—¿Ivy? ¿Qué ha pasado? —Emma me miraba preocupada, evaluando mi expresión mientras trataba de mantener una apariencia firme.Me despegué de la columna, recomponiéndome a medias. La sonrisa que intenté forzar no logró engañarla, pero al menos fue suficiente para que no insistiera frente a la multitud. La recepción seguía en pleno apogeo, ajena a la tormenta interna que sacudía cada rincón de mi mente.—Nada, solo… —me aclaré la garganta, intentando encontrar una respuesta que sonara lo suficientemente creíble—. Creo que necesito un poco de aire fresco.Emma asintió, sin convencerla del todo, pero respetando mi necesidad de espacio. Era una de las pocas personas que entendía cuándo empujar y cuándo darme margen.—Ve, yo me encargo de todo aquí. Si alguien pregunta, diré que estás cerrando un par de conversaciones importantes. —Su tono práctico me reconfortó, aunque su mirada seguía cargada de inquietud.—Gracias, Emma —murmuré, tocándole el brazo suavemente antes de dar media vuelta y d
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