0005 La primera pelea
Las puntas de sus orejas se movieron involuntariamente, luego Caín asintió y miró al sacerdote. Recibió su mirada y enseguida volvió a preguntar con una sonrisa, —señorita Castillo, ¿querrías...?

—¡Sí! —respondió Nélida en voz alta, y los Castillos respiraron al fin.

El sacerdote preguntó entonces al novio, —señor Alcalá, ¿querrías…?

—Sí, quiero —dijo en voz baja.

Nélida observó al hombre que tenía a su lado, ¡sería su marido a partir de ahora tanto si era un trato como si no!

—Por favor intercambien anillos.

Enseguida se oyeron los aplausos y Nélida, para aliviar las tensiones entre ellos dos, se volvió a Caín y comentó:

—Hay que intercambiar los anillos, por eso son los aplausos, ¿o no?

Caín, bruscamente jaló la mano y metió el anillo con mucha fuerza en el dedo, lo que le pareció grosero a Nélida. Entonces ella, deliberadamente, puso fuerza para deslizar el anillo en el dedo de él también.

Con el dolor, Caín miró a su vengativa mujercita otra vez.

Nélida iba a reclamarle por su proceder tan brusco al colocarle el anillo, pero se tragó las palabras al encontrarse con sus ojos profundos que la inquietaban.

Realizado el matrimonio…

La noche de la boda, Nélida siguió a la gente de la familia Alcalá hasta su antigua mansión. Cerró los ojos, avergonzada, al pensar que sería su noche de bodas, y se mordió el labio nerviosa, —¿qué hago esta noche?

La puerta de la habitación nupcial se abrió de un empujón y ella, se levantó rápidamente de la cama y trago saliva al ver al hombre que había entrado, el solo pensamiento de que iba a acostarse en la misma cama con ese hombre, le ponía la carne de gallina.

Caín se le acercó, pero ella retrocedió, y recelosa le expresó—: bueno, vamos a conocernos, me llamo Nélida, tengo veinte años, seré estudiante de segundo año después del verano, soy...

Pero el hombre, con mirada intimidante, la cuestionó:

—¿Dime que truco usaste para convencerle?

Caín, aún no había conseguido la información de manos de su padre, por eso accedió a casarse con ella tan precipitadamente, pero habiendo tantas queriendo casarse con un Alcalá, ¿cómo fue que la chica, tan simplona, convenció tan pronto al viejo testarudo?

Nélida se quedó helada, —no sé a qué te refieres.

—No codicies lo que no es tuyo, Nélida Castillo. No creas que por casarte con la familia Alcalá vas a estar a salvo y segura, sino todo lo contrario.

Nélida al fin entendió: él creía que fue ella quien uso trucos para convencer a Manuel de ese matrimonio. Para aclarar el mal entendido explicó—: Caín, ¿él te obligó? Porque, de hecho a mí también me obligó.

Caín se burló, —la familia Castillo se ha hecho cargo de al menos quince proyectos en un día, ¿y me estás diciendo que te obligó mi padre?

Su tono de voz encendió directamente a Nélida. Se lo explicó amablemente, pero no le creyó. —Caín, ¿estás diciendo que mi padre me vendió? ¡No estas ni tibio… Óyeme bien, si tu padre no hubiese amenazado a mi familia mi padre no me habría casado contigo ni muriéndose de hambre!

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