Galilea rodeó con ambas manos el cuello de Joseph, sonrojada, mientras dejaba escapar sus gemidos incontrolables.—Joseph, no, ya no aguanto.Joseph hundió la cabeza en sus senos, y con voz ronca, le dijo.—Hoy ese tipo te tocó. Voy a marcar todo tu cuerpo con mi olor. No descansarás esta noche hasta que yo quiera hacerlo.Galilea levantó la cabeza, respirando de forma entrecortada.—Ahora habla, y si la señora Benoit nos ve...Antes de que pudiera terminar, Joseph se detuvo y la interrumpió.—Ella no se dará cuenta, no le hables de esto.Galilea, con expresión triste, comenzó a dibujar círculos sobre su pecho.—Lo sé, pero solo de pensar que ella será tu esposa, y yo solo soy una amante... me siento tan triste.Al escuchar su dolor, Joseph sintió compasión y le pellizcó la mejilla.—Cariño, ¿te traje a casa y aún no estás contenta?—Tranquila, incluso después de casarnos no te voy a dejar. Te daré todo lo que quieras, todo lo que Elowen tenga, yo también te lo daré a ti.Galilea enton
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