0018 Dejar todo claro
Sin que ella lo supiera, los ojos de Caín habían estado clavados en ella desde que regresaron a la mansión de la familia Alcalá.

—Caín, me ayudaste, así que te ayudaré, y luego no te debo, ¿vale?

Había expresado claramente y volvió a subir alegremente los escalones. Le miró la espalda hasta que desapareció.

La mirada de Rosalía, en cambio, permanecía fija en Caín, y fue testigo de que tenía a otra mujer en sus ojos, apretó los dientes de celos. Luego fingió ternura y tiró de la chaqueta del hombre, —Caín, por fin has vuelto.

—¿Has estado bebiendo hoy?

Vio que era frío con ella y pensó que no le gustaba que se emborrachara por él, negó inmediatamente con la cabeza, —No, si no te gusta que beba yo, te juro que no vuelvo a beber.

Caín volvió a mirar los escalones vacíos, dijo, —sal y hablamos.

Rosalía le siguió alegremente. Cuando fueron al jardín, Caín preparó un café para Rosalía. Al ver su comportamiento repentinamente cortés, preguntó inquieta, —Caín, ¿qué quieres decirme?

Caín habló
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