El salón está lleno de rostros desconocidos, pero cada mirada es un filo cortante que me examina, mide y juzga.No debería importarme.Me he acostumbrado a las cortes, a sus juegos de poder y sus sonrisas envenenadas. Pero aquí, en esta fortaleza que no es mía, en este reino al que me han enviado como sacrificio, todo se siente diferente.Aquí, las miradas no solo son críticas. Son temerosas.No de mí.De él.Me presentan con una reverencia formal, pero el príncipe sigue ausente.Y, aun así, está en todas partes.En la forma en que las conversaciones se apagan apenas susurran su nombre. En la tensión que flota en el aire como un hilo a punto de romperse. En la manera en que nadie se atreve a mirarme demasiado tiempo, como si mi presencia me hiciera portadora de su maldición.Los nobles se deslizan a mi alrededor, analizando
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