Pasé un bonito domingo con Louis, recorriendo el vecindario, en busca de una casita para nosotros pero cerca de dónde vivían mis padres. Yo quería una casa a pocos metros de ellos. Estuvimos visitando varias viviendas que estaban en oferta, pero ninguna nos convencía y no nos poníamos de acuerdo. Mi enamorado quería alquilar pero yo deseaba comprar. Estuvimos largo rato discutiendo sobre eso y yo no entendía sus razones porque yo contaba con los ahorros suficientes, sin embargo él se oponía, decía que era empeñar nuestro futuro, que era una decisión apresurada y que mejor era arrendar un apartamento pues podríamos tomar otras decisiones u otros rumbos. Eso fue lo que me dijo. Yo quedé incrédula sin entender su punto de vista. Mi prometido además no estaba de cuerdo en comprar muebles para la sala, el comedor, el dormitorio, porque insistía que era un gasto enorme. -Tengo los recursos suficientes para amoblar convenientemente la casa que será nuestra-, le aclaré pero él seguía sin da
Compramos la casa. Y los dos firmamos. -Ya es nuestra, Louis, de los dos-, le volví a aclarar. Juntos elegimos los colores, contratamos a un experto para que arregle el jardín, también mandamos componer la zona de parrilladas que estaba muy deteriorada al igual que la terraza. Una semana después compramos los muebles, aparadores, vitrinas, cómodas, la alacena, cocina, refrigerador, mesa, silla e instalamos el jacuzzi. Louis quedó muy admirado cuando la casa ya estuvo completamente amoblada. Quedó boquiabierto con el jacuzzi, incluso corrieron algunas lágrimas por sus mejillas. -¿Qué te conmueve?-, le pregunté colgada de su cuello. -Siempre soñé con tener un jacuzzi-, no podía él dejar de llorar. -Yo siempre soñé en vivir con un hombre como tú-, le dije, y nos besamos muy apasionados. A mis padres también les gustó la casa y los muebles y quedaron maravillados con tanta elegancia. -Es preciosa, hija, es un palacio-, no dejaba ir y venir mi madre por los tres pisos.
Empecé de inmediato mis labores de directora de la clínica, sin pérdida de tiempo, haciendo los cuadros de atenciones, perfeccionando el triaje y facilitando más consultorios ambulatorios para los pacientes con casos leves. Igualmente mejoré los servicios de emergencia y le pedí a Brown la compra de nuevas unidades de ambulancias, sobre todo para el traslado de los casos geriátricos. Manejar la clínica no fue tan fácil sin embargo, porque se habilitaron muchísimas nuevas áreas de atención, el hormigueo de enfermeras y médicos era asfixiante y los pasadizos de la clínica estaban siempre repletas. Prolongué las atenciones, incluso hasta en tres turnos: mañana, tarde y noche. -Nadie debe quedarse sin atención-, dije a los médicos mientras establecía los cuadros de atenciones, las especialidades, la distribución de los consultorios y los horarios del personal médico. Brown quedó encantado no solo con mi entusiasmo sino también con mi trabajo porque las cosas caminaron de maravi
Yo presentí con anticipación que lo iban a matar a Marcus. Tuve una horrible pesadilla. Lo percibí en mis pensamientos con la cara ensangrentada y estaba en un corcel blanco, muy altivo y orgulloso, mirándome desde una loma alfombrada de rosas y tulipanes. Me miraba sonriente, con sus ojos tan cautivantes, pero al sangre chorreaba por sus mejillas y le mojaba la camisa. El caballo relinchaba y asentía con la cabeza. Hacía un viento fuerte porque jugaba con los crines del corcel y lejos fulguraba un Sol tenue moribundo, recortado entre cerros pelados y cadavéricos. -Mi sueño está cumplido-, Andrea, me dijo Marcus con la voz apagada, triste, vacía y gutural, igual a un tosido tosco, parecido al bufido de un animal herido. -No te vayas-, le pedí entonces, llorando, corriendo hacia él, sollozando, pero el viento me detenía, me contenía, no me dejaba avanzar y me empujaba hacia atrás. -No te vayas, yo te amo, te amo mucho-, le suplicaba yo, pero Marcus tomó las riendas del caballo
Fue una semana horrible. Yo lloraba y lloraba, desesperada, angustiada, sin saber qué hacer y me jalaba los pelos porque estaba segura que iban a matar a Marcus. La pesadilla me resultaba reveladora. Eso sí lo sabía. Desesperada le mandaba mensajes de texto a Harris pero él no contestaba, él incluso pensaba que yo había enloquecido. Y así, sin saber qué hacer, sumida en la angustia, no tuve más opción que resignarme a la suerte de Marcus. Él había elegido ese destino, me lo dijo en mi pesadilla. Marcus no quería que yo siguiera sufriendo. Entonces ocurrió. Jamás voy a olvidar ese jueves por la noche. Justo había terminado una terapia con un paciente y había copiado en el sistema su historia clínica. Todo el día había hecho frío. El cielo estuvo siempre encopetado, todo el día, había un viento muy fuerte, sumaban muchas nubes enormes y oscuras tapando el firmamento y el ambiente era tétrico y lastimero en la ciudad. Guardé los datos del paciente en el archivo de la clínica y me
La madre de Marcus, días después regresó a la ciudad, se encargó de los trámites y se llevó el cuerpo de su hijo a Escocia. Todo lo hizo en secreto, sin comunicar nada a nadie, menos a mí, por supuesto. No pude verla a ella y ni sabía que había venido y que se había llevado a Green. Yo me había encerrado en mi casa y me dediqué únicamente a llorar. Ni siquiera fui a trabajar. Llamé a Brown informándole que estaba devastada por el asesinato de Marcus y que necesitaba de una semana para recuperarme. -No te preocupes, Andrea, yo también estoy muy afectado-, me dijo Brown y me dio la licencia. Apagué el celular y no quise saber nada del mundo que me rodeaba. Pensé en dedicarme a retirar el cuerpo de Marcus de la morgue, el sepelio y el entierro, sin embargo, los forenses me informaron que la mamá de Marcus ya se había encargado de todo y que se llevó el cuerpo a Escocia, dejándome desconcertada y desairada, sin embargo, ella estaba en su derecho y tampoco tenía por qué comunicarme. Y
La policía inició la cacería del sujeto que mató a tiros a Marcus Green. La prensa presionó mucho porque la víctima había estado siendo tratado en la clínica psiquiátrica y el criminal tenía muchos antecedentes de violencia no solo doméstica contra su esposa, sino también contra vecinos y otras personas a los que agredió y mandó al hospital. Entonces los periodistas decían que ese hombre era un peligro latente en las calles y exigían a gritos su cabeza. No solo era un crimen pasional, sino también un atentado contra la comunidad en general. La presión que ejerció la policía para dar con el asesino dio resultado y el tipo fue, finalmente cercado en un callejón baldío. Los agentes lo rodearon y exigieron que se entregue pero el hombre decidió enfrentarse a los custodios a balazos. Estaba enajenado, en realidad, enceguecido por su propia violencia. Él estaba bien armado, con suficiente municiones, y entonces hubo una verdadera batalla que se prolongó por casi una hora con un furioso i
Mi vestido de novia fue de ensueño, muy entallado, con una falda amplia y una cola enorme, con velo, guantes, kiara y bouquet. Mi padre me entregó. Mi mamá estaba furiosa con mi papá porque él se la pasó llorando como una criatura. -Cálmate Džiugas, no le malogres la boda a tu hija-, le reclamaba ella una y otra vez. Louis estuvo lindo en su terno, bien peinadito y sonriente. Cuando culminó la ceremonia y le di el sí, y al momento de besarme, me dijo muy emocionado, -nunca lo hubiera creído, Andrea, los sueños se cumplen-, y recibí el mejor beso de mi vida, que me estremeció por completo. La luna de miel la hicimos en un crucero por el Caribe también como lo habíamos planeado. Estuvimos en playas maravillosa, bailamos mucho en las fiestas que se hacían a bordo y por supuesto hicimos el amor como lobos hambrientos, achicharrándonos en el fuego de nuestra intensa pasión, prodigándonos muchos besos y caricias, je. Mi tercer libro de poemas fue un rotundo éxito, superando, i