08

Sentía su pecho subir y bajar con enojó, eso incrementaba el miedo en mí y por ende las lágrimas que caían sin parar por mis mejillas. Tenía miedo, no sabía que podía hacerme el rubio maldito una vez que llegaramos a la habitación donde me mantenía encerrada.

Cuando llegamos a la casa pude divisar a varios hombres que me miraban como si ubiese firmado mi sentencia de muerte, eso me llenó áun más de nervios. El rubio siguió caminando hasta la puerta de entrada de la mansión y entró, en el recibidor del lugar estaban la señora Carmen y otras tres chicas que no conocía.

No dijeron nada, la señora Carmen solo me miró con lástima, dos de las otras chicas miraban cualquier otro lugar que no fuera el mio, mientras que la chica restante, me miraba con burla, insuficiencia y otros sentimientos que no logré descifrar, ya que el ojiazul camino directo a las escaleras.

Al llegar a la habitación, entró y se aproximó a la cama, mis lágrimas seguían bajando por el miedo que sentía, pero mi sorpresa fue que él no dijo ni hizo nada, solo me aventó con violencia a la cama y sin decir ningúna palabra más se marchó cerrando la puerta con un fuerte portazo.

Y no sé si fue por alivio o otra cosa, sólo sé que las lágrimas volvieron siguieron con más fuerza y algunos sollozos las acompañaron. Casi inmediatamente el frío empezó a envolverme y la ropa mojada no ayudaba mucho, sentía los huesos entumecidos por el frío, traté de levantarme de la cama pero apenas mis pies tocaron el piso jadee debido al dolor que el contacto produjó.

No podía caminar, y estaba más que segura que mi temperatura se estaba subiendo, así que, sin ninguna otra opción me hice un ovillo en la cama, esperando que de esta manera el frío se fuera.

Te extraño a Cam.— susurré interiormente, callendo en un sueño profundo.

......

Sentí que mi cuerpo era levantado de la cama, y lentamente abrí los ojos; cabello rubio, perfil anguloso, era todo lo que podía ver desde mi lugar, ¿A dónde me lleva ahora?

Supe que me había metido a la ducha cuando sentí que me introdujo a la tina que nunca había usado, interiormente agradecí al maldito rubio, cuando mi cuerpo tubo contacto con el agua caliente de aquella bañera de porcelana.

Me sentía muy débil, apenas podía abrir los ojos y mantenerlos abiertos por unos dos o tres segundos, no podía mover ningún músculo y el dolor en mi pies eran agonizante.

—¿Q-Que haces?—pregunté en un susurró cuando sentí que trataba de quitar mi camiseta.

No obtuve respuesta de su parte, solo levantó la camiseta y la sacó por encima de mi cabeza, dejandome en brasier, el miedo había regresado, y esta vez no podía hacer nada, me sentía muy enferma para defenderme.

Sus manos bajaron hasta llegar a la pretina de mis shorts y los bajo hasta sacarlos de mi cuerpo, y entonces mis lágrimas salieron de nuevo.

—No te haré daño, así que deja de llorar — dijo serió. Abrí los ojos con dificultad y ahí estaba él mirándome — tienes mi palabra—sentenció con la misma neutralidad y yo asentí.

Luego que me desnudó por completo empezó a lavar mi cuerpo, en ocasiones lo miraba y no miraba miraba mi cuerpo sólo veía mi cara, incluso las partes íntimas hizo que yo fuera quien las lavarás y lo hice con mucho esfuerzo, pero lo hice.

Cuando el baño término, me vistió y me dejó sobre la cama, entró al baño nuevamente y luego regreso con un pequeño botiquín de emergencia,

—bebe ésto para que bajé la fiebre—su voz hizo que abriera los ojos, me estaba tendiendo una pastilla y un vaso de agua, trate de tomar el vaso pero no pude, aún estaba débil —yo te ayudo—y así lo hizo, puso la pastilla en mi boca y luego me ayudó a beber el agua, dejó el vaso la mesita de noche y se alejó al final de la cama.

—¡No!—dije en un susurro débil al sentir que tomó uno de mis pies en sus manos.

—Te has lastimado los pies, tienes heridas abiertas, si no las curamos se infertaran y será peor– dijo y asentí.

Contraje todas mi fuerzas para mantener los ojos abiertos mientras él curaba mis pies. Primero tomó un trozo de algodón, lo llenó de alcohol, y lo puso sobre la piel dañada, las lágrimas salieron y Jadee por el escozor que producía el alcohol a la carne expuesta.

Después que acabó de limpiar ambos pies, los envolvió con bendas blancas.

—Ya esta—susurró terminando su tarea — espero que el dolor que has sentido mientras curaba tus pies, te sirva de lección y no intentes volver a escapar— dijo sentándose cerca de mí para limpiar las lágrimas en mí cara— De mí nadie escapa, princesa—besó mi frente y se levantó para irse.

Y no sé porque lo hice, talvez la fiebre me estaba haciendo delirar o quizás fue el medicamento que me estaba llevando a un estado de inconciencia dónde no sabía que decía, Simplemente mi cabeza estaba desvariando, yo odiaba a ese hombre, lo detestaba por haberme robado la libertad, pero lo dije.

—Quedate, no te vayas — hablé a duras penas, cerrando los ojos porque se me hacía imposible mantenerlos abiertos— No quiero estar sola, por favor, quedate, no...no te vayas—y ya no supe más de mí.

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