La noche había sido un torbellino de emociones que, en su mayoría, preferiría olvidar. Al final, con el teléfono en la mano y el corazón acelerado, decidí enviarle un mensaje a Xander. Solo un par de palabras para intentar recuperar algo de control: “Espero que hayas disfrutado el espectáculo. Gracias por tu ayuda.” Una declaración, una despedida y, al mismo tiempo, una especie de escudo que, quizás, pudiera protegerme de la confusión que él dejaba tras de sí. Presioné “enviar” y solté un suspiro, queriendo convencerme de que con esas palabras estaba cerrando el capítulo, dejándolo claro.Por un momento, esperé una respuesta, algún tipo de réplica que me reafirmara que el control, aunque fuera en apariencia, seguía en mis manos. Pero el teléfono permaneció en silencio, y aunque intenté hacer a un lado el desasosiego que eso me producía, una parte de mí no pudo evitar sentirse atrapada en una expectativa frustrante. ¿Por qué no responde? pensé, sintiendo cómo la irritación sustituía po
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