Nadia.-Estoy en medio del río, y la fuerza de la corriente me atrapa, me arrastra sin piedad, el pánico se apodera de mí; mis brazos y piernas luchan, pero el agua es más fuerte, como si tuviera vida propia.Floto, me dejo llevar y en ese instante en que mi cuerpo se siente agotado de tanto luchar contra la marea, el pánico se convierte en una mezcla de asombro y desesperación, el río se siente como un monstruo voraz, pero también como un camino hacia lo desconocido, cada zancada de agua me envuelve, y aunque el frío me consume, un pequeño fuego de determinación comienza a arder dentro de mí.Finalmente, la corriente me empuja hacia la orilla, la arena y las piedras me golpean cuando salgo disparada del agua, como un resorte que se libera, un dolor agudo recorre mi cuerpo y el impacto me recuerda que aún estoy viva, me arrastro hacia la orilla, mis manos se hunden en la tierra, siento la textura rugosa bajo mis dedos, un suspiro de alivio escapa de mis labios, la arena es cálida y su
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