—¡Me estás lastimando, Leonardo, quítame las manos de encima!—¿Acaso quieres que muera?—Leonardo, no me dejes por Bianca... Yo... no puedo perderte...Me desperté de golpe, respirando con dificultad, como si me costara llenar los pulmones de aire.No podía respirar bien, mi garganta ardía como si hubiera bebido veneno.Hice un esfuerzo por abrir los ojos y vi la luz blanca y cegadora de un tubo fluorescente justo encima. A mi lado, los monitores emitían un pitido constante.—Señor Ferrara, la señora ya despertó. El doctor dice que solo se golpeó la cabeza y se desmayó por la impresión. No es nada serio.Alguien hablaba en voz baja por teléfono junto a mi cama.Entonces, me di cuenta de que estaba en un hospital. ¿Estaba enferma?Desde el otro lado de la llamada, una voz dura y clara se escuchó a través del auricular:—Si no es nada serio, está bien. Tengo una reunión por videollamada, así que no iré.La persona con el celular en la mano suspiró, se dio la vuelta y, al verme despierta
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