El resto de la cena pasó en un remolino de sensaciones contradictorias. Intenté sumergirme en la conversación con Adrian, aferrarme a esa paz y calidez que siempre me ofrecía, pero mi mente volvía constantemente a lo que había visto. Cada vez que mi mirada quería desviarse hacia el segundo piso, hacia esa cortina mal cerrada, me obligaba a concentrarme en el rostro de Adrian, en su sonrisa tranquila, en la suavidad de su voz. Pero aún así, el impacto de la escena de Xander seguía presente, como una sombra invisible, colándose en cada rincón de mi mente."¿Por qué me afecta tanto?", pensé, frustrada conmigo misma. Sabía que Xander tenía una habilidad especial para desestabilizarme, pero este era un lugar en el que no debería tener ningún poder sobre mí. Aquí, estaba con Adrian, mi amigo de toda la vida, la persona que siempre había creído en mí, que nunca había intentado controlarme ni manipularme. ¿Por qué entonces, la simple presencia de Xander podía alterar todo en un instante? Era
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