Davids estaba inquieto. Los compradores presionaban y no ya no tenían fármacos qué ofrecer. Llamó a Karlson. -¿Tienes las medicinas?-, le preguntó rascándose la cabeza, igual si buscara petróleo. -No, no he podido, esa mujer está siempre fisgoneando y lo peor es que ahora tienen al jefe internado. Lo protegen dos policías, podrían sospechar. No me he atrevido-, dijo Karlson, también muy nervioso. -Necesitamos esas medicinas, los compradores presionan-, dijo Davids aterrado. Pensaba que los contrabandistas lo iban a matar. -No podremos hacer nada mientras la mujer siga allí dando vueltas por los pasadizos-, subrayó Karlson. -¿Qué sugieres?-, entendió el mensaje Davids. -Elimínala-***** Davids me volvió a atacar. Eso fue cuando había terminado mi turno en la clínica. No había llevado auto porque estaba en el taller. El mecánico le estaba revisando el motor pues ya eran varios días que producía un sonido extraño y era obvio que habían piezas gastadas y que debían ser ree
En la noche, para disiparme, entré al portal de poemas y escribí un poemita que había estado garabateando durante el almuerzo en la clínica. Lo hice pensando en Marcus Green y la deliciosa velada que habíamos pasado montando a caballo, para que quede, por siempre, prendido en mis recuerdos, como el fulgor de un lucero. Le puse "Te amo". -Ahora sé que eres el amor de mi vida, el hombre que tanto soñé y quiero ser por siempre tuya. Tu risa, tu encanto, tus ojos, tu alegría me hacen feliz y solo quiero estar dormida entre tus brazos. Tus sueños. tus ilusiones, las comparto contigo porque eres tú mi razón y mi destino. Ahora sé que te amo y nada más deseo que disfrutar de tus besos y el calor de tu cuerpo- Lo firmé como Andi y le di enter. Al instante respondió "Flecha". -Estás muy enamorada de ese hombre y no creo que sea platónico, en tus líneas descubro que ha habido más que besos entre ustedes-, me escribió el ignoto poeta. Ay ¿tan evidente era mi poe
Me gustaban mucho los dibujos de Frederick Hughes. Eran simples y sencillos, con colores definidos, muchos espacios en blanco, pocos paisajes, pero tenían mensajes muy dulces y tiernos. Dibujaba mariposas, pajaritos, flores y rosas de diferentes colores, trataba también de dibujar caballos, gatos, perros y gallinas pero le eran difíciles, nadie le había enseñado, además. Siempre sus amigos se burlaban de sus dibujos y eso lo había cohibido y tornado muy violento, parecido a mi padre que era súper neurasténico. Hughes se exaltaba a las mofas y se volvía bastante violento. No controlaba su fuerza, además. Todos le temían, igualmente, sin embargo Frederick lo tomaba todo a pecho. Lo expulsaron del colegio, de los trabajos en que estuvo, lo detuvieron numerosas veces y todo eso le creó no solo mala fama, sino que lo condujo a sanatorios. Los médicos que lo trataban le tenían pánico viendo sus manos enorme, sus explosiones repentinas y prácticamente lo dejaron a su albedrío o recetándole
A mediodía se abrió la improvisada galería en la clínica. Estaban los enfermeros, los médicos, los internos e invitamos al público en general. Habían dos periodistas que mi padre invitó llamándolos por el móvil. Se interesaron porque Hughes era un interno que había protagonizado numerosas portadas en sus medios escritos. Frederick estaba conmigo en la escalera y no podía ver nada, por más que se aupara y se empinara, solo apreciaba el tumulto. Yo quería que fuera una sorpresa. Brown habló a nombre de la clínica. -Una de las razones por la que me hice psiquiatra es porque es la profesión que más demanda perseverancia y voluntad, que requiere el mayor de los esfuerzos, pero también provoca el mejor de los sentimientos. Y en esta noble tarea, incentivamos virtudes y aptitudes en nuestros huéspedes. Frederick Hughes ha descubierto una faceta muy loable estando con nosotros y este es resultado de su trabajo, su esfuerzo, sus sentimientos. Un gran aplauso para él-, pidió Brown y to
¡¡¡Esteban me engañaba con mi mejor amiga!!! No podía creer lo que veían mis ojos. Yo sospechaba, desde antes, que él me era infiel. No soy tonta, quizás confiada y noble, pero no bobalicona y su comportamiento era muy sospechoso de buen tiempo atrás. Había dejado de verme los viernes, no contestaba mis llamadas y no quería que le viera el móvil, las veces que nos citábamos en el parque. Siempre olvidaba su celular en casa y eso me parecía muy raro y sintomático, porque cuando nos enamorados, era un maníaco del teléfono. Con la sospecha de que había otra mujer en medio de nosotros y a sabiendas que había salido como lo hacía todos los fines de semana, llamé a su madre y ella atizó aún más la hoguera de mis celos convertidos ya en un gran incendio calcinando mis entrañas: -Esteban salió temprano, Andrea, y no sé a dónde fue, todos los viernes es lo mismo, sale y vuelve muy tarde-, fue lo que me dijo su mamá. Grrrrrrr, sentí al furia y la ira reventando como truenos dentro de mi c
No es que sea una tonta, porque, creo y de eso estoy segura, boba no soy. Lo que pasa es que resulto demasiado confiada y enamoradiza frente a los hombres. La traición de Esteban me marcó mucho y dejó una huella indeleble en mi alma. Yo lo quería demasiado porque él era muy dulce conmigo, súper cariñoso y me adoraba, me hacía pensar que era una princesa de un cuento de hadas que flotaba por el aire y el viento jugaba con mis pelos y con mi enorme falda llena de guirnaldas y flecos. Sin embargo, Pamela, que pensaba era mi mejor amiga, lo había seducido, a mis espaldas, con no sé qué artimañas y él cayó redondito a sus pies, idolatrándola como a una reina y convirtiéndose en su amante. Lo más chistoso es que yo se lo presenté a él a mi amiga Pamela. Qué tonta fui. La que pensaba era mi incondicional amiga, en las buenas y en las malas, había quedado encandilada con Esteban y no la culpo, en ese sentido, porque Esteban es muy lindo, tierno, maravilloso y un soñador empedernido, de
Mi vida amorosa se llenó, entonces, de decepciones. Creo que he pagado tributo muy caro, el ser muy enamoradiza y soñadora, tanto que tengo muchísimos cuadernos repletos de poemas, muy románticos, cantándole no solo al amor, sino a los tantos hombres que me han impactado, seducido, impresionado... y he amado en mi azarosa existencia sentimental. Cuando gané mi primer concurso de poesía, en los juegos florales de la universidad, mis amigas se mofaban de mí. Me decían cursi, tonta y también acomplejada. Decían que mis poemas eran muy banales, carentes de significado y que la idea es hacer versos con mensaje, con reflexiones, ideas y no solo sentimientos como yo escribía. Eso decían. Mi primer poema se lo hice al chico más guapo de la universidad, Eduard. Ay, qué hermoso era él, con sus ojitos encendidos como llamas, la cara dulce pero dominante, los labios toscos, el mentón grande y las manos enormes, como tenazas. Era tan alto como un poste de alumbrado público y tenía un voz
Mi primer enamorado fue Jairo. Yo solo tenía dieciocho años. A él le gustaron mis ojos grandes y pardos, mis pelos muy negros, mi figura armoniosa y por supuesto mis piernas bien torneadas que se evidenciaban en los leggins siempre muy ceñidos que tanto me gustaban llevar. -Soy Jairo, estudio contigo, ¿cómo te llamas?-, me preguntó esa tarde cuando terminó la clase. Yo ya lo había visto, sabía que se llamaba así, que era nuevo, muy flojo, bastante distendido y distraído, un mal alumno, que tenía malas notas y que le hacía conversación a todas las chicas. -Andrea Povilaityté -, le dije. Él quedó boquiabierto, sin entender nada, completamente turbado y pasmado, incluso desorbitó los ojo con mi extraño nombre. -¿Qué?-, balbuceó hecho un tonto. Me dio risa su incredulidad. -Andrea, no más -, le repetí entonces, riéndome. Eso me enamoró. ¿No les digo? Todo me enamora. Me olvidé que Jairo era un mal alumno, que flirteaba con mis otras amigas, que era flojo y distendido y quedé