*—Antonella:Al llegar, Antonella quedó maravillada. El restaurante era como un rincón sacado de Italia. Las paredes, decoradas con tonos cálidos de terracota, estaban adornadas con cuadros de paisajes italianos, mientras que suaves luces amarillas colgaban en hileras desde el techo, creando una atmósfera íntima. Cada mesa tenía un candelabro pequeño con velas, cuyas llamas danzaban sutilmente, iluminando los manteles blancos. El aroma a albahaca fresca, salsa de tomate y pan recién horneado llenaba el lugar, despertando su apetito.Cuando Antonella buscó con la mirada, vio a Max sentado cerca de un ventanal. Revisaba su teléfono, ajeno a su llegada. Antonella avanzó con pasos seguros, deteniéndose a su lado para carraspear. Max alzó la vista, y sus ojos azules se iluminaron al reconocerla. Guardó el teléfono con rapidez, poniéndose de pie.—Buenas noches, Ellie —saludó con una sonrisa, mientras apartaba su silla con elegancia.Antonella se permitió sonreír ante el gesto y tomó asient
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