El sol todavía no había salido cuando abrí los ojos. No necesitaba una alarma para despertarme; el hábito estaba incrustado en mi sistema, como un reloj interno que no me permitía dormir más de lo necesario. Después de todo, dormir es sólo una necesidad fisiológica, nada más. Sólo una pausa entre cada conquista.—“Tú eres el hombre de ‘todo es trabajo, nada es descanso’, ¿o no?” —la voz de Ivy sonó en mi cabeza, su tono burlón me sacaba de quicio y me desafiaba con cada palabra. Mi cuerpo se tensó rápidamente. ¿Por qué mi primer pensamiento tenía que estar relacionado con ella?Había algo en Ivy que me desarmaba y, al mismo tiempo, me hacía querer controlarla más. Ella no es como las otras personas, no es alguien que se limite a asentir y a cumplir órdenes. Ivy lucha, resiste, y en cada uno de esos gestos de desafío, siento el impulso de poseerla, de hacerla entender que, en mi mundo, solo hay una forma de hacer las cosas: la mía.Cerré los ojos, recordando nuestra conversación. Aunque
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