Leonela estaba preciosa y más encantadora que nunca. -Te apuesto de que estás enamorada-, le dije, mientras ponía las tazas, la mortadela y hervía el agua para el café con leche que íbamos a tomar y disfrutar. -Ay, estoy saliendo con un chico guapo, pero no sé, lo veo muy tímido, demasiado introvertido, hasta apático-, me dijo ella acomodando sus largotes pelos caoba que le llegaban hasta más abajo de la espalda. -Entonces tienes que dar tú el primer paso, estamos en épocas en que las mujeres somos de armas tomar-, me reí. -Nooo, yo sigo las tradiciones-, estalló ella en risas. Me contó que Ferdinand, mi ex novio, estaba demasiado violento, que incluso había tenido serios problemas con la justicia. -Golpeó a un muchacho porque le dijo que tenía una nariz muy fea-, me reveló parpadeando Leonela. -Es un tipo soez, tirano, déspota, maleducado, yo no sé por qué me enamoré de él-, reconocí sirviendo el agua, la leche y el café. El humo se alzaba como grandes balotas de las
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