—¿Qué haces aquí, Marcus? — Gruño Bastián, con mala cara, todavía muy pegado a Carmen, sin mover un solo músculo de su lugar y viendo a su sobrino por el rabillo del ojo, quien seguía paralizado en la puerta de la biblioteca.—Lo siento, tío, es que te estaban buscando y yo vi que, bueno… Es hora de hacer el anuncio del compromiso… — Intentó explicar Marcus, con los ojos muy abiertos.—Bien… — Asintió Bastián, para luego dirigirse directamente a Carmen, murmurándole en la cara. — Luego terminaremos con nuestra charla… Esto no se ha terminado, Carmen.Bastián la soltó y sin mirar para los lados o mostrar un atisbo de dudas, arrepentimiento o culpa frente a su sobrino, caminó hacia la puerta de la biblioteca estirándose el traje.—Los espero afuera, ahora mismo. — Gruñó Bastián antes de salir.—Sí, claro, tío… — Contestó Marcus, mostrándose muy serio hacia Bastián.Carmen se quedó allí recostada al escritorio, intentando recuperar el aliento, cuando Marcus volvió a voltear ha
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