Capítulo 6

Nadia.-

Estoy en medio del río, y la fuerza de la corriente me atrapa, me arrastra sin piedad, el pánico se apodera de mí; mis brazos y piernas luchan, pero el agua es más fuerte, como si tuviera vida propia.

Floto, me dejo llevar y en ese instante en que mi cuerpo se siente agotado de tanto luchar contra la marea, el pánico se convierte en una mezcla de asombro y desesperación, el río se siente como un monstruo voraz, pero también como un camino hacia lo desconocido, cada zancada de agua me envuelve, y aunque el frío me consume, un pequeño fuego de determinación comienza a arder dentro de mí.

Finalmente, la corriente me empuja hacia la orilla, la arena y las piedras me golpean cuando salgo disparada del agua, como un resorte que se libera, un dolor agudo recorre mi cuerpo y el impacto me recuerda que aún estoy viva, me arrastro hacia la orilla, mis manos se hunden en la tierra, siento la textura rugosa bajo mis dedos, un suspiro de alivio escapa de mis labios, la arena es cálida y suave en comparación con el frío del río, cierro los ojos un momento, permitiendo que la realidad se asiente.

La respiración se me acelera, y el aire fresco llena mis pulmones, pero el sabor del río aún está en mi boca, salado y amargo, me siento exhausta, como si cada célula de mi cuerpo hubiera sido arrastrada por la corriente.

— Aleksi –suelto en un pequeño hilo de voz, pronuncio su nombre como un mantra para no desfallecer, cierro mis ojos dejando que el aire se filtre por mi cuerpo, el cual tiembla por el frío.

Me repongo aspirando lentamente, miro a todos lados buscando algo que me haga reconocer el lugar donde estoy y me sorprendo al notar que no estoy muy lejos del lugar donde le dije a mi hermano al que fuera, aunque tardaré como una hora para llegar. Reviso que lo que llevo en la mochila este intacto, abrazo el cilindro con fuerza, el frío cala en mis huesos, me froto los brazos para darme calor.

— ¡Ok, ok, debo encontrar a Aleksi!

Me pongo en marcha por el bosque hacía el pueblo, la caminata me dio el calor que necesitaba y la fuerza al encontrar a mi hermano, de solo pensar que Yuri lo encontró me llena de pánico.

Como lo esperaba demoré en llegar una hora, sin llamar mucho la atención caminé por las calles, siempre buscaba callejones donde no me hiciera notar, me detuve cuando vislumbré la primera tienda pro suerte era un pueblo pequeño Aleksi debe estar ahí aceleré el paso, ocultando mi rostro con la capucha de mi abrigo entré a la tienda buscando por los pasillos a mi hermano, con cada paso que daba los latidos de mi corazón se volvían más lentos.

— Aleksi –lo llamé susurrando –Aleksi, soy yo, sal –lo busco desesperada por cada uno de los pasillos agachándome.

— ¿Qué se supones que haces? –la voz del dueño de la tienda me hace pegar un brinco.

— Uhm… disculpe estoy buscando a mi hermanito señor es un niño… de diez años, uhm… rubio, nos encontraríamos aquí ¿lo ha visto?

— Por aquí estuvo un niño hace más de dos horas compro un tinte para el cabello, pero… el bus del estado paso en ese momento… lo vio solo y se lo llevó.

Sentí como mis piernas perdían la fuerza mientras todo a mí alrededor me daba vueltas.

— ¿S…sa…sabe a dónde? –le pregunté conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.

— Mi niña no, cuando ese autobús pasa no dicen nada son militares los que se lo llevan, a orfanatos, incluso fuera del país, últimamente los dejan en la frontera de Rumania, mi niña la mayoría de las veces esos niños no tienen el mejor destino –sus palabras cargadas de resignación intentan contagiarme, pero yo no voy a darme por vencida.

— Rumania –dije en un susurro –muchas gracias por la información señor, el estomago comenzó a rugirme, necesitaba energía para seguir, tomé algunas botellas de agua y frituras, mi mirada se enfocó en los tintes para cabello, le pedí dos cajas, sacando el dinero colocandolo en la barra – ¿podría permitirme su baño, prometo usarlo rapido –me sonrió con amabilidad y asintió.

La sonrisa que le ofrecí no llegaba a mis ojos, pero estaba muy agradecida con él, ahora debía salir de Varna, si Aleksi fue llevado a Bucarest, con la ayuda de Petrov será fácil encontrarlo.

En el baño de la tienda me quite el rubio dorado que me caracterizaba por un castaño oscuro, en la mochila tenía unas tijeras, mis ojos se posan en mi reflejo, el cabello, largo y pesado, cae en cascada sobre mis hombros, un manto que ha sido parte de mí durante tanto tiempo, sin pensarlo más, llevo las tijeras a mi cabello, con un movimiento decidido, las abro y las cierro, cortando un mechón que cae al suelo como una hoja muerta, el cabello cae a mis pies como un manto de sombras, y me doy cuenta de que estoy dejando atrás no solo el largo de mi cabello, sino también una parte de mi pasado.

Finalmente, me detengo y miro mi reflejo en el espejo, mi cabello, ahora corto y ligero, observo los mechones en el suelo y el lavabo sobre ellos caen mis lágrimas, inhalo profundamente.

— No tengo tiempo que perder –me coloco la capucha y salgo del baño, tengo que volver a la ciudad para llegar a la teminal de autobuses.

Debo conseguir un transporte que me lleve a Bucarest, pero cuando decido avanzar, me quedó petrificada, veo el cuerpo de mi amigo Niko colgado sobre un semáforo de la calle principal.

— ¡Esto es una advertencia para todos! –dice un hombre sobre el techo de una camioneta que lleva la insignia de los araña roja. –cualquier persona que sea amigo o que ayude a escapar a esta mujer. –en una pantalla enorme apareció mi foto. –perderá la vida, por otro lado si nos avisan de su paradero, serán muy bien recompensados.

Era evidente que Yuri no se había comido el cuento de mi supuesto suicidio, él creía que yo seguía viva, tenía que buscar la manera de salir de Varna ya.

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