La mañana siguiente, Laura despertó sintiéndose extrañamente ligera. Había completado la entrega, y eso la había llenado de una sensación de logro que no experimentaba desde hace tiempo. Sabía que el camino que había elegido no era fácil ni seguro, pero algo dentro de ella disfrutaba de la adrenalina y del peligro. Sabía que, con cada paso que daba, se sumergía más y más en el mundo de Alejandro, un mundo donde las reglas eran diferentes, y donde ella había comenzado a encontrar su lugar.Laura se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, donde encontró a su madre sentada junto a la mesa, con una sonrisa débil pero sincera. Carmen había tenido una buena noche, y eso era evidente. Su rostro, aunque aún marcado por el cansancio, tenía un brillo que Laura no había visto en mucho tiempo.—Buenos días, mamá —dijo Laura, acercándose para darle un beso en la frente—. ¿Cómo te sientes hoy?Carmen asintió con una sonrisa.—Me siento mejor, Laura. Creo que los medicamentos están empezando a
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