Sin saber lo que Caín decía, Manuel dijo seriamente, —Caín, tienes media hora para presentarte ante mí —y colgó el teléfono exasperado, señalando a su joven nuera, quien permanecía al margen—. Nélida, espera, haré que te pida disculpas.Nélida negó con la cabeza, —No, no es necesario papá —Claro, ella es la causa de esa ira.Poco después, Caín regresó. Nada más entrar en la casa, vio a su joven esposa, escondida detrás de Manuel. A los ojos de Caín, estaba jugando deliberadamente a la pobrecita delante de su padre.El corazón de Nélida se aceleró al verle aparecer y luego al ver cómo la miraba fijamente. ¿Y si se enfadó porque le llamó —guapito—?Nélida le saludó con una sonrisa, —Cariño, has vuelto.Caín la vio cambiar su actitud tan rápidamente que al llamarlo –cariño-, ardió.—Lárgate.—Cariño, me equivoqué —dijo, evidenciando, ante Caín que cometió una falta, pero no la mencionó delante del suegro.Manuel, sin embargo, dijo furioso, —Caín, ¿te he enseñado a intimidar así a tu mujer
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