—Adela Barros, si vuelves a decir algo así, no lo dejaré pasar —dijo Hugo enfadado.Al ver alejarse a Hugo, Adela lloró a lágrima viva. Fue culpa de Nélida, ¡si no fuera por ella, su marido no estaría enfadado con ella! ¡Nunca la dejaría en paz!Mientras tanto, una persona inocente esperaba abajo en el recibidor a que su marido volviera, pero quien llegó en el lugar de Caín fue una visita sorpresa: Rosalía.Nélida miró a Manuel con curiosidad.Manuel no tuvo una buena expresión, pero por la relación de la familia Gómez con la familia Alcalá, tenía que atender a Rosalía, —qué haces aquí, Rosalía, entra.Rosalía, sin embargo, al ver a la desconocida sentada al lado de Manuel, inmediatamente supo que era la mujer de Caín y, con una sonrisa forzada, se sentó en el sofá, —tío Manuel, he venido a ver a Adela.—Está bien. Nélida, llama a Adela aquí.Manuel era prudente, Rosalía venía a casa de la familia Alcalá muchas veces, aunque tenía buena relación con la familia Gómez, ella siempre fue
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