había una fuerte lluvia, era eso lo que me proporcionaba la vista através del cristal que ocupaba una pared completa.

Decidí salir del ascensor aún sin ver a nadie, y me acerqué un poco más al ventanal donde a duras penas pude distinguir un auto estacionado del otro lado de la calle bajo la torrencial lluvia, así que decidí enviarle un mensaje.

Ya estoy aquí.

Ámbar.

Esperé unos segundos hasta que miré que leyó el mensaje, de pronto, un hombre totalmente mojado, entró por la puerta del edifició, era un hombre enorme, alto, muy alto y su compostura solo lograba intimidar.

El sujetó, empezó a caminar hacía mí rápidamente mis sentidos se activaron y corrí hacía el ascensor, pero esté ya había cerrado sus puertas, desesperadamente toqué una y otra vez el botón para que se abrieran las puertas, pero estas no cedieron.

Lo veía más cerca y como si de un bombillo se tratase, en mi cabeza aparecieron las escaleras de emergencia y salí corriendo hacía ellas, pero apenas y consegui dar una cuantas zancadas cuando el brazo del sujetó se enredó por mi abdomen y me arrebato el celular que ya se me había olvidado que tenía en las manos.

Al sentirme acorralada, que ya no tenía escapataria, no logre hacer nada más que llorar y dar gritos con la esperanza de que alguién me escuchará. El hombre empezó a caminar conmigo a cuestas mientras yo daba gritos, lloraba y pataleaba, y él ejercía más presión en su agarré dejándome sin aire.

Al salir del edifició, el frio clima solo hizo que mi piel se erizara completamente aumentando el terror y la incertidumbre. El hombre corrió hasta el otro lado de la calle, y se adentró en el vehículo.

Una vez dentro del auto, el hombre me soltó y yo me alejé lo más que pude de él, quedando completamente pegada a la otra puerta.

-Arranca- dictó el sujetó al otro hombre que hacía de chofer y obedeció sin objetar -no cederá, está cerrada- dijo al percatarse que estaba tratando de abrir la puerta.

-¿Que es lo que quiere?- dije sollozando, muerta de miedo. El hombre me miró, mientras sacaba un pañuelo de uno de sus bolsillos.

-Nada, yo de tí no quiero nada, no me gustan las niñas-dijo sereno con los ojos clavados en mí - pero al parecer a el rey, sí, lo siento.- añadió dejándome confundida y luego se acerco a mi y puso el pañuelo en mi nariz, el pañuelo tenía un olor muy feo que rápidamente me hizo perder el conocimiento.

......

Un punzante dolor en mis sienes me hizo despertar, abrí un ojo y luego el otro y al darme cuenta que estaba en una habitación que no era la mía, me levanté rápidamente y todos los recuerdos aparecieron en mi como si de flashes se tratase.

El miedo me invadió al instante y ignorando el dolor de cabeza me levanté de la enorme cama y me acerqué a una de las puertas que se mantenian cerradas, traté de abrir una y ésta cedió, pero era un cuarto de baño, la cerré y me acerqué a la otra, traté de abrirla pero estaba cerrada, quise llorar pero me negué a hacerlo tenía que ocupar el tiempo en tratar de salir de acá, en saber que había sucedido, en donde estaba y por qué estaba aquí.

Obseve detenidamente la habitación buscando una salida, pero no había nada más que una ventana que indicaba que estaba en el segundo piso de algún lugar, me acerque a ella para mirar mejor hacia afuera.

Efectivamente estaba en el segundo piso de una casa. Por la ventana pude ver a muchos hombres armados al parecer haciendo guardia, el lugar estaba rodeado de arboles por lo que supusé que estabamos en medio de la nada o el algún sitió alejados de la ciudad.

La puerta se abrió abructamente haciéndome sobresaltar, y rápidamente giré en su dirección, el mismo hombre que me había sacado de mi edifició esgaba allí mirandome fijo.

-Vamos- dijo tejante, yo solo lo miré atenta.-¿Quieres que sea por las malas? ¡Bien!- dijo y se acercó a mí, tomándome de la misma forma que cuando me saco de mi hogar.

-¡Dejame ir!-grité mientras él caminaba a quién sabe a dónde conmigo en sus brazos-¡Por favor! ¡Sueltame! ¡No me hagas daño!- seguí gritando con fuerza mientras él descendía las escaleras de lo que parecía una enorme mansión- ¡Por favor! ¡por favor, dejame ir!

Abrió una puerta y detrás de ella apareció lo que parecía una oficina, frente a nosotros había un escritorio y detras de él una silla y alguién de cabello rubio sentado en ella, dándonos la espalda a nosotros.

-Rey-llamó el hombre al cual se le estaba haciendo costumbre calgarme- aquí ésta su encargó, tal y como usted lo pidió; sin un rasguño o indicios de haber sido maltratada.

El hombre de la silla se giró, cuando su mirada azulada chocó con la mía solo pude sentir más miedo del que tenía y las ganas de llorar se hicierón incontrolables cuando me sonrió, una sonrisa que decía muchas cosas pero la principal era que no escaparia de él.

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