106. Aquí, para siempre
Es el primero golpe de realidad para Altagracia. No parpadea, pero toma aire con fuerza, y recordando con claridad todo lo que Ignacio le ha pedido e incluso la propuesta de matrimonio.La confesión de Gerardo se siente tan pesada e inverosímil que necesita sentarse, cerrando los ojos.—Ignacio —repite Altagracia en un hilo de voz—. ¿Ignacio…?—Te pediré, cielo, que de ahora en adelante no menciones ese nombre —Gerardo no se aparta de su lado. Lo único que hace es ayudarla a que tome asiento, pero él no lo hace. Está arrodillado frente a ella en una sola pierna. Un mechón avellano de Altagracia cae en su mejilla, y se lo acomoda delicadamente atrás de su oreja—. No volverás a acercarte a ese hombre nuevamente.—Pero, ¿Ignacio? —Altagracia sigue sin creerlo. Carga a Matías para que el bebé mira por encima de su hombro. Palmea su espalda antes de tragar saliva—. Dios Mío, Gerardo.—No tenía dudas de que hubiese sido él, o alguien cercano a su entorno, pero no tengo duda de lo qué digo.
Ler mais