Llamé, entonces, a la madre de Green, a Glasgow. Yo tenía su número, ella me lo había dado cuando las cosas iban de maravillas con Marcus. Pensé que la mujer me había bloqueado, sin embargo su móvil timbró y al rato contestó ella. -¿Doctora Povilaityté?-, se sorprendió. -No he tenido informaciones de Marcus, desde que se fue con Julissa, nadie da razón de él-, le dije la verdad. Yo no sé si la mamá de él sabía que yo estaba muy enamorada de su hijo, como lo había notado Marcia. Nunca me lo dijo tampoco. El trato con ella siempre fue frío, calculador, distante, gélido, incluso. -Yo tampoco sé nada de él, doctora, desapareció de nuestras vidas por completo-, lamentó ella muy dolida. La madre de Green se dedicaba a sus negocios. Tenía muchas empresas y eso le absorbía su tiempo. Estaba muy feliz, además, con sus nietos, los hijos de su hija, la hermana de Marcus, que vivía en Escocia. -Si lo ves o hablas con él, dígale que es un ingrato-, me dijo ella molesta y colgó. C
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