Todos los capítulos de Éxtasis bajo la luna ardiente: Capítulo 51 - Capítulo 60
60 chapters
CAPÍTULO 51.
—Nos han subestimado demasiado tiempo —exclamó el alfa de shadowfang, su voz profunda y llena de veneno—. Los humanos creen que pueden cazarnos como si fuéramos simples bestias. Creen que pueden invadir nuestro territorio, asesinarnos y seguir con sus vidas como si nada. Es hora de demostrarles lo que realmente somos.Un murmullo gutural recorrió la manada. Algunos gruñeron en aprobación, otros golpearon el suelo con sus garras, impacientes por la orden de ataque.—Atacaremos cuando menos lo esperen. Cuando la noche esté en su punto más oscuro —continuó, clavando sus ojos fríos en cada uno de los presentes.Dorian sonrió, un gesto afilado como la hoja de un cuchillo.—Nos dividiremos. Luzbria será nuestro y luego, Valragh.El aire se cargó de una energía densa, un latido salvaje y hambriento en los pechos de los lobos. Esa noche, la sombra de la manada de Dorian se alzaría sobre Luzbria, y el pueblo jamás volvería a ser el mismo.Luzbria estaba envuelto en un manto de calma aparente. S
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CAPÍTULO 52.
La lucha era salvaje, sin cuartel. Garras desgarraban piel, colmillos se hundían en carne.Dorian lanzó un zarpazo dirigido al cuello de Kael, pero este se agachó a tiempo, girando con rapidez para hundir sus garras en el costado de su enemigo. Dorian gruñó de dolor, pero en lugar de retroceder, aprovechó la proximidad para clavar sus colmillos en el hombro de Kael. El líder de Valragh rugió, sintiendo el ardor de la herida, pero no cedió.Con un poderoso empujón, Kael liberó su brazo y, con un movimiento ágil, derribó a Dorian al suelo. Se abalanzó sobre él, sus colmillos a centímetros de la garganta del otro lobo. Dorian forcejeó, pero Kael era más fuerte. Lo tenía atrapado.—¡Se acabó! —gruñó Kael, con los colmillos desnudos, listo para hundirlos en el pecho de su enemigo.Pero entonces, un aullido cortó el aire.Kael giró la cabeza y su cuerpo se tensó.A pocos metros de ellos, un lobo oscuro sostenía a Selene entre sus fauces, su hocico pegado a su cuello. La loba tenía la piel m
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CAPÍTULO 53.
Lina sintió que el aire se escapaba de sus pulmones en un jadeo ahogado. Su mente se negaba a aceptar lo que sus ojos veían. No podía ser. Clara había desaparecido hacía un año. Había llorado su muerte, había sentido el vacío de su ausencia hundirse en su pecho como una daga. Pero allí estaba… viva.Sus labios temblaron al pronunciar su nombre.—¿Clara…?Los ojos de la mujer parpadearon con esfuerzo, intentando enfocar el rostro que tenía enfrente. Un atisbo de sorpresa se dibujó en sus facciones antes de que su expresión se llenara de angustia.—Lina… —su voz fue apenas un susurro.Lina sintió que todo dentro de ella se quebraba. Sus rodillas amenazaron con doblarse mientras se apresuraba a desatar las gruesas cuerdas que sujetaban a su hermana. Su mente estaba llena de preguntas, de confusión, pero lo único que importaba en ese momento era liberarla.—Dios mío… no puede ser… ¿Cómo… cómo es posible? —Lina murmuró, con los ojos llenos de lágrimas, sus manos temblorosas luchando con lo
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CAPÍTULO 54.
El bosque era un laberinto de sombras y sonidos crujientes. Lina avanzaba con torpeza entre la maleza, tropezando con raíces ocultas y apartando ramas que parecían empeñadas en cerrarle el paso. Pero su hermana, Clara, se movía como si el bosque la reconociera.El viento soplaba entre las copas de los árboles, pero alrededor de Clara el aire parecía quieto, expectante. Lina la observó con atención, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.Entonces, notó algo más.Las sombras de los árboles se mecían con el viento, pero nunca cubrían por completo a su hermana. La luz de la luna encontraba siempre un camino para tocarla.Y los animales…Primero fue una ardilla que bajó de una rama y se posó en el hombro de Clara, mirándola con sus pequeños ojos brillantes. Luego, un búho dejó su percha y revoloteó sobre sus cabezas antes de posarse en una rama baja, observándolas en silencio.Lina se detuvo.—¿Qué está pasando? —preguntó, con la respiración agitada.Clara no respondió.En ese mome
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CAPÍTULO 55.
—Es de raíz de luna… ayudará con el dolor.Ragnar entró desde la cocina con una taza humeante entre las manos. Sus ojos, rojos por la falta de sueño, se suavizaron al verla allí, viva, aunque golpeada. Le tendió la taza con cuidado. Clara estaba sentada en el sofá, envuelta en una manta gruesa, con la espalda apoyada en unos cojines para aliviar el dolor que le recorría el cuerpo. Cada movimiento le costaba. Las marcas que Dorian había dejado en ella aún dolían, tanto en la piel como en el alma.—No sabes el miedo que sentí, Clara… —dijo por fin, en voz baja—. Me arrancaron el corazón de un solo golpe y lo dejaron latiendo en mi mano. Cada día que pasaba sin saber si estabas viva, sin poder hallarte… sentí que me rompía un poco más.Ella lo miró, sus ojos brillando en la penumbra.—Ragnar…—No, déjame hablar —pidió él con una sonrisa rota—. Te amo. Más que a mi vida. Tú y Emma son lo más importante que tengo. Todo lo demás… no importa.Se inclinó hacia ella y la abrazó con fuerza, co
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CAPÍTULO 56.
Habían pasado dos días desde la sepultura de Selene, pero en el corazón de Lina el tiempo parecía haberse detenido. La reserva de Valragh, aunque ajena a su mundo, se había convertido en un refugio involuntario, un sitio donde el dolor podía esconderse entre los árboles y la bruma matinal.Lina permanecía en la cabaña de Clara, rodeada de una quietud extraña, casi irreal. Aquel lugar tenía un aroma a hojas secas, madera y té de hierbas que no lograba calmar el nudo que llevaba en el pecho desde el entierro. Ragnar, siempre presente pero respetuosamente distante, se encargaba de vigilar que nadie la molestara. Aunque no hablaba mucho, había en sus ojos una comprensión silente que a veces reconfortaba más que cualquier palabra.Kael no le había visto la cara desde el entierro. No sabía si él la evitaba o si era ella quien, inconscientemente, había levantado un muro que lo alejaba. Pero su ausencia pesaba más que cualquier palabra no dicha.Arthur era el único rostro que le resultaba fam
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CAPÍTULO 57.
Kael ya no estaba en la reserva. Tenía asuntos pendientes en el hospital, responsabilidades que no podía descuidar pese a todo lo que ocurría a su alrededor. Sin embargo, sabía que no tardaría en resolverlos. En cuanto lo hiciera, se concentraría por completo en preparar una defensa sólida, en anticiparse al posible ataque de Dorian. No podía permitirse más pérdidas. No esta vez. Pero a Lina no la había vuelto a ver. Ni una palabra. Ni una mirada. Junto con su ausencia, había dejado una orden clara: Lina no debía salir de la reserva.—Es por tu seguridad —le repitió Arthur, una tarde en la que ella, con los brazos cruzados, caminaba en círculos frente a la cabaña de Clara.—¿No puedo estar aquí encerrada? —soltó ella, frustrada—. Tengo una vida allá afuera, un trabajo que no he vuelto a tocar. Arthur, como siempre, mantenía una expresión tranquila, pero firme.—Lo hace porque te quiere viva. Porque la manada Shadowfang no va a descansar hasta provocar otra guerra. Esta vez, no solo
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CAPÍTULO 58.
El tiempo en Valragh comenzaba a suavizar el dolor. Lina ya no se sentía una extraña en ese territorio marcado por árboles milenarios, susurros de hojas y miradas intensas. Cada día descubría algo nuevo: un gesto, una tradición, una historia tejida en el alma de esa manada que, poco a poco, comenzaba a hacerla sentir parte de algo más grande que ella.La manada era extensa. No todos vivían cerca, pero se reunían con frecuencia, compartiendo alimento, consejos y silencios llenos de significado. Lina se sorprendía de lo unidos que eran, de la manera en que se miraban entre sí como si compartieran un lenguaje invisible, una fidelidad que no pedía condiciones. Se protegían con ferocidad, pero también se cuidaban con ternura. Los más jóvenes eran instruidos con paciencia, y los mayores, los ancianos, eran tratados con una reverencia que a Lina le estremecía. El Consejo de Ancianos no solo era respetado: era sagrado. Sus palabras eran escuchadas como si llevaran el peso del bosque entero.U
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CAPÍTULO 59.
Lina emergió del agua con una calma hipnótica, como si el tiempo mismo se rindiera a su andar. Cada paso que daba, el lago parecía inclinarse ante ella, rendido, como si las gotas que resbalaban por su piel quisieran aferrarse un poco más. Su cuerpo, bañado por el reflejo plateado de la luna, se contorneaba con una gracia casi irreal.Kael la observó, inmóvil, con el pulso desbocado. El aire pareció densificarse entre ellos cuando su mirada descendió por su figura. El agua corría por sus curvas con una devoción envidiable, delineando su cintura, resaltando sus pechos tensos bajo un corpiño de encaje sencillo que apenas dejaba algo a la imaginación. Eran como una provocación sutil, húmedos, firmes, palpitantes.Sus ojos siguieron bajando, atrapados por el vaivén de sus caderas, por la forma en que su piel brillaba por la luz del atardecer.Kael tragó saliva. El mundo se redujo a ella, a cada curva que su mirada devoraba, a la promesa que había en cada paso. Sus ojos se detuvieron en l
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CAPÍTULO 60.
—¿Piensas quedarte ahí parado o vas a entrar, Kael?La voz de Thor suena rasposa, con ese tono grave que siempre tiene, aunque esta vez viene acompañada de una tos leve. Kael avanza y empuja la puerta de madera que ya estaba entreabierta. El interior huele a hierbas secas, madera quemada y algo más… sangre reciente, aunque disimulada.—¿Cómo estás? —pregunta, cerrando la puerta tras él. Sus ojos recorren a Thor de pies a cabeza. El anciano lobo está sentado frente al fuego, envuelto en una manta de lana gruesa. Aunque su cuerpo sigue siendo fuerte, hay señales del último enfrentamiento que no puede ocultar: un vendaje en el abdomen, moretones en los brazos y una ligera rigidez al moverse.—Mejor de lo que esperabas, seguro —responde Thor con una sonrisa torcida—. A los viejos nos cuesta caer.Kael se acerca y se sienta en el sillón frente a él. El crepitar del fuego llena el silencio que se instala por un momento.—Deberías estar descansando, no gruñendo.—Y tú deberías estar menos te
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