Siento mi cuerpo consumirse en llamas a causa de la fiebre. Las palabras que oigo no tienen ningún sentido. En algún momento creo escuchar la voz de Tabar pero creo imposible que él esté en mis aposentos luego de la terrible pelea que tuvimos horas atrás. De pronto todo se apaga, los ruidos, la luz, el calor agobiante. Ya no siento nada. Luego de un rato en esa oscuridad absoluta una brisa fría me acaricia el rostro. Abro los ojos lentamente. La luz del sol reflejada en la nieve me deslumbra. Parpadeo un par de veces para adaptar la vista al paisaje. Nunca he estado en ese lugar pero aún así lo conozco. Estoy parada casi sobre la cima de Shanin, la montaña más alta del continente ¿Cómo es posible? Ningún humano ha llegado tan lejos. Miro mis manos pero no las reconozco. El color dorado de mis dedos, las uñas largas como garras, nada es familiar. Frente a mí se extiende un espejo de agua congelada. Me acerco para ver mi rostro. No soy yo. Es una mujer tan hermosa que describirla con p
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