En el camino al hospital, después de golpear al hombre y de estar ocupado consolando a Galilea, Joseph finalmente se dio cuenta de que Elowen tenía la mejilla sangrando.Al llegar al hospital, ignorando que su propio hombro sangraba sin parar, insistió en que el médico atendiera primero la herida de Elowen.—¡Ya casi es la boda! ¡Elo no puede tener ninguna herida en la cara! —exclamó.Luego de decir eso, se giró, y con una mirada llena de culpa, empezó a hacer gestos con las manos para explicar.—Querida, todo esto es mi culpa, solo traté de proteger a Galilea porque es mi asistente, por favor no te enojes conmigo, ¿sí?Elowen no respondió, solo le dijo al médico que no se preocupara por su herida y que se concentrara en tratar el hombro de Joseph.Después de todo, ella no iría a la boda, así que no le importaba si tenía una herida en la cara.Joseph pensó que su actitud mostraba preocupación y se sintió bastante conmovido.El médico cortó la camisa empapada en sangre, dejando al descu
Galilea rodeó con ambas manos el cuello de Joseph, sonrojada, mientras dejaba escapar sus gemidos incontrolables.—Joseph, no, ya no aguanto.Joseph hundió la cabeza en sus senos, y con voz ronca, le dijo.—Hoy ese tipo te tocó. Voy a marcar todo tu cuerpo con mi olor. No descansarás esta noche hasta que yo quiera hacerlo.Galilea levantó la cabeza, respirando de forma entrecortada.—Ahora habla, y si la señora Benoit nos ve...Antes de que pudiera terminar, Joseph se detuvo y la interrumpió.—Ella no se dará cuenta, no le hables de esto.Galilea, con expresión triste, comenzó a dibujar círculos sobre su pecho.—Lo sé, pero solo de pensar que ella será tu esposa, y yo solo soy una amante... me siento tan triste.Al escuchar su dolor, Joseph sintió compasión y le pellizcó la mejilla.—Cariño, ¿te traje a casa y aún no estás contenta?—Tranquila, incluso después de casarnos no te voy a dejar. Te daré todo lo que quieras, todo lo que Elowen tenga, yo también te lo daré a ti.Galilea enton
Cuando Elowen despertó, Joseph y Galilea ya estaban abajo, desayunando. Al verla bajar, Joseph rápidamente le acercó la silla y le ofreció el arroz con leche, el cual ya estaba tibio y no caliente. Viendo cómo comía, tranquila, una pizca de culpa apareció en su cara.—Elo, la empresa tiene un asunto urgente que me obliga a viajar. Estos días puedes coordinar con el planificador de la boda. Pero no te apures que regresaré lo más rápido posible, y después de la boda te prometo que pasaré una semana entera contigo. Iré donde quieras a nuestra luna de miel.Elowen ya sabía la verdad, él no tenía nada que hacer en la empresa, solo quería calmar a Galilea. Pero ella ya no se preocupaba por él, solo asintió suavemente.Antes de irse, Joseph le habló una vez más.—Joseph.Él se detuvo y, con ternura, le acarició la cabeza.—Elo, ¿no me vas a extrañar? Solo estaré unos días fuera y pronto nos casaremos. A partir de ahora, siempre podrás verme todos los días.Desde fuera, se oyó la voz de Galil
En la casa de Galilea, la mujer seguía rogando hasta que Joseph la dejó ir.Él la agarró por la muñeca, con voz grave.—¿Estás embarazada y aún no te comportas? —preguntó, reprochándole.Galilea se apoyó en su pecho, su voz era suave y un poco coqueta.—Es que no quería que te sintieras mal.Joseph se rio un poco y le pellizcó la mejilla.—Creo que lo que pasa es que estás celosa.Galilea suspiró y apartó la mirada, con tono amargo.—¿Vas a dejarme a mí y a tu hijo para casarte con otra mujer? ¿No se supone que debería estar celosa?El semblante de Joseph cambió por un momento. Soltó su muñeca y, desde lo alto, miró a la mujer en la cama seriamente.—Galilea, mientras no hagas un escándalo frente a Elo, puedo consentirte todo lo que te de la gana. Pero si haces en cambio que todo esto llegue a sus oídos...La cara de Galilea cambió un poco. No esperaba que Joseph fuera tan firme, incluso con ella estando embarazada.Pero ella llevaba un año a su lado, y su principal virtud era saber ad
Se veía a dos personas desnudas, dándose amor en un sofá, y de vez en cuando se oían sus jadeos. En ese momento, las caras de los dos no eran visibles, por lo que los invitados no sabían quiénes eran y comenzaron a susurrar entre ellos.—¿Y quiénes son estos dos? ¿Se atreven a arruinar la boda del señor Viveiros? Van a tener problemas entonces.—Sí, todos sabemos que el señor Viveiros ama con locura a su novia, y con todo lo que ha hecho para preparar esta boda, seguro que se va a enojar mucho.Pero Joseph los reconoció al instante. Las personas en el sofá eran él y Galilea. Lleno de furia, Joseph gritó al maestro de ceremonias.—¡Apágalo! ¡Apágalo ya!El maestro de ceremonias, que había sido instruido previamente por Elowen para reproducir el video, no sabía qué era el contenido. Al ver la primera escena del video, se dio cuenta de su error. Corrió hacia la parte de atrás para apagarlo, pero cuanto más rápido intentaba hacerlo, más fallaba. La computadora colapsó y ya no podía hacer n
Joseph se levantó temblando y se acercó al ataúd, buscando alguna diferencia entre la muerta que yacía allí acostada y su amada Elowen.Sus ojos recorrían lentamente cada parte del cuerpo, más tristemente se dio cuenta de que la persona en el ataúd era, sin duda, Elowen.¿Cómo podía aquello ser posible?Hace solamente un día que habían charlado por videollamada, y en ese momento Elowen no mostró señales de querer suicidarse ni cosa semejante.¡No!¡No puede ser!Su amada Elowen solo debía estar molesta por no haber estado con ella esos días, enojada por no prestarle atención. ¡Seguro que solo era eso!Joseph extendió la mano y tocó la cara de la mujer sin vida, tratando de engañarse a sí mismo, pensando que Elowen solo estaba dormida y que, si la despertaba, todo volvería a la normalidad.Cuando sus dedos temblorosos tocaron la fría mejilla de Elowen, Joseph forzó una sonrisa, pero seguía engañándose a sí mismo.—Elo, ¿por qué tu cuerpo está tan frío? ¿Puedo quizás dar el calor que nec
Los invitados en la sala quedaron en shock al ver el ataúd entrar. Al principio pensaron que era una broma de una empresa rival, pero al ver la reacción de Joseph, se dieron cuenta de que la persona en el ataúd era, en realidad, Elowen, la novia. Recordaron entonces que la novia no había entrado durante la ceremonia y el video impactante que se había demostrado, y todo fue claro. Elowen ya sabía que Joseph la había engañado, y fue ella quien planeó el video. Después de suicidarse, envió el ataúd al lugar de la boda como parte de su venganza. Los murmullos comenzaron a expandirse por todo el salón. Nadie esperaba que Joseph, que siempre había mostrado ser tan fiel, hubiera sido infiel. Al enterarse de la noticia, todos se sintieron como si los hubieran golpeado con un martillo. Ni hablar de Elowen, que había vivido engañada. Pues que ella no pudiera soportar el dolor de saber la verdad y se suicidara parecía lógico, pero lamentablemente si lo hizo se había desperdiciado un
Joseph los echó a todos y se quedó solo, abrazando el vestido de novia roto que estaba tirado en el suelo. El anillo de compromiso de Elowen, el cual había convertido en un collar, colgaba de su cuello, atado con una cuerda. Era el único objeto que aún le recordaba a Elowen, y al tenerlo cerca a él, sentía que ella seguía a su lado.En ese momento, el celular de Elowen vibró en el bolsillo de Joseph. Lo sacó y al ver el mensaje, se quedó paralizado. ¡Era de Galilea!—Elowen, ¿y qué si hoy es tu boda? ¿Crees que yo solita no puedo hacer que Joseph se vaya en un segundo?—No andes pensando que por ser su esposa ahora puedes hacer lo que se te venga en gana. Yo estoy embarazada de Joseph, ¿en serio crees que el día de tu boda es más importante que el de su hijo?—Hasta el día de ayer él me decía con su oído pegado a mi pancita que esperaba que el bebé naciera pronto, que contaba las horas para ser papá. ¿En serio crees que tu lugar como esposa durará mucho más?Luego, Galilea le envió una