108. Un silencio sin nombre

Azucena creía que la única manera de ver a su abuelo en prisión sólo era en sueños. Lo ha odiado por todo lo que le ha hecho a su hermana Altagracia, y conoce muy bien todo el infierno que la ha hecho pasar al momento de desestimarla junto con su bebé.

Sin embargo, no puede evitar sentirse sorprendida cuando se entera en las noticias de la orden de captura. No sólo ella lo está viendo, sino Rita con los ojos abiertos, pálida también por la inesperada sorpresa. ¿Altagracia sabe de esto?

—¿Cómo es posible? —Azucena habla en voz alta. Sus pensamientos se apoderaron de ella. Se gira hacia Rita—. ¿Estás viendo lo mismo qué yo?

—¿Sospechoso de asesinato? —Rita se gira para verla—. ¿Cómo qué nuestro abuelo robó tierras que no eran suyas?

—Por Dios —Azucena sigue sin creerlo—. ¿Quién se imaginaba qué esto sucedería? Joaquín todo éste tiempo nos mentía…

La voz de Azucena es interrumpida por un sollozo que no es controlado, viniendo desde el pasillo. Se acerca rápidamente hacia su abuela Aleida
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