14. El principio del fin.
El príncipe me besa, sube una de mis piernas a su cintura enredándola, me besa la mandíbula y el cuello, desata el listón de mi pecho, el corazón se me acelera, cuando su mano se desliza apretando uno de mis senos, me muevo incómoda. —Relájate, está bien —dice sobre mi boca. —Es solo que no estoy acostumbrada a que me toquen así —habló nerviosa. —Eso es bueno, te voy a enseñar algo, te gustará. Se pone encima de mi, sin dejar caer todo su peso, me besa. —Abre las piernas, confía en mí. Tomó aire y lo hago, acomodó las piernas en cada lado dejando al príncipe en medio, desliza mi ropa interior quitándola, vuelve acomodarse, me besa el cuello y toma una de mis manos, la lleva en medio de mis piernas, guía mi mano hasta mi intimidad, con su mano sobre la mía, abre mis pliegues, nuestros dedos se encuentran en un punto, suelto un jadeo cuando hace que mis me frote ahí, sigue besando mi cuello sin soltarme la mano. No se que sensación es, pero se siente demasiado bien, mu
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