Todos los capítulos de Entre Venganza & Seducción (Libro 0.5: Encontrando El Amor): Capítulo 21 - Capítulo 30
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21
*—Max:Estaba siendo un imbécil.Después de lo que pasó con Antonella, Max no podía evitar pensar que había cometido un error monumental. Dejó que el alcohol y el momento lo dominaran, cruzando una línea que no debía cruzarse. A pesar de desearla más de lo que podía admitir, sabía que lo mejor era alejarse. Chris siempre le recordaba que necesitaba mantener el enfoque, y tenía razón. No podía permitirse involucrarse con Antonella, especialmente cuando ella era parte de la familia enemiga. Por eso, decidió actuar como si nada hubiera ocurrido.El lunes, cuando llegó a la oficina, vio a Antonella esperándolo con una sonrisa profesional. Era hermosa, y recordar lo que había sucedido entre ellos lo llenaba de un deseo frustrante. Aquella noche juntos había sido inolvidable, pero ahora se sorprendía al notar la frialdad en su trato. Una parte de él esperaba que ella tratara de hablar de lo ocurrido, que tal vez mostrara algo más de calidez, pero no fue así. Al contrario, la forma en que le
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*—Antonella:Los días habían transcurrido incómodamente, como si el tiempo se moviera arrastrando los pies, sin imprevistos ni sobresaltos. Max había pasado la semana anterior fuera del trabajo, y cuando volvieron a encontrarse el lunes, actuó como si aquel mágico fin de semana en el hotel nunca hubiera sucedido. Antonella comprendió que, para él, así debía ser. Lo que ocurrió entre ellos fue un error, y no había espacio para errores en sus vidas.Antonella se esforzó por mantener la compostura, trabajando a su lado como siempre, con profesionalismo y una distancia que antes no existía. Sabía que a Max le incomodaba que lo llamaran "señor", pero a ella no le importaba. Necesitaba hacerlo para recordar constantemente la línea que había trazado entre ellos. Esa formalidad era un escudo, una barrera para no caer nuevamente en la familiaridad de antes, esa que los había conducido a un momento que nunca debió haber ocurrido.A mitad de semana, Antonella se enteró de que habría una celebrac
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*—Antonella:Los días pasaban tan rápido que, antes de darse cuenta, el verano había llegado, trayendo consigo una nueva Antonella. O al menos, eso era lo que ella intentaba ser. Había tenido una pequeña esperanza, casi diminuta, de que Max la buscara, que se tomaran el tiempo para hablar sobre lo sucedido aquella noche, pero semanas y semanas de silencio le habían dejado claro que eso no ocurriría. Ahora, con la posibilidad cada vez más real de un compromiso entre Max y Shanna, se prometió enterrar sus sentimientos. Era su hermana menor, y aunque no estaba feliz con la idea, sabía que no podía hacer nada más que aceptarlo. Max nunca sería para ella, y debía aprender a convivir con ese vacío.Era mejor olvidarlo por completo.Antonella respiró hondo y alzó la mano para llamar la atención de Camila, quien acababa de llegar al pequeño café donde habían quedado. Después de semanas sin verse, al fin lograron coincidir. Camila había estado completamente ocupada con su nuevo trabajo en el b
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*—Antonella:Al salir del coche, Antonella se estiró un poco, respirando el aire fresco de la mañana. Max la miró por un momento antes de caminar hacia la entrada, abriéndole la puerta de vidrio con un gesto amable.—Bienvenida al refugio —dijo, y Antonella lo siguió, ya con la sensación de que ese día, su visión sobre Max y sobre el refugio en sí misma cambiaría para siempre.La puerta del refugio se cerró tras ellos, y Max comenzó a guiar a Antonella por el interior del lugar. Mientras caminaban, Antonella no podía evitar mirar todo a su alrededor. El refugio estaba lleno de vida, pero lo que más la sorprendió era la atmósfera de cariño y cuidado que se respiraba. No era el tipo de lugar frío y distante que había imaginado. Las paredes estaban adornadas con fotos de animales felices y sonrientes, algunos ya adoptados, otros esperando a encontrar un hogar. Max caminaba a su lado, señalando con entusiasmo a cada rincón.—Aquí tenemos a los cachorros que llegaron hace poco —dijo Max, s
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*—Antonella:Después de que Max se alejó, Antonella no pudo evitar sumergirse en un torbellino de pensamientos. La culpa la invadía, haciéndola revivir cada palabra que había dicho, cada gesto que pudo haber arruinado el ambiente entre ellos.«¿Por qué tuve que ser tan estúpida?», se reprochó, sintiendo un nudo en el estómago por haber tocado un tema tan delicado. Decidida a enmendar las cosas, se preparó para disculparse cuando lo vio regresar. Max llevaba dos refrescos en las manos, caminando con esa calma característica que siempre parecía tener. Los colocó sobre la mesa sin prisa y se sentó frente a ella, como si nada hubiera pasado, aunque el ligero fruncimiento en su ceño decía lo contrario.Max, al otro lado de la mesa, abrió su refresco y tomó un largo sorbo antes de hablar. Sus ojos se posaron en ella con una mezcla de seriedad y algo que parecía resignación.—Siento no responderte antes. Es que… —comenzó, deteniéndose un momento como si buscara las palabras adecuadas—. No vo
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*—Max:Había sido una mañana hermosa.Max nunca había llevado a nadie al refugio. Era su lugar seguro, un espacio donde podía ser él mismo sin las máscaras que usaba en el trabajo o en la vida social. Sin embargo, cuando se encontró con Antonella por casualidad en el supermercado, algo en su interior se agitó. La idea de invitarla surgió casi sin pensarlo; tenía una invitación pendiente, sí, pero en el fondo, solo quería pasar tiempo con ella, lejos de la oficina y de los amigos. Solo ellos, compartiendo un momento único, rodeados de seres inocentes y diferentes.La mañana fue perfecta. Antonella, con su dulzura natural, parecía iluminar cada rincón del refugio. Su ternura al interactuar con las mascotas le mostró una faceta de ella que lo tenía completamente embelesado. Durante todo ese tiempo, su corazón había latido como loco, cada sonrisa suya enviándole una nueva ola de emociones que apenas podía controlar. No había duda: estaba enamorado de Antonella.Y ese era el problema.Cuan
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27
*—Max:Llegaron al pequeño cuarto privado que Max solía usar. Era un refugio de las tensiones del club, y ahora, era el lugar donde las palabras no podían seguir siendo ignoradas. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Max la soltó, pero su mirada nunca abandonó a Antonella.Ella dio un paso atrás, tocándose la muñeca, donde su piel se marcaba por el roce del agarre. Max la observó, sintiendo una punzada de arrepentimiento por la forma en que había lastimado sus sentimientos, pero también se dio cuenta de que ella no habría estado allí por su propia voluntad si no le importara.Antonella lo miró, su fuego interior reflejándose en sus ojos.—Vuelvo y pregunto, ¿estás bebido? ¿Por qué estás actuando así? —exigió saber, pero Max, imperturbable, se acercó un paso más, reduciendo aún más la distancia entre ellos. Antonella retrocedió, pero la puerta la bloqueó.Max la observó detenidamente, notando cómo sus mejillas se sonrojaban levemente, cómo sus labios se entreabrían ligeramente, como s
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*—Max:Decidido a continuar tocando a su amada, Max la tocó. Sus manos se deslizaron por las curvas de ella, desde sus caderas hasta la parte baja de su espalda. Con una de ellas, levantó el vestido hasta amontonarlo en su cintura, dejando sus muslos desnudos al aire. La visión de su piel suave lo hizo jadear, pero lo que lo desarmó fue descubrir que llevaba una tanga, una prenda mínima que apenas cubría lo esencial. Sonrió con picardía al recordar su comentario anterior sobre Camila.—Parece que tienes un gusto interesante por la ropa interior, Ellie —Su voz era un ronroneo mientras sus manos recorrían los bordes de la tela con delicadeza, tentándola.Antonella soltó una risita nerviosa, pero el sonido se convirtió rápidamente en un jadeo cuando Max deslizó sus manos para acariciar sus nalgas desnudas. No eran particularmente voluminosas, pero para él eran perfectas. Su suavidad y la forma en que respondían a su toque lo volvieron loco. Con cada caricia, Antonella se movía más rápido
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29
*—Antonella:Que alguien la pellizcara, porque Antonella sentía que todo esto era un maldito sueño.Había pasado otro fin de semana que parecía salido de un cuento, pero este tenía un desenlace mucho más inesperado. El recuerdo de lo ocurrido el sábado con Max en el club aún la tenía en un vaivén emocional. Había ido con Camila al lugar con la intención de distraerse, de perderse un poco entre risas y música para intentar dejar atrás los sentimientos que Max había despertado en ella.En la entrada del club, las sorpresas no tardaron en llegar. Se encontraron con Carlos, el hermano mayor de Camila, quien estaba acompañado de un amigo, y poco después con Seth. El grupo se formó espontáneamente, y entre charlas y bromas, habían decidido disfrutar juntos de la noche.Camila no perdió el tiempo lanzando indirectas hacia Antonella, sugiriendo que dejara que Carlos coqueteara abiertamente con ella. Según su amiga, era evidente que él estaba atraído, y además, era una gran oportunidad para qu
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30
*—Antonella:La semana transcurrió sin sobresaltos. Max y Antonella habían trabajado en armonía, y la tensión que antes marcaba sus interacciones parecía haberse desvanecido. Ambos lo sabían: la mejora en su relación laboral no era casualidad, sino resultado de los momentos secretos que compartían, donde la adrenalina y el deseo les robaban el aliento.Cada mañana, al llegar Max a la oficina, él encontraba la manera de invitarla a su despacho. Apenas cruzaban la puerta, Max la tomaba entre sus brazos, como si no pudiera esperar un segundo más para tenerla cerca. Su oficina, libre de cámaras, era el único refugio donde podían ser ellos mismos, y Max lo aprovechaba al máximo. La besaba con intensidad, sus manos recorriendo su cuerpo sin reparos. No era raro que, en esos instantes de pasión, él dejara escapar sus deseos más íntimos: “No sabes cuánto quiero hacerte mía, Antonella”, le susurraba al oído mientras acariciaba su rostro.Antonella disfrutaba esos momentos, aunque una parte de
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