Los padres de Leonela ofrecieron una opípara cena y pusieron a todo volumen todo tipo de música para bailar. -Pensar que todo empezó en un portal de poemas-, me dijo "Flecha" brindando por la futura pareja. En mi caso solo con agua mineral porque debía manejar toda la madrugada de regreso a mi casa, je. -Ya casi no entro a la web, espero que sigan apareciendo más y mejores poetas y poetisas-, le dije . -Si no fuera por ti, por tus poemas, yo no hubiera conocido a mi gran amor-, me insistió "Flecha", ésta vez besando engolosinado a Leonela. -Tú pensaste en un primer momento que "Leona" era "Andy"-, lo desafió, sin embargo, Leonela. -En un principio sí, no lo voy a negar, sin embargo después fui descubriéndote y pues te reitero que ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida-, decía él muy contento, sin dejar de hacer brillar sus ojos. -¿Cuándo te casas con tu adonis?-, me preguntó Leonela, refiriéndose a que Louis era la inspiración para mis versos. -Muy pront
El marido de Julissa seguía no habido. El capitán Waldo Harris se había hecho cargo de las investigaciones, del supuesto secuestro de la mujer y la demanda en contra del marido de ella por violencia doméstica, alteración del orden público y amenaza de muerte sobre Marcus Green. Alarmada Gladys me llamó a mi consultorio. -Doctora un policía la está buscando en recepción-, me dijo aterrada. Yo estaba con un paciente. Le dije que esperara unos minutos porque me encontraba en consulta. Era un anciano que padecía de Alzheimer. Estaba con su esposa. Ella estaba muy preocupada porque su marido estaba perdiendo sus facultades. Lamentablemente aquella es una enfermedad que no tiene cura, sin embargo se puede lograr menguar sus efectos, lograr una vida llevadera y reposada. Para eso se requieren terapias y fármacos. Es un proceso en que los seres humanos no estamos libres. Les di una receta y muchos tips. -No hagan una vida sedentaria, que la familia se reúna constantemente, que los h
Por la noche Marcia me escribió a mi móvil. Yo ya estaba en casa luego de una intensa jornada de trabajo. Estaba bastante cansada además y lo único que quería era darme un buen baño y estar relajada, tumbada en mis almohadas, viendo televisión. -Compré tu segundo poemario por internet, Andrea, y te digo que está estupendo-, decía ella efusiva con un emoji de aplausos. -Yo solo escribo lo que siento-, intenté ser modesta sin embargo mi corazón aullaba eufórico en mi pecho. Me sentía muy contenta por el mensaje de Marcia. -Todos los medios hablan de tus versos, afirman que son muy románticos y que eres una excelente poetisa-, no dejaba ella de halagarme. Yo me sentía muy abrumada. Le mandé la foto de una portada autografiada, con una emotiva dedicatoria. -Ay, no sabes lo emocionada que estoy, lo pondré, de inmediato, en mis redes sociales-, se emocionó aún más Marcia. -¿Estás saliendo con alguien?-, quise saber sobre su vida sentimental. -Sí, estoy saliendo con u
Ese sábado me puse a limpiar mi cuarto, pensando, también, en lo que llevaría a la casa donde viviría con Louis después de casarnos. Mis padres me dijeron que podía dejar todos mis peluches porque mi cuarto seguiría igual por siempre. Yo tengo como doscientos muñecos, je je je. Únicamente llevaría aquellos juguetes que cuidaban mis sueños, por ejemplo el señor castor, el señor gorila, la señora jirafa y por supuesto el señor perro bulldog. Los tengo de todos los tamaños y colores porque me han gustado coleccionar los peluches desde pequeñita. Louis sabía de mis gustos y también me regalaba, cuando podía, algún muñequito muy lindo que ahora me iban a acompañar el resto de mi existencia. Yo estaba segura que mis padres me iban a extrañar, incluso a gritos. Ellos me lo habían dicho, de que mi cuarto lo mantendrían inalterable, pensando, seguramente, que su adorada hijita estaría siempre con ellos. En realidad no estábamos nada lejos, apenas un paso de distancia, sin embargo ellos
Pasé un bonito domingo con Louis, recorriendo el vecindario, en busca de una casita para nosotros pero cerca de dónde vivían mis padres. Yo quería una casa a pocos metros de ellos. Estuvimos visitando varias viviendas que estaban en oferta, pero ninguna nos convencía y no nos poníamos de acuerdo. Mi enamorado quería alquilar pero yo deseaba comprar. Estuvimos largo rato discutiendo sobre eso y yo no entendía sus razones porque yo contaba con los ahorros suficientes, sin embargo él se oponía, decía que era empeñar nuestro futuro, que era una decisión apresurada y que mejor era arrendar un apartamento pues podríamos tomar otras decisiones u otros rumbos. Eso fue lo que me dijo. Yo quedé incrédula sin entender su punto de vista. Mi prometido además no estaba de cuerdo en comprar muebles para la sala, el comedor, el dormitorio, porque insistía que era un gasto enorme. -Tengo los recursos suficientes para amoblar convenientemente la casa que será nuestra-, le aclaré pero él seguía sin da
Compramos la casa. Y los dos firmamos. -Ya es nuestra, Louis, de los dos-, le volví a aclarar. Juntos elegimos los colores, contratamos a un experto para que arregle el jardín, también mandamos componer la zona de parrilladas que estaba muy deteriorada al igual que la terraza. Una semana después compramos los muebles, aparadores, vitrinas, cómodas, la alacena, cocina, refrigerador, mesa, silla e instalamos el jacuzzi. Louis quedó muy admirado cuando la casa ya estuvo completamente amoblada. Quedó boquiabierto con el jacuzzi, incluso corrieron algunas lágrimas por sus mejillas. -¿Qué te conmueve?-, le pregunté colgada de su cuello. -Siempre soñé con tener un jacuzzi-, no podía él dejar de llorar. -Yo siempre soñé en vivir con un hombre como tú-, le dije, y nos besamos muy apasionados. A mis padres también les gustó la casa y los muebles y quedaron maravillados con tanta elegancia. -Es preciosa, hija, es un palacio-, no dejaba ir y venir mi madre por los tres pisos.
Empecé de inmediato mis labores de directora de la clínica, sin pérdida de tiempo, haciendo los cuadros de atenciones, perfeccionando el triaje y facilitando más consultorios ambulatorios para los pacientes con casos leves. Igualmente mejoré los servicios de emergencia y le pedí a Brown la compra de nuevas unidades de ambulancias, sobre todo para el traslado de los casos geriátricos. Manejar la clínica no fue tan fácil sin embargo, porque se habilitaron muchísimas nuevas áreas de atención, el hormigueo de enfermeras y médicos era asfixiante y los pasadizos de la clínica estaban siempre repletas. Prolongué las atenciones, incluso hasta en tres turnos: mañana, tarde y noche. -Nadie debe quedarse sin atención-, dije a los médicos mientras establecía los cuadros de atenciones, las especialidades, la distribución de los consultorios y los horarios del personal médico. Brown quedó encantado no solo con mi entusiasmo sino también con mi trabajo porque las cosas caminaron de maravi
Yo presentí con anticipación que lo iban a matar a Marcus. Tuve una horrible pesadilla. Lo percibí en mis pensamientos con la cara ensangrentada y estaba en un corcel blanco, muy altivo y orgulloso, mirándome desde una loma alfombrada de rosas y tulipanes. Me miraba sonriente, con sus ojos tan cautivantes, pero al sangre chorreaba por sus mejillas y le mojaba la camisa. El caballo relinchaba y asentía con la cabeza. Hacía un viento fuerte porque jugaba con los crines del corcel y lejos fulguraba un Sol tenue moribundo, recortado entre cerros pelados y cadavéricos. -Mi sueño está cumplido-, Andrea, me dijo Marcus con la voz apagada, triste, vacía y gutural, igual a un tosido tosco, parecido al bufido de un animal herido. -No te vayas-, le pedí entonces, llorando, corriendo hacia él, sollozando, pero el viento me detenía, me contenía, no me dejaba avanzar y me empujaba hacia atrás. -No te vayas, yo te amo, te amo mucho-, le suplicaba yo, pero Marcus tomó las riendas del caballo