07

Una vez que el “Rey” -como lo llamaban todos- terminó su desayuno, se levantó y sin medir ningúna otra palabra se retiró del comedor, y posteriormente la puerta que supusé era la de la entrada, fue abierta y luego cerrada.

Me quede unos minutos sentada en la mesa y luego salí del comedor con la intensión de buscar una salida, pero apenas puse un pies fuera del lugar la voz del hombre que parecía mi niñera me sorprendió y acto seguido me tomó del brazo y me trajo a la habitación.

Estaba mirando por la ventana. El día estaba nubloso al parecer iba a llover en cualquier momento, desde mi lugar podía ver claramente a tres hombres armados, estoy segura que hay más pero desdé aquí solo podía ver a esos tres. De esos tres hombre podía ver que dos se llevaban mal, pues uno de ellos intentaba separarlos a cada momento mientras que los otros no hacían más que mirarse desafiantes y dirigirse palabras que desde mi lugar no podía escuchar.

Mirar eso era algo nuevo, por ende interesante. La puerta de la habitación sonó y quitando la vista de los tres sujetos que me entretenían, miré hacia la puerta ver a la persona que estaba entrando a la habitación.

—Buenos días— saludó cordial pero con desdén una chica, que por el uniforme que llevaba puesto deduje que era del area de mantenimiento de la casa.— Han traído ésto para usted.— dijo dejando un montón de bolsas de diferentes marcas en la habitación y luego la niñera entró con muchas más bolsas.

Después de que dejarán todos los envoltorios dentro de la habitación ambos salieron, dejándome sola de nuevo.

Desdé mi lugar miré las bolsa exparcidas por el lugar y luego volví mi mirada a los tres hombres que me habian estado entreteniendo toda la mañana.

No tenía nada que mirar dentro de esas bolsas, porque aunque fueran las mejores marcas no tenía interes en ellas, mi ropa, mis cosas, todo lo que verdaderamente era mío estaba en mi casa, y ese lugar no era precisamente éste. Además no era necesario tanta ropa para mí, pues no pretendo pasar mucho tiempo en éste lugar, apenas mirara la oportunidad me iba a ir de esta mansión.

.......

El cielo estaba oscuro y nublado, eran aproximadamente las siete de la noche, en todo el día no había visto al  el “Rey” y más nadie había entrado a la habitación a excepción de la señora Carmen a traerme comida.

Estaba entretenida mirando por la venta, cuando la enorme verja empezó a subir automáticamente, enseguida toda mi atención se puso en ella, a medida que iba subiendo se podía divisar un auto detrás de ella, al parecer era el auto del rubio. Cuando la verja subió en su totalidad, el auto se adentro al interior del inmueble y justo cuando la barrera que dividía él encierro de la libertad estuvo apunto de bajar, la luz se fue, todo absolutamente todo, quedo en negro y un silencio sepulcral, el miedo que le tenía a la oscuridad empezó a florecer y las ganas de llorar y gritar se hicieron presente, pero no lo hice, de hecho, no hice nada solo me quede estática en mi lugar, mientras trataba de acompasar mi respiración. La puerta del auto siendo azotada fuertemente me sobresalto, unas pequeñas lamparitas de mano fueron encendidas por los hombres de seguridad, esos pequeños reflectores de luz hicieron que me calmara un poco más.

Una de las lamparitas alumbró la cara de rubiales, que se veía enojado pero al mismo tiempo preocupado.

—Esten alertas, ésto puede ser una trampa, Cuiden la verja—Gritó fuerte y gracias a que no había ningún otro sonido pude escuchar perfectamente. Cuando giré la vista a la verja abierta, solo una cosa cruzó por mi mente; Es ahora o nunca.

Solo tenía que esperar el momento adecuado, además no se me pasaba por alto las palabras del ojiazul; Esten alertas, ésto puede ser otra trampa, ¿A que se refería con eso?

La puerta de la habitación fue abierta abruptamente haciendome sobresaltar, apenas pude divisar a la persona que había entrado, era él rubio.

—¿Estas bien?— preguntó, tocando mi mejilla, haciendo que la ya conocida corriente eléctrica se paseara por mi cuerpo.

—Si, solo no me gusta la oscuridad — le hice saber en un susurró apenas audible.

—Tranquila, ya regresara la luz— dijo y se dirigió a la salidad de la habitación — Cuidala—dictaminó al guardia niñera y luego ya no lo pude ver más.

Había dejado la puerta abierta, pero el puto animal  guardián seguía allí parado, no podía salir así, de la nada, porque me perseguiría y no duraría ni tres segundos en atraparme.  Tenía que ideal algo para poder escapar.

—¡Hey!— llamé su atención y pude ver su silueta asomarse por la puerta—hay un extraño ruido en el baño— fue lo primero que se me ocurrió.

El hombre asintió y sin mediar una sola palabra entró a la habitación y continuamente se abrió paso a tropezones con las bolsas esparcidas en el suelo hasta que llegó al baño. Apenas entró al interior de aquel lugar me levanté y caminé con sumo cuidado hasta la puerta.

Sentía mi corazón chocar frenéticamente con mi pecho, era más que obvio que el miedo estaba carcomiendome pero me sostenía de la idea de poder ir y abrazar a Cam nuevamente. Cuando estuve fuera de la habitación empecé a caminar por los lugares que se veían más oscuros, haciéndole caso omiso al miedo por la oscuridad, me sentía segura en el lugar dónde estaba metida, así que esperé a que el guardia que estaba buscando algo inexistente en el baño de la habitación saliera, y así lo hizo, de un momento a otro sus pasos fuertes y rápidos empezarón a resonar por el lugar mientras soltaba maldiciones.

Mis nervios incrementaron cuando pasó frente a mí, pero no me miró, Seguí la trayectoria siendo lo más sigilosa que podía ser hasta llegar a las escaleras, en ese momento por primera vez en mi vida agradecí por estar en un lugar oscuro, había voces abajo pero siendo aún más sigilosa que al principió empecé a descender las escaleras agachada.

—¿Que pasa con las luz?— la voz del rubio hizo que me quedara paralizada en el lugar donde estaba.— ¿Acaso esperan que vengan esos hijos de putas?— volvió a gritar, estaba cabreado.

—Ya Jonny esta en eso, Rey— dijo otro hombre, tenía que terminar con ésto rápido antes que el tal Jonny logrará poner la luz.

Cuando terminé de descender las escaleras me dirigí a la puerta principal, la cual estaba levemente entornada, y por ahí logre salir. Cuando sentí aire frío de la noche atravesarme el cuerpo para nada abrigado, sentí libertad. La lluvia ya había empezado a caer y eso facilitaba la tarea para que nadie escuchará mis pasos. Desdé mi lugar miré al rededor con cuidado de no ser notada por éste lado habían pocos guardias y estaban distraídos en qué sabe qué.

Salí del lugar y en silencio empecé a caminar hacía la verja abierta, apenas sentí el agua fría de la lluvia mi cuerpo se estremeció debido al frío, pero hice caso amiso a ello. Seguí caminando hasta que salí completamente de la enorme casa y empece a correr como si de ello dependiera mi vida, aunque no estaba muy lejos de la realidad. Talvez el rubio tendría intenciones de matarme apenas lo desobedeciera.

Aún a la distancia en la que me encontraba pude escuchar los gritos del rubio insultando a todos los guardias, y segundos después grandes zancadas detrás de mí, pero aún así seguí corriendo, mis lágrimas se camuflajeaban a la perfección con las gotas de lluvia que caían sobre mi cara, sentía un fuerte ardor en mis pies descalzos, Pero aún así continúe corriendo.

Sentía las zancadas de la persona que me seguía cada vez más cerca y eso me llenaba de impotencia, pero seguí corriendo con más fuerzas ignorado el aturdente dolor en mis pies y el miedo de ser atrapada. Pero sólo pasaron unos segundos más cuando sentí todo el pesó de esa persona en mi espalda, un pesó que me hizo caer fuertemente contra el asfalto, sentí mis rodillas arder apenas tocaron el suelo de cemento, y el mismo escozor en mis manos por ponerlas entré mi cuerpo y el piso para no golpear mi rostro.

El perfume del hombre sobre mi llegó a mis fosas nasales y enseguida supe de quien se trataba, era rubiales quien estaba sobre mí.

En un movimiento brusco volteó mi cuerpo de manera que ahora podía ver sus ojos, esos ojos azules que aún en la oscuridad alumbraban y que estaban llenos de enojó, yo no hacía nada más que llorar mientras él me miraba desafiante y enojado.

—Te dije que tú no ibas a escapar de mí —Dictaminó serió puntualizando cada vocablo. Acto seguido se levantó y tomandome del brazo me puso de pie, pero al instante en que mis pies volvieron a tocar el piso Jadee del enorme dolor que sentí. Pasó uno de sus brazos por detrás de mis piernas y me cargo para luego emprender camino a la casa.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP